30 diciembre, 2010

No somos nadie (XXIV). Homenaje a Anagrama.

El gruñón Javier Marías dice que nunca leería libros de Anagrama. Y mucho menos los compraría. Decidió volverse así de radical cuando se peleó con Jorge Herralde, fundador y dueño de la editorial, allá por 1995. Yo admiro y leo mucho a Marías, pero no siempre estoy de acuerdo con sus pataletas. Por mucho que vaya por ahí diciendo que "todos los editores son proxenetas dedicados a traficar con putas de postín", sigo comprando los títulos que publica Jorge Herralde. Gracias a Anagrama he pasado ratos estupendísimos con las novelas de Patricia Highsmith, de Julian Barnes o de Houllebecq. La conjura de los necios es uno de los libros que más me ha divertido jamás, y Lolita es una debilidad personal. ¿Cómo voy a renegar de una editorial que ha hecho tanto por mi pedantería? Al contrario: doy gracias por tener algo así en España. Y por eso me da pena que hayan acabado vendiendo Anagrama a una empresa italiana. Aunque esa empresa sea una editorial tan novelesca como Feltrinelli, fundada por un tipo que murió intentando colocar una bomba. Creo que la pérdida de los inconfundibles libros amarillos nos deja un poco huérfanos, impotentes, más cerca de no ser nadie. Como dice un amigo mío, son asuntos como éste los que de verdad deberían preocupar a la ministra de cultura. Pero bueno, qué se le va a hacer. Por mi parte, lo único que se me ocurre es publicar este pequeño homenaje a modo de agradecimiento. Ojalá lo acabe leyendo Marías.

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15 diciembre, 2010

No somos nadie (XXIII). El animal moribundo y los peligros del placer.

Siento debilidad por las novelas sobre gente que lo arriesga todo por ser demasiado sensible. La posibilidad de acabar llegando al carajo cuando se ha salido en busca de algo bello, qué gran tema. En mi trastero he reservado una balda sólo para libros que hablen sobre este asunto... y ya tengo tres. Mi favorito, sin duda, es Lolita. Luego está La Muerte en Venecia. Y acabo de incorporar a la lista El animal moribundo, de Philip Roth. Una historia donde el viejo diálogo entre putrefacción y deseo, Eros y Tánatos, alcanza una frescura inesperada, contemporánea. La novela tiene todo lo que hace falta para ponerme los pelos de punta: pedantería, decadencia, cultura e ironía. Y cinismo, claro, porque hay que ser muy cínico para reconocer alegremente que el éxtasis también está disponible por los caminos que transitan el lado oscuro. De hecho, en El animal moribundo, la cuestión de fondo es de índole casi moral: ¿cuánto podemos entregarnos al placer antes de quemarnos? Si alguien se entusiasma demasiado con la belleza... ¿acabará por no ser nadie? Apolo o Dionisos, mirar o follar, prudencia o concupiscencia. Afortunadamente para todos, Philip Roth tampoco ha podido encontrar la respuesta para el viejo debate. Habrá que seguir investigando.

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07 diciembre, 2010

No somos nadie (XXII). Te prohíbo que te gusten los Smiths.

En los años 50, Mark Rothko recibió el goloso encargo de decorar con sus cuadros el restaurante más molón de todo Nueva York: el Four Seasons del edificio Seagram. Un lugar diseñado por dos de los arquitectos más importantes del mundo, Philip Johnson y Mies van der Rohe, para dar de comer a gente guay. Al principio, Rothko se tomó el encargo en serio e incluso llegó a pintar los murales que le habían pedido. Pero luego se lo pensó y dio marcha atrás: no estaba dispuesto a dejar que un puñado de pijos convirtiesen sus lienzos en vulgares adornos para sus banquetes. "Quienquiera que esté dispuesto a pagar esos precios por ese tipo de comida", dijo, "no verá mis cuadros". Y devolvió el dinero. Pienso en esa anécdota cuando leo el cabreo que Johnny Marr se ha agarrado con David Cameron. Parece ser que el primer ministro británico ha ido diciendo por ahí que le molaban los Smiths, y al guitarrista le ha tocado las pelotas. "Te prohíbo que te guste nuestra música", ha twitteado el antiguo compinche de Morrisey. Qué tierno. Pero a pesar de los titulares, creo que la suya es una batalla perdida: ningún músico puede hacer lo mismo que hizo Mark Rothko, presentarse en el restaurante a parar la música que escuchan los políticos, los pijazos o los oportunistas. Una vez publicada la canción ya está todo el pescado vendido, no somos nadie, no podemos evitar que cualquier idiota la haga suya. Para muestra, un ejemplo escandaloso: el vídeo de Window in the Skies, una canción de U2. En él, Bono y compañía manipulan imágenes de archivo de los grandes iconos del rock para que parezca que están interpretando su música. Y los pobres Johnny Cash, Joey Ramone, Kurt Cobain o Morrisey, a joderse. ¿Alguien les pidió permiso? No creo: como digo, en cuestión de gustos musicales es demasiado fácil tomar el nombre de Dios en vano y salir indemne.

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30 noviembre, 2010

No somos nadie (XXI). Willi Dorner y el elogio del camuflaje.

Nunca he tenido claro si se dice "pasar inadvertido" o "pasar desapercibido". Sea como sea, en los dos casos se trata de una forma de no ser nadie. Una discreta afición que yo mismo practico (soy tímido, demasiado tímido) y que celebro en la obra de Willi Dorner. Este coreógrafo ha convertido el baile en una suerte de camuflaje urbano. Cuando llega a una ciudad, lanza una convocatoria para reunir voluntarios, los selecciona, los viste de colores, les tapa la cara con una capucha y los esconde por ahí. Justo lo contrario que Spencer Tunick, ése fotógrafo tan mediático que llena las plazas de gente en pelotas y sale en los titulares de todos los telediarios. Frente al nudismo facilón de Tunick, Willi Dorner practica una filosofía estética basada en la desaparición del cuerpo y su absorción por el entorno. De lo que se trata es de establecer un diálogo inesperado con los edificios y los sitios, con las papeleras, las paradas de autobús o los árboles de los parques. La vieja idea del cuerpo humano como medida de las cosas, pero aplicada tan a rajatabla que te da dolor de espalda. Para que quede constancia de las proezas imposibles de estos bailarines voluntarios, Willi Dorner cuenta con la ayuda de Lisa Rastl, una fotógrafa. Sus imágenes están en la página de Dorner, pero yo he subido un vídeo donde aparecen bastantes.

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18 noviembre, 2010

No somos nadie (XX). El jesuita que se adelantó a Banksy.

Una vez, el señor de la foto dijo que era Mark Landis. Otra, Steven Gardiner. Otra, Arthur Scott. Pero en realidad no es ninguno de los tres. El señor de la foto no es nadie. O sí: es un falsificador que se dedica a ir de museo en museo disfrazado de jesuita, regalando cuadros falsos en nombre de Dios. Llega con cara de santo, cuenta que se le ha muerto la madre, que quiere desprenderse de algunos recuerdos, y deja una acuarela de Degas sin pedir nada a cambio. Por supuesto, los responsables de los museos babean. Pero hace un par de meses, cuando el padre Arthur Scott colocó la última de sus falsificaciones en Louisiana, alguien se dio cuenta de que aquello era sospechoso. Miraron un par de donaciones anteriores, intercambiaron mails con colegas de otras instituciones y descubrieron lo que, en el fondo, debió de hacerles muy poca gracia: que el jesuita de marras lleva ¡20 años! tomando el pelo a museos de todo Estados Unidos. ¡Y nadie se había enterado! La historia me gusta por tres motivos. Primero, porque un tipo que se disfraza de cura siempre me caerá bien. Segundo, porque demuestra que en el mundo del gamberrismo artístico había vida mucho antes de que llegase Banksy. Y tercero, porque en el museo donde se ha destapado el pastel ya están preparando una exposición con las falsificaciones detectadas. Se titulará "¡Dime que no es falso!" y, por lo que he leído, tienen pensado invitar al misterioso padre Arthur Scott a la inauguración. Ojalá vaya: la ironía de que un jesuita falso participe en un evento que desacraliza la obra de arte original me parece sencillamente genial, digna del mejor Buñuel.

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16 noviembre, 2010

No somos nadie (XIX). Los egipcios y el Primavera Sound.

Los egipcios, esos señores que inspiraban canciones de las Bangles, fueron uno de los primeros pueblos en darse cuenta de que con el tiempo es fácil acabar no siendo nadie. Y para solucionarlo se inventaron la ceremonia del jubileo. Básicamente, la idea del jubileo egipcio era convencer a los súbditos de que los años no habían hecho mella en el carácter providencial y mesiánico del faraón, que seguía siendo el mismo visionario de sus años mozos. Una viagra para el prestigio, vamos. De entre todos los trucos de maquillaje que formaban parte de esta operación, el más simbólico era el enterramiento de la estatua envejecida del faraón, con lo que negaban la decrepitud y disimulaban el ocaso del talento que una vez despertó la admiración del respetable. Forever young, como en la canción de Alphaville. Pienso en todo esto cuando mis amigos musiqueros me mandan el programa del Primavera Sound 2011 y veo que uno de los principales reclamos de la juerga es ver a viejas glorias reinterpretando los discos de hace veinte años. Hoy son Mercury Rev tocando Deserter's Songs, o John Cale tocando Paris 1919, pero el año pasado fueron Low con The great destroyer o los Charlatans con Some friendly. Y la cosa sigue fuera del festival. En los últimos años hemos visto cómo The Cure llevaban al directo el repertorio exacto de su Disintegration de 1989 y cómo Lou Reed hacía lo mismo con su Berlin de 1973. Habrá quien quiera ver en esto una reivindicación del concepto "album" frente a la dictadura del mp3, pero yo no puedo dejar de pensar que todo es un jubileo para que no se noten las arrugas mentales. Porque cuando Lou Reed apareció en Glastonbury este verano para cantar con Gorillaz, la mayoría de los muchachotes que allí estaban pensó que se trataba de Fabio Capello.

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14 noviembre, 2010

No somos nadie (XVIII). Being a dickhead (o ser fauna mongola) is cool.

Lo confieso: no sé lo que pienso sobre los modernos. Por una parte quiero ser uno de ellos, comprimir mis testículos con vaqueros de pitillo, usar pajarita, tener bigote y sacar partido a las camisas de señora que venden en las tiendas de segunda mano. Pero reconozco que me falta imaginación y me sobra sentido del ridículo. Este verano, en nuestras excursiones por los mercadillos de Londres, miraba a los hipsters del East Side y siempre me asombraba lo cerca que la moda está del esperpento. Aunque desde adolescente sospecho que si no molas no eres nadie, los moderniquis también me despiertan terror y risa. Por eso no tengo una opinión clara sobre ellos. Y por eso me identifico tanto con Fauna Mongola, el imprescindible catálogo de bichos raros madrileños publicado a golpe de caricatura. Pero como esta noche me apetecía rendir un homenaje a Londres, he optado por colgar un vídeo sobre los dickheads de Shoreditch. Misma idea, misma burla, misma fascinación. El temazo en cuestión lo canta un dúo que se llama The Grand Spectacular, y me juego el cuello a que ellos mismos son unos molones como los que critican. Pero el toque cutrón del grafismo y el juego con las fotografías me ha parecido irresistiblemente gamberro.

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09 noviembre, 2010

No somos nadie (XVII). Los cojones bien puestos de Santiago Sierra.

El jueves pasado, 4 de noviembre, el Ministerio de Cultura anunció que concedía el Premio Nacional de Artes Plásticas a Santiago Sierra. El viernes, sólo 24 horas más tarde, Santiago Sierra decía tururú. No lo quería. Ni quería el prestigio, ni quería los 30.000 pavos. Pero sobre todo no quería vender su arte a los poderosos. Más bien todo lo contrario: Santiago Sierra es un señor que se levanta todos los días con el sano propósito de tocarle las pelotas a todos esos políticos, banqueros, advenedizos culturales y demás indeseables que van de un lado a otro en coche oficial. En su página web hay un completo registro de los agravios que perpetra contra la autoridad. Pero si hay que escoger yo me quedo con una acción: cuando en 2003, Sierra cerró el pabellón de España de la Bienal de Venecia y dijo que allí sólo entraban los españoles. Ni medios de comunicación, ni políticos italianos, ni Dios: solo españoles con el DNI en regla. Y cuando los periodistas extranjeros protestaron, les dijo que él únicamente les estaba privando de visitar un lugar, no de pensar. Maravilloso. Ahora, aplicando una coherencia absoluta, Santiago Sierra ha pegado una patada en el culo del sistema que intentaba fagocitarlo. En la carta que ha escrito a la ministra González Sinde dice: "El estado no somos todos. El estado son ustedes y sus amigos. Por lo tanto, no me cuenten entre ellos, pues yo soy un artista serio". Al lado de esta demostración de integridad es inevitable pensar que todos los demás somos unos conformistas. O lo que es lo mismo: que no somos nadie. ¡Bravo, Santiago!

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02 noviembre, 2010

No somos nadie (XVI). Ballard y los swingers de Naomi Harris.

El otro día mi amigo Miguel me riñó por no leer más a Ballard. Tiene razón, no lo leo demasiado. Pero a cambio publico fotos que podrían estar sacadas de una novela suya. Fotos como ésta de Naomi Harris, una fotógrafa que va de orgía en orgía, vestida de colegiala, buscando el lado menos complaciente de los suburbs americanos. Estos señores que ven el partido mientras les hacen una mamada son swingers, aficionados al intercambio de parejas y al sexo comunal. Fuck with me and you fuck the whole trailer park, dice una de sus fotos; uno para todos, y todos para uno. La idea de los swingers es construir la utopía del sexo total, sin tabúes y sin erotismo, sin bragas y sin maquillaje, en la habitación del niño o en la Superbowl. Cuando Naomi Harris concede entrevistas para promocionar su libro America Swings, explica que los swingers parecen felices y que en estas bacanales es frecuente encontrar a mujeres multiorgásmicas plenamente satisfechas. Pero también confiesa que a fuerza de verles follar se le han quitado las ganas de sexo. "Ahora lo único que me entretiene es la televisión", suspira. Y no me extraña. En los campings y las fiestas de Acción de Gracias swingers da la impresión de que cuando te entregas a los placeres más básicos de tu triste humanidad, zampar y chingar, acabas por no ser nadie. O mejor dicho: sea lo que sea que acabes siendo, será algo bastante ridículo. Miguel, si quieres comprobarlo, sólo tienes que pinchar en "leer más".












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01 noviembre, 2010

No somos nadie (XV). El sepulcro de Kennedy.

Uno de los trucos más comunes para sortear el peligro de no ser nadie es garantizarse una eternidad de piedra. Una tumba, vamos, con la que cualquiera pueda saber cómo te llamabas, en qué dios creías y cuántos años llegaste a cumplir. De cementerios está el mundo lleno, el delirio de la inmortalidad no distingue cuentas corrientes. Otra cosa es que la estrategia del muerto funcione y no se tuerzan los planes. Pienso, por ejemplo, en el sepulcro de Kennedy. Cuando el presidente fue asesinado en Dallas, su viuda decidió que había que diseñarle un enterramiento digno. Y para ello contrató a John C. Warnecke, uno de los arquitectos más prometedores de la época. Warnecke era amigo del matrimonio, practicaba una concepción moderna de la arquitectura y vestía muy bien. Durante dos años, Jackie Kennedy y él trabajaron codo con codo para diseñar un mausoleo que conmemorase al muerto. La ironía está en que, a fuerza de trabajar para recordarlo, terminaron olvidándose de él. Mucho antes de inaugurar la tumba del marido muerto ya estaban liados y hasta pensaban en casarse. Evidentemente, las hordas de turistas que ahora visitan Arlington no perciben esta burla del destino. Pero desde mi punto de vista, este sepulcro sólo transmite un mensaje devastador: "en cuanto te vas, te sustituyen".

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28 octubre, 2010

No somos nadie (XIV). La noche de los tiempos y la trágica veleidad del mito.

Querido Antonio: Hace años le regalé a todos mis amigos El Jinete Polaco y ahora opino que tu última novela, La noche de los tiempos, es una castaña. Se nota demasiado que la terminaste en la hora de la siesta, mientras veías Amar en tiempos revueltos. Además, emplear 800 páginas en contar un romance así de previsible es tomarte el tiempo de tus lectores a pitorreo. Pero descuida, que no es de eso de lo que quiero hablarte. Si has seguido esta serie sabrás que últimamente sólo me interesa reflexionar sobre lo fácil que es dejar de ser algo; en tu caso, mi escritor favorito. Qué veleidosa es la admiración, ¿verdad? Sigo devorando tus artículos de Babelia con regocijo, pero La Noche de los tiempos me quitó las ganas de leer otra novela tuya. Así de simple. Menuda putada, Antonio, tener que estar a la altura de tu propia obra. Y menuda putada también para mí, que necesito ídolos. Esto confirma mis sospechas: que cualquier mitomanía está infundada por definición. El más listo, el más molón, el más moderno, el más avispado, da igual; todos podéis dejar de serlo si se os observa más de cerca o durante más tiempo. Todos podéis volver a ser nadie otra vez. O peor, menos que nadie: porque lo que una vez se admiró y luego se dejó de admirar casi siempre se acaba mirando por encima del hombro. Espero que no te lo tomes a personal. En el fondo, conservo la esperanza de que nos reconciliemos.

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25 octubre, 2010

No somos nadie (XIII). Dave, Nick y Mat.

Ser o no ser alguien, qué gran asunto. A veces la distancia entre un extremo y el otro de la existencia es maravillosamente caprichosa. Dave, Nick y Mat lo saben muy bien. Hace once años, estos tres mindundis estaban de pedo en un bar de Londres y vieron a un tipo que podría ser alguien. De hecho, pensaron que podría ser un futbolista. Un futbolista famoso: Dennis Wilson. Borrachos como cubas, se pasaron un buen rato mirándole y debatiendo entre la posibilidad de que fuese o no fuese. Y finalmente decidieron preguntarle. "Disculpe, ¿es usted Dennis Wilson?". El otro negó con la cabeza: no, no lo era. No era nadie. O más bien sí, era alguien, pero no ese alguien que ellos pensaban que era. "Soy Damien Hirst", les dijo. "¿Damien Hirst?", contestaron ellos, "¿y ese quién es?". "Un artista". Tanto Dave como Nick y Mat eran bastante legos en arte contemporáneo, y por eso se tomaron al desconocido por un paria. Más chulos que un ocho, le retaron a que les hiciese un retrato. Y el tal Damien Hirst les dibujó con caras de idiotas. Un boceto lamentable, sin duda, producto de la borrachera. Pero eso no es importante ahora. Lo fascinante de la historia es que Damien añadió un detalle prodigioso: sus nombres. Dave, Nick y Mat. Con este sencillo gesto les otorgó el don la existencia: once años después, los tres aparecieron en todos los medios porque el garabato en cuestión salía a subasta. Se ha vendido por 300 euros: una nimiedad comparado con el milagro de haber pasado a ser alguien.

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17 octubre, 2010

No somos nadie (XII). La pasión española y el cuarto de baño.

It's all about passion. Todo es pasión. Así se presenta la nueva línea de papel higiénico de Renova. Un revolucionario papel cuyo principal atractivo parece ser que "ya ha gozado de una vida anterior". O sea: un papel higiénico que, de tan bien como se lo pasaba en su existencia previa, ha decidido reencarnarse para repetir. Sólo con eso ya se han ganado el sueldo los publicistas que tratan de vendernos el producto. Pero donde de verdad tocan la campana es con el asunto de la pasión. Pasión latina, se supone, porque el nombre oficial del papel en cuestión no podía ser más español: Renova Olé. ¿Olé? Sí, olé. El olé que se quedó huérfano cuando prohibieron las corridas de toros en Cataluña ya ha encontrado una nueva plaza donde ser coreado. Ahora, en la intimidad acuclillada de medio planeta, un único grito celebra la higiene: ¡Olé! ¡Olé! ¡Olé! Con tilde y todo. Se me ponen los pelos de punta. Al lado de esto, la gesta mundialista de la Roja se queda en nada. Nunca lo español llegó tan lejos, nunca nuestra pasión ibérica se dejó sentir de manera tan grata por el resto del planeta. Gracias a "Renova Olé" podemos estar orgullosos de ser españoles. ¿No somos nadie? Sí, sí somos: somos papel higiénico reciclado.

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25 mayo, 2010

No somos nadie (XI). Jimmy Fontana y lo infinitesimal.

La primera lección de infinitesimalidad que recibí en mi vida me llegó a través de la música. Mi hermana pidió por Navidad un disco de baladas ñoñas y yo me enganché más que ella. Me gustaban todas las canciones, pero la que más me impresionó fue El Mundo, de Jimmy Fontana. Escuchando su épico elogio de la futilidad comprendí que hiciese yo lo que hiciese en esta vida, al final no serviría para nada porque el paso inexorable del tiempo acabaría borrándolo. "El mundo no se ha parado ni un momento, su noche muere y llega el día", qué putada. Todavía me asombro de que me dejasen escuchar una canción tan dura y me prohibiesen ver las pelis de Rambo, con lo simplonas que son. Aun hoy, cuando oigo a Jimmy Fontana cantar aquello de "oh, Mundo, en el silencio yo me pierdo y no soy nada al verte a ti", se me ponen los pelos como escarpias y me sobrecojo de vértigo sublime. Creo sinceramente que experiencias estéticas como esa canción forjaron el mismo pesimismo incurable que alimenta ahora esta serie sobre no ser nadie en mitte. Mi personal ajuste de cuentas con la nada.

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24 mayo, 2010

No somos nadie (X). Io sono l'amore, sexo cósmico y el escarabajo pelotero.

Desconfío de las escenas de sexo porque casi todas me parecen tópicas e innecesarias. Hay pocos directores capaces de contar algo nuevo con la secuencia de dos personas haciendo el tiki tiki. Quiero pensar que uno de ellos es Luca Guadagnino, autor de Io sono l'amore, pero no estoy seguro. La película tiene uno de los polvos más perturbadores que recuerdo haber visto. Un polvo cósmico: dos personajes retozando en mitad del monte mientras a su alrededor pululan los insectos. Planos cortos de pedazos de piel, libélulas, ombligos y escarabajos peloteros. El amor como parte de un mecanismo universal que hace avanzar el mundo, lo mismo a las moscas que a los humanos; no somos nadie, sólo un pedazo de instinto que se revoluciona en primavera y se aletarga en invierno. Me gustaría creer que eso es lo que quería contar Luca Guadagnino, obsesionado como ando por encontrar manifestaciones de Lo Sublime. Pero, como siempre me pasa, también sospecho que a lo mejor no es así. A lo mejor Luca Guadagnino es romántico en el mal sentido de la palabra y cree que el amor es un sentimiento redentor que sirve para vender colonia. De hecho, ahora que lo pienso, el polvo de su película tiene mucho de anuncio de perfume, como los que hace Isabel Coixet. Pero, como digo, mi problema es que desconfío de las escenas de sexo.

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22 mayo, 2010

No somos nadie (IX). Las bayas del Goji.

Hasta hace unos años, el que quería ser inmortal se iba a una iglesia, se hacía católico y se reservaba un pedazo de cielo por los siglos de los siglos. Pero ahora que la Iglesia ha perdido su poder de seducción... ¿qué pasa con el deseo de eternidad? ¿Hacia dónde canalizamos ese natural impulso nuestro de ser alguien para siempre? Algunos escribimos blogs con el deseo secreto de seguir aquí dentro de mil años, pero eso es trabajoso e ingrato. Mucho más fácil comer bayas del goji, que cuestan un euro y medio y están en cualquier frutería. Según he leído por ahí, "los cultivadores de las Bayas del Goji dicen de ella que es una fruta extremadamente delicada que no acepta ser tocada por mano humana". Los Hunzas, el pueblo tibetano que las cultiva, no sólo está considerado el más sano y feliz de la tierra, sino también el más longevo. Estos señores son la demostración de que se puede desafiar a la muerte y (casi) ganar. Ellos encontraron hace siglos el elixir de la vida que buscaban los alquimistas, y gracias a la globalización ahora lo tenemos en nuestra frutería de confianza. Yo, lo confieso, no he podido resistir la tentación de llevarme a la boca un manjar tan sublime, traído directamente del Himalaya. Y la verdad, los dos segundos y medio durante los que me he creído ser inmortal han sido de los más emocionantes que recuerdo haber vivido.

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21 mayo, 2010

Curiosidades de una tesis. Entre el confort de Europa y la exuberancia de África.

El eslogan.
El eslogan de este cartel siempre me ha llamado la atención por lo explícito. Está todo ahí, no deja lugar a dudas: entre el confort de Europa y la exuberancia de África, entre occidente y oriente, ahí está España, esperando al turista.
Aunque no todos estemos de acuerdo con esa posición de marginados (o “en los márgenes”, si lo decimos en jerga más moderna) de nuestro país, no se puede negar que se le ha sabido sacar provecho. Pero hete aquí que el tan traído y llevado Spain is different no es ni mucho menos –ya le gustaría– invención de Fraga. Aunque su origen se podría poner en los relatos de los viajeros románticos, fue en el 98 cuando cristalizó como problemática intelectual y literaria, para encontrar finalmente su primer uso en marketing turístico ya en los años 20.
Lo que me deja sin palabras es la falta de pudor. ¿Que nos dicen que Europa empieza en los Pirineos? ¡Y a mucha honra! No nos da vergüenza ninguna declararnos medio africanos; pero, eso sí, disponemos de todas las comodidades que el viajero civilizado naturalmente necesita, pues hombre, faltaría más.

La foto.
No dejan de fascinarme esas imágenes turísticas en las que se ve un monumento histórico a los pies del cual, indefectible, un automóvil aguarda. ¿Simplemente un coche aparcado, el del fotógrafo quizás? En cualquier caso, no se puede pensar que su presencia ahí sea casual. Es demasiado conspicuo, tanto por el contraste que marca con respecto al edificio histórico como por la total ausencia de más seres (vivos) aparte de él.
Para ilustrar esa dualidad de conceptos (africanismo + confort = España) que proclamaba el eslogan, las guías de viaje se van a llenar de dos tipos de imágenes: unas, evocadoras de la larga historia del país, van a consistir en fotos de monumentos y edificios singulares vaciados de vida, para intensificar esa sensación de eternidad. Las otras, ensalzadoras del progreso, van a ser básicamente fotos de coches y carreteras. Y a veces, en una sola foto, como en esta, se mezclan las dos tipologías. Alucinante.

Lo que hizo el franquismo del desarrollo sólo fueron actualizaciones. Del eslogan, con bastante menos brillantez retórica, todo hay que decirlo: “España progresa pero conserva su encanto de los viejos tiempos”. De la idea del confort europeo, con bastante menos nivel tecnológico. Porque el símbolo del progreso, me temo, no pasa a ser otro que el bikini.




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18 mayo, 2010

No somos nadie (VIII). La riada de Santa Teresa en Murcia.

Hace algunas semanas encontré en casa de mis padres un libro de fotografía antigua de Murcia que se titulaba La Imagen Transparente, de María Manzanera. A mí la prehistoria de la Réflex apenas me interesa, pero en la página 120 leí una historia que me dejó helado: la Riada de Santa Teresa de 1879. "En la madrugada del día 14 al 15 de octubre, la ciudad de Murcia se despertó con el toque de rebato; poco después, entre el golpear de puertas y de pisadas rápidas, el sereno pasaba gritando: 'Las dos, todo el mundo arriba, las aguas del río llegan hasta San Pedro'. En efecto. El nivel del río había rebasado al de la ciudad. Los ojos del puente no eran visibles porque las aguas enfurecidas los cubrían por completo. La oscuridad era absoluta, rota solamente por el resplandor de las antorchas de algunas peronas que se aproximaban aterradas a comprobar el estado del río". Yo nací en Murcia, he vivido allí 16 años y nunca antes había sabido de esta inundación. Pero en cuanto empecé a leer en voz alta a mis padres lo que había descubierto en el libro, los dos me interrumpieron a la vez: "¡es la Riada de Santa Teresa!". Ellos sí conocían la historia, la habían escuchado contar mil veces en noches de poca electricidad y menos televisión. Y aunque a mí me llegó por casualidad, inmediatamente sentí que me pertenecía. Estoy convencido de que el horror de un río desbordándose puede acabar formando parte de la memoria colectiva, de la identidad compartida. La gran ironía está en que, si lo piensas un poco, esta idea supone que aprendes quién eres justo cuando el río te demuestra que no eres nadie. Qué gran ironía.
Si alguien quiere ver más fotos (de Juan Almagro, todo un pionero) o conocer otros detalles de la tragedia, sólo tiene que pinchar en "leer más".



Pedro Díaz Cassou, uno de los protagonistas, escribía en la prensa del día 17:
'...la antorcha se me cae de la mano y se apodera de mí una angustia indefinible; la noche y su oscuridad que aumenta todos los horrores, el estruendo de las aguas, voces de los que mandan, carruajes a escape, galopar de jinetes, antorchas que brillan, pasan y dejan en pos mayor oscuridad. A lo lejos el toque de alarma de cuernos y caracolas... gritos de agonía y dominándolo todo el estruendo de las aguas, la voz suprema del río parecida a la voz de Dios que es, dice el libro santo, como el rumor de muchas aguas juntas'.
Al amanecer del día 15, los murcianos supervivientes pudieron contemplar la magnitud del desastre. Las casas de la ciudad sobresalían de lo que era una inmensa laguna, cuyo final no podía abarcar la vista. Ya no existía la huerta. No había más que troncos de árboles, restos de viviendas y cadáveres flotando sobre las aguas turbulentas; de vez en cuando sobresalían algunos árboles o tejados donde se apiñaban grupos de personas en espera de que alguien pudiera socorrerlas. Nadie sabía qué suerte habían corrido los habitantes de aquellas zonas que permanecían bajo las aguas.

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15 mayo, 2010

No somos nadie (VII). Fish Tank.

"Life's a bitch and then you die, that's why we get high". Así de cortarrollos termina Fish Tank: con esta frasecita rapeada en el estribillo de una canción de Nas mientran suben los créditos en la pantalla y tú no puedes ni moverte. Acabas de aprender que, en algunas regiones de Inglaterra, una cría de 16 años ya es demasiado vieja. Que a partir de este momento empezará a chuzarse con ginebra barata y a buscar hombres que dejen olor a macho en su sofá mugriento. La película, dirigida por una protegida de Lars Von Trier, Andrea Arnold, me ha impresionado porque encuentra un equilibrio insospechado entre lirismo y crudeza, entre cine documental y delicadísimos trazos de poesía. La parte realista viene dada por detalles como que está protagonizada por una choni de verdad, Katie Jarvis, una chavala a la que encontraron de chiripa en una estación de tren cuando estaba teniendo una bronca con su novio; un pedazo de rabia adolescente en estado puro (y chándal) que ni siquiera era actriz antes de salir en el 97% de los planos de la película. El toque sensible lo da haber rodado con luces rasantes y, sobre todo, no tener miedo a la metáfora. Con una yegua anciana y un California Dreaming ya se puede contar qué siente una chavala cuando comprende que no es nadie. Cuando descubre que si al pez lo sacan del estanque... se muere.

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14 mayo, 2010

No somos nadie (VI). Exterminadores. Una vida bicha.

Uno de los tópicos de Lo Sublime es que los humanos estamos de prestado en un mundo que nos da mil vueltas. En cualquier momento Mamá Naturaleza nos pega una patada en el culo y si te he visto no me acuerdo, pasa un invierno o dos y ya no hay rastro de nosotros, nunca hemos sido nadie. La idea de que la raza humana pueda desaparecer víctima de una pataleta telúrica ha alimentado todo tipo de miedos, profecías y augurios de mal rollo: que si volverán los dinosaurios, que si el mar se desbordará, que si aparecerá una nueva enfermedad y nos haremos caquita sin quitarnos la mascarilla, yo qué sé. Por suerte para mi, soy lo suficientemente romántico como para disfrutar con esa certeza. Sé que en el fondo ni pincho ni corto, que cuando me duermo puede seguir lloviendo y que ahora mismo hay una ola rompiendo en la playa de mi infancia, aunque ya nunca vaya a volver allí. Disfruto sabiendo que el universo va a su bola. Y por eso me lo he pasado pipa leyendo Los Exterminadores, una vida bicha. Escrito por el novato Simon Oliver y dibujado por Tony Moore, este tebeo plantea una hipótesis terrorífica. ¿Y si ahora mismo, mientras escribo esto, estuviese naciendo una raza de cucarachas invencibles? Desde que lo leí duermo con un fus-fús encima de la mesilla, por si acaso. Como reza el subtítulo, en el fondo éste "es un mundo de bichos".
Artículo relacionado: El Eternauta (en Sindrogámico)

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13 mayo, 2010

No somos nadie (V). Jeff Wall y su vista de un apartamento.

Un segundo antes de escribir esta línea me he levantado para ir al baño. Por el camino he atravesado el dormitorio que pintamos el año pasado y casi no me he fijado en la foto de la pared, la que hice desde la terraza de mi antiguo curro. Luego he ido a la cocina y he puesto un poco de pasta a cocer, he derramado un botellín de Mahou encima de una revista pedantorra y he mirado el reloj para que no se me pase la hora de la serie que veo todas las noches. Pura rutina, éste soy yo. Si lo cuento es porque creo que sirve para comprender mejor lo que me fascina de esta foto. La imagen fue realizada por Jeff Wall, uno de los fotógrafos más importantes del mundo, entre 2004 y 2005. Tardó un año en hacerla, el tío. Primero buscó una casa en alquiler que le gustase. Cuando la encontró, invitó a una amiga suya a que se instalase en ella. Le dio dinero y le dijo: 'conviértela en tu hogar'. La amiga escogió los muebles, compró la tabla de la plancha, puso orquídeas junto a la tele y se acostumbró a dejar la ropa encima del sofá. Pura rutina, ésa era ella. Cuando pasó un año y ya iba por casa en calcetines, Jeff Wall hizo la foto. La gracia de la historia está en que el espectador debe decidir si lo que se ve en la foto es real o es una puesta en escena. O sea, si en todo este tiempo la señora ha llegado a ser alguien a través de todo lo que ha acumulado y convertido en rutina. En caso de que la respuesta sea negativa... ¿cuánto tiempo hay que tener una vida para que se considere que es real? ¿Cuántos años cuesta ser alguien?



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12 mayo, 2010

No somos nadie (IV). La función por hacer.

¿Quién es más real, un personaje de ficción o un tipo corriente? El tipo corriente, diría yo: porque huele, porque se rasca cuando le pica, porque de vez en cuando se siente morir y porque a veces se toma un menú Big Mac y luego tiene remordimientos. Tan real como la vida misma, ¿no? Pues no. Después de ver La función por hacer en el Teatro Español ya no estoy seguro. Esta obra, dirigida por Miguel del Arco, plantea la hipótesis contraria: que en realidad el tipo corriente no es nadie. Que no tiene entidad ni consistencia, por mucho que le pique. El personaje de ficción, sin embargo, goza de una inmortalidad inmutable, siempre la misma, aprehensible y fija. Nosotros moriremos y en dos generaciones habremos desaparecido, pero Humbert Humbert seguirá buscando la belleza en los muslos de Lolita, Mortadelo seguirá disfrazándose para escapar de Filemón y Cristo, en la cruz, se preguntará cada Semana Santa por qué su padre le ha abandonado. Este razonamiento, tan devastador que me quita las ganas de salir de la cama, no es original de La función por hacer. El primero que lo hizo fue Luigi Pirandello, allá por los años 20, cuando escribió Seis personajes en busca de autor. Pero Miguel del Arco ha tomado la vieja obra, ha añadido cuatro pinceladas y le ha quedado un montaje de lo más impactante. Como siempre (ayer, hoy, dentro de mil años) Hamlet tenía razón: "ser o no ser, he ahí la cuestión".
Artículo relacionado: Con un seis y un cuatro (III). George Sprott.

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11 mayo, 2010

No somos nadie (III). El bosque 40 y la venganza de los árboles.

No sé si he contado ya aquí que me gustan los árboles. Me gustan los gingkos, los abedules, los robles y los magnolios. En nuestro barrio tenemos una higuera gigante que sobrevive heroica en mitad del asfalto, un olivo al que amo profundamente (aunque me dé alergia) y un montón de prunos que celebran las estaciones del año con más alboroto que las campañas de moda de El Corte Inglés. Los árboles me impresionan, me hacen sacar la cabeza por la ventanilla del coche para verlos mejor. Y, sin embargo, me parece aberrante la campaña de reforestación que está llevando a cabo la cadena 40 principales. Con la excusa de plantar nuevos árboles... ¡diseñan bosques con el logo de la empresa! ¿Queréis naturaleza? ¡Pues tomad publicidad! Los ejecutivos de la cadena más comercial de España han caído en la vieja tentación, tan humana, de ponerle puertas al campo. ¡Ilusos! El único consuelo que nos queda ante tanta vulgaridad es que, por suerte, los árboles durarán más que la Oreja de Van Gogh. Cuando nadie se acuerde de los 40 Principales, cuando nadie sepa quién cojones eran Fernandisco, Joaquín Luqui o Fran Blanco, este bosque seguirá ahí. ¡La victoria final será para la naturaleza, pringaos! ¡Ella siempre gana!

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10 mayo, 2010

No somos nadie (II). Born free, el vídeo censurado de M.I.A.

¿Qué pasa cuando tiras una bomba al lado de un tipo? Que explota. En un segundo pasa de existir a no existir, ya no es nadie. Lo paradójico del asunto es que este razonamiento, aunque sea de cajón, resulta intragable. Cuesta asumir que si un misil hace chas, yo desaparezca de tu lado. Que me volatilice. Nos hemos acostumbrado a la indiferencia de los bombardeos vía satélite que salen en los telediarios. No queremos ver, no queremos comprobar cómo explota un cuerpo. Y por eso cuando vemos el último vídeo de M.I.A. (dirigido por Romain Gavras y censurado en youtube por su violencia explícita), decimos 'hala, qué bruta, se ha pasado'. Es como si pensásemos que la muerte total, con toda su crudeza, no debería ser filmada nunca. Y menos en un videoclip. ¿Por qué? Porque automáticamente se convierte en espectáculo; porque sirve para vender más discos; porque es una forma simplona de polemizar; porque el videoclip es el epítome del producto audiovisual de consumo rápido, y resulta inmoral relacionar la muerte, o la guerra, o la política, con algo tan frívolo. Pero al mismo tiempo, hay una parte de mí que sigue creyendo en el poder de la imagen para transmitir un mensaje. Aunque sea a ritmo de discoteca.
Para ver otro ejemplo de cómo filma (y critica) la violencia Romain Gravras, hay que pinchar en "leer más".

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08 mayo, 2010

No somos nadie (I). El gran éxtasis del escultor Steiner.

Soy un cobarde, me asusto con facilidad, creo en el miedo. Por eso me gusta Werner Herzog. Me gusta que haga películas sobre acochinarse frente al horizonte o echar a correr cuando estalla un trueno. Me identifico con esa sensación tan humana de intuir que eres una mierda, que no pintas un cojón, que si Dios o un oso Grizzly estornudasen te irías al carajo. Frente al super hombre, yo creo en el hombre superado. El hombre derrotado. De Herzog admiro que haya filmado una y otra vez esta idea, que se empeñe en demostrarnos que somos poca cosa. Lo hizo en mi admiradísima Grizzly Man, lo hizo en Encuentros en el fin del mundo y lo hizo en otras mil pelis. Pero yo me quedo con El Gran Éxtasis del Escultor Steiner, la última peli que vi de él. Si hemos de filmar las limitaciones del hombre frente a la naturaleza... ¿qué mejor historia que la de Ícaro? En 1974, Herzog filmó a un esquiador que desafiaba a la gravedad sin alas, sólo con dos esquíes de madera. Para ello utilizó una cámara de alta velocidad que eternizaba los movimientos y sacaba una belleza insospechada del vértigo. De fondo, el hombre como intruso en el bosque; en primer plano, un tipo que se juega el pellejo por diez o quince segundos de vuelo; y en el sofá de casa, espectadores morbosos por si acaba descalabrado. Es, sin duda, lo más sublime que he visto en mucho tiempo.

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07 mayo, 2010

Tipos y retratos. El archivo de la exposición.



Tipos y retratos fue una selección de fotos que Alis y yo expusimos, por cortesía del ayuntamiento de Leganés, en abril de 2010. Las fotos ya no están colgadas físicamente en la sala, pero como soy un tipo ordenado y encima tengo tendencia al sentimentalismo, he sucumbido a la tentación de dejarlas aquí, en mitte. Si realmente la red es la gran biblioteca infinita... ¿por qué no hacer un huequito para este proyecto? Como en las cajas blancas de Ikea, en esta serie he amontonado las imágenes, el primer trailer, una entrevista, un artículo polémico y la explicación de por qué los textos fueron como fueron. Guardar las cosas es una forma de sobrevivir, aunque sea en secreto y nadie se entere nunca. Están ahí y basta, eso es lo que cuenta. Me divierte la posibilidad de poder juzgarme a mí mismo dentro de 5, 10 ó 1000 años. Y, por qué no, también me ilusiona pensar que cualquier internauta despistado puede pasar por aquí y entretenerse con estas historias.

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Tipos y retratos. Santa Muerte. México DF.

Los sacerdotes, los arzobispos y los altos jerarcas de la iglesia mexicana andan escandalizados por el culto a la Santa Muerte. Está prohibido pensar que la muerte sea una persona, y mucho más creer que pueda interceder por alguien. Pero hay miles de personas que opinan lo contrario y levantan altares para pedir favores a la Santa Muerte. Según los expertos, su poder es mayor que el de otros santos porque está a medio camino entre la brujería y el catolicismo, porque juega en las dos ligas. Es común suponer también que la Santa Muerte ampara preferentemente a los delincuentes, ya que su culto causa furor en las cárceles. Pero nadie lo ha demostrado. Desde 1997 hay pequeñas capillas en diferentes partes del país e incluso en Estados Unidos. Y paralelamente, desde 2005 hay también una campaña oficial, instigada por el gobierno, que les quita los privilegios de los que gozan otras asociaciones religiosas.

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06 mayo, 2010

Tipos y retratos. Mayos. Madrid.

Es tradición que los vecinos de Lavapiés celebren la llegada de la primavera con la festividad de los mayos. Antes del invierno estas muchachas eran sólo niñas, pero ahora son elevadas a la categoría de símbolo y representan el renacer de la naturaleza. Los vecinos construyen tronos con flores para conmemorar su fertilidad recién estrenada. La virginidad se ofrece como espectáculo mágico para los cientos de curiosos que alternan misa en San Lorenzo con cerveza en la calle Argumosa. Aunque se suele decir que la verbena de San Antonio de la Florida es la primera de la temporada, los mayos son un buen aperitivo, para ir abriendo boca al casticismo.
NOTA: Ésta es la foto más antigua de Tipos y retratos. La publiqué por primera vez en mayo de 2007. Hace exactamente tres años.

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05 mayo, 2010

Tipos y retratos. Frailes. Puebla, México.

Debajo de las capuchas hay dos muchachos tímidos que no saben cómo comportarse para el fotógrafo. Pero la sombra y el hábito esconden su torpe juventud. En la catedral de Puebla se han reunido chavales y chavalas para celebrar la semana santa. Algunos de ellos llevan camisetas con una foto del nuevo arzobispo, otros van con capucha. Muchos son compañeros de clase o se conocen de vista porque se han cruzado mil veces. Las chicas miran a los chicos y cuchichean. Los chicos enseñan las sandalias y se sienten un poco ridículos, lo justo. El hábito que visten es un homenaje los primeros monjes que pisaron América, doce franciscanos que llegaron al continente cuando se descubrió, como si fuesen doce apóstoles, para evangelizarlo.

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04 mayo, 2010

Tipos y retratos. Soldados. California.

Entre los viñedos de California hay cuarteles del Ejército Americano. Los soldados entran y salen, caminan por el arcén de la carretera y pasan a la gasolinera a comprar revistas. Encontrarse con un sargento y un teniente en la cola del McDonalds es comprensible, incluso frecuente. Pero esta naturalidad es engañosa. En el momento que alguien saca una cámara, los soldados se ponen alerta y esquivan el objetivo. Hay que hablar con sus superiores, dicen, no está permitido fotografiar a un miembro del Ejército Americano. La única manera de convencerlos es asegurarles que no se verá su rostro y que nadie podrá reconocerles nunca. Aunque lleven el nombre escrito en el bolsillo o salgan en el cartel de una exposición.
NOTA: En noviembre de 2008 conté esta misma historia, pero con latinajos.

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03 mayo, 2010

Tipos y retratos. Policías. México DF.

La policía y el ejército mexicanos son propensos a organizar aparatosas demostraciones de fuerza. El turista puede sentarse en una terraza y ver cómo llegan y se van camionetas cargadas de soldados, sometidos a una disciplina exagerada, como actores en una comedia. En general, la policía genera desconfianza porque los agentes exigen constantes sobornos a los conductores. Este pago se conoce como “mordida” y ha pasado a formar parte del folclore popular mexicano. El ejército, a su vez, está enfrascado en la guerra contra el narcotráfico que el presidente Calderón declaró en 2007. Pero eso no impide que todas las tardes, a las seis en punto, un destacamento de la Policía Militar arríe la bandera de la República en la plaza del Zócalo. Y al día siguiente, a las 6 de la mañana, la icen de nuevo.

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02 mayo, 2010

Tipos y retratos. Tuareg con motocicleta. Marruecos.

Merzouga está setecientos kilómetros en línea recta desde Málaga, en dirección sur. Es la penúltima población de la carretera N13 antes de que muera en el desierto, frente a la frontera con Argelia. Hasta allí se desplazan algunos viajeros en todoterreno desde Europa, para dormir en las dunas de Erg Chebbi. En las afueras de Merzouga, junto a las suaves colinas de arena, hay diez o quince hoteles que ofrecen cenas típicas y excursiones en dromedario para pasar la noche en una jaima. A veces estos hoteles incluyen un servicio de viajeros que facilita el movimiento de personas por el desierto. Nadie tiene automóvil propio y los taxis compartidos se llenan pronto. Algunos, como este Tuareg, usan un viejo ciclomotor para ir de un hotel a otro. Pero lo más frecuente es utilizar una bicicleta o un burro. O caminar con la esperanza de que alguien te recoja por el camino.
NOTA: Esta foto se publicó por primera vez en febrero de 2008.

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01 mayo, 2010

Tipos y retratos. Luchador. México.

Vampiro Metálico es un luchador mexicano que ganó 24 combates y perdió 46 entre 2004 y 2008. Algunos de sus rivales en este periodo fueron Dr. Diabólico, los Gemelos Fantásticos o Celestial. Entre combate y combate, Vampiro Metálico rueda anuncios de caramelos en las calles de la ciudad. Para ello es preciso que se maquille los tatuajes y sostenga a algún bebé de vez en cuando. En México no todos los luchadores van enmascarados, pero si usan una máscara se deben a ella y al misterio que genera. Nadie puede verles la cara. La mayor humillación para un luchador es verse obligado a quitarse la máscara en público. El luchador más famoso de México fue El Santo. Según cuenta la leyenda, en una entrevista de televisión le convencieron para que se quitase la máscara, pero cuando comprendió que había sido engañado se le rompió el corazón. Unos días después murió.

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30 abril, 2010

Tipos y retratos. Sombrerero. Berlín.

Los que conocen bien Berlín dicen que allí, si no llevas sombrero, te toman por irresponsable. Que te señalan con el dedo por temerario y te advierten: oiga, se le van a caer a usted las orejas. A mediados de octubre empieza a hacer frío y ya no para hasta verano. El otoño es sólo un invierno con colores, no más. Por eso la fabricación y venta de sombreros es un negocio próspero que está muy bien visto. Es comprensible: en el fondo hacen un bien a la comunidad. El sombrerero es un pilar social, como el médico y el cura, y esa dignidad se percibe en su porte. Mayestático, casi desafiante, seguro de sí mismo. Ocurre igual que en el cuento de Alicia: el sombrerero es quien sabe cuál es el camino a seguir. Hay que ir detrás de él y ponerse lo que él diga, está claro.
NOTA: La apología del sombrero empezó hace meses...

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28 abril, 2010

Tipos y retratos. Pintor del Muro. Berlín.

El muro de Berlín no era un muro, eran dos. Dos muros separados por un campo de tierra donde, todos los días, un guardia pasaba un rastrillo para que se grabasen las huellas de los desertores. De los dos muros, sólo uno estaba pintado: el que daba al oeste. Si pintabas en el muro de dentro podías buscarte problemas, pero fuera era otro mundo, otro país. Por eso, y porque la gente podía sacar fotos y llevárselas a su casa, el muro de fuera y sus grafittis se hicieron mundialmente famosos. Luego se enfrió del todo la guerra fría, se acabaron los dimes y diretes y el muro dejó de tener sentido. Dicen que Sarkozy ayudó a tirarlo abajo, pero no está demostrado. Mientras David Hasselhoff cantaba aquello de I’m looking for freedom, el muro cayó. Y el gobierno, atento a la posteridad, encargó a unos cuantos pintores que decorasen lo poco que quedó en pie. Ahora dicen que es la galería de arte más grande del mundo.
NOTA: Este señor ya salió en el blog Sandisk de PHotoEspaña hace unos cuantos meses.

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27 abril, 2010

Tipos y retratos. Cowboy. Dakota del Sur.

Murcia y Dakota del Sur se parecen en que tienen sitios con nombres que quitan las ganas de ir. En Murcia hay un pueblo que se llama Los Infiernos, y en Dakota del Sur hay un parque nacional que se llama Malas Tierras, Badlands. Los dos son paisajes desérticos, pero ahí terminan los parentescos. Es improbable que un murciano vaya por ahí con sombrero de cowboy, como el señor de la foto. Y también es improbable que Bruce Springsteen componga una canción sobre Los Infiernos, como hizo con las Badlands: “para aquellos que tuvieron la noción, la noción profunda, de que no es pecado estar vivo”. En las Badlands el viento ha rajado las montañas, y cuando llega el verano acampan aquí miles de moteros que vienen a la mayor concentración de Harley Davidson de Estados Unidos. En Los Infiernos, Murcia, probablemente nadie haya tenido nunca una chopper.
NOTA: Algunos días después de escribir este texto descubrí que a sólo 20 kilómetros de la capital murciana, en un paisaje de cárcavas, hay un polígono industrial que se llama Badlands. Por bocazas.

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26 abril, 2010

Tipos y retratos. Mecánico de bicicletas. Berlín.

Lo mejor de Berlín es que si tienes bici, ni te la roban ni te atropellan cuando la usas. Dos fenómenos paranormales que asombran al neófito y provocan un encogimiento de hombros en los locales. ‘En esta ciudad’, suspiran, ‘ocurren cosas bonitas que no tienen explicación’. Como que los perros no ladren. O que los bebés no lloren. Berlín sobre dos ruedas es barato, pone a la gente en forma y justifica la existencia de talleres en cada barrio. En la puerta, una bomba de aire que todo el mundo puede usar. Y dentro, un número sorprendente de herramientas para un artilugio que se basa en un principio mecánico tan simple. El mecánico de bicicletas de la fotografía tenía brazos del tamaño de la cabeza del fotógrafo y, aunque en el momento de redacción de este texto no se había podido comprobar, es posible que pueda aflojar tuercas con sus propios dedos. Sin esfuerzo.

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25 abril, 2010

Tipos y retratos. Mecánico. Nuevo México.

George era un mecánico de Nuevo México que presumía de haber cazado ciervos con sus propias manos. Usando una flecha. Tenía las cabezas de los animales colgadas en la pequeña oficina de su taller, y se rascaba la cabeza calva con sus uñas negras al mirarlas, orgulloso. Esas mismas manos, se habían olvidado de abrochar todos los botones de la camisa el día en que George posó para esta exposición. Por suerte, su taller estaba en una carretera que venía del desierto y regresaba al desierto. No tenía clientes, así que poca gente se daría cuenta de su error. Sólo los ciervos decapitados de su oficina, cubiertos de polvo y de fanfarronería, si hubieran estado vivos.
NOTA: Hay otra versión de la historia de George, escrita con un impulso más experimental, que publiqué en noviembre de 2008.

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24 abril, 2010

Tipos y retratos. Mensajero. New York.

Los mensajeros ciclistas de Nueva York esquivan los atascos con bicicletas de ruedas estrechas que podría levantar un niño. La profesión es más que una forma de ganar dinero, es un modo de vida y una actitud. Hay páginas web, foros y campeonatos. La obligación de ser rápido y de moverse con agilidad condiciona el estilo y los complementos de estos ciclistas, que muchas veces dan el salto al mundo de las tendencias masculinas. Fueron ellos, por ejemplo, quienes pusieron de moda las bandoleras que cuelgan sobre un único hombro. El mensajero que posó para esta foto no llevaba cinturón, sólo una gruesa cadena de seguridad con la que ataba su bicicleta a los árboles. Aquel día había ido a entregar un paquete al MoMA, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pero es improbable que se tratase de una obra de arte.

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23 abril, 2010

Tipos y retratos. Conchero. México DF.

Los concheros de la plaza del Zócalo, en México DF, son danzantes que ejecutan bailes precolombinos y practican taumaturgias ancestrales delante de la catedral. Para ellos, muchos templos católicos todavía conservan la sacralizad de sus remotos antepasados. El motivo es que cuando los españoles colonizaron el territorio levantaron sus iglesias en el lugar donde antes habían estado los templos aztecas. Si les pides que posen para una fotografía, los concheros exigen dinero a cambio porque piensan que con la cámara se gastan las plumas que llevan en la cabeza. También llevan brazaletes y tobilleras fabricadas con caracolas, que se llaman chachayotes y que se utilizan para hacer ruido, como un cascabel. Algunos, cuando no danzan, llevan camisetas Nike.

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22 abril, 2010

Tipos y retratos. Moderno. California.

Berkeley es el apéndice universitario de San Francisco. Una ciudad donde casi el 40% de los habitantes tiene entre 20 y 34 años. Miles de estudiantes con camisetas de Cal, la Universidad de California, según Wikipedia. Aquí fue donde empezó a tomar forma el movimiento hippie, justo antes de cruzar la bahía y hacerse mundialmente famoso en San Francisco. La presencia masiva de jóvenes propicia una atmósfera de tolerancia: hay cines y todavía sobreviven grandes tiendas de discos. El mercado de la segunda mano está extendido entre los habitantes de Berkeley, que consumen todo tipo de productos usados. El chico de la foto era dependiente en una de estas tiendas. Vendía ropa de los años ochenta y zapatillas de baloncesto.

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21 abril, 2010

Tipos y retratos. Señora en un supermercado. USA.

En Estados Unidos abundan los ancianos-jóvenes. Señores y señoras que atraviesan la frontera de la jubilación con los mismos cardados que llevaban hace cincuenta años, cuando todavía bailaban Rock & Roll. Para ellos la edad no está reñida con los vaqueros, la laca o el sombrero de cowboy. Es frecuente verles arrastrar las bombonas de oxígeno por los pasillos de los supermercados, sin perder la sonrisa ni el gusto por los cereales de colores. La señora de la foto accedió amablemente a posar en el gigantesco aparcamiento de un gran centro comercial, en un pueblo perdido de Nuevo México. A su alrededor, otros ancianos comían hamburguesas sentados en los asientos de sus vehículos.
NOTA: En noviembre de 2008 publiqué otra versión de la misma historia.

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