30 julio, 2008

Buenos Aires. Tigre.

En el delta del río Paraná la gente no se mueve con coche, sino con barcos que funcionan como tranvías. Y las casas, en lugar de puertas, tienen embarcaderos con el número colgado en el extremo, para que lo vea el cartero. Una conversación típica podría ser: ¿Dónde vive usted? En Río Sarmiento, número 146. ¿Y qué hace en verano? Lo normal, organizo barbacoas, invito a las primas de mis hijas y nos pasamos la tarde bañándonos en el río. Esta especie de paraíso pantanoso, una suerte de Venecia tropical, se llama Tigre. Y allí se pueden hacer fotos tan veraniegas como ésta (que yo, diligentemente, también he colgado -para deleite de los amantes del detalle- en mi fotolog)

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28 julio, 2008

Buenos Aires. Tierra Santa.

Cita textual de la guía Lonely Planet de Buenos Aires, página 76: Tierra Santa quizá sea un buen lugar para aquellos viajeros que lleguen a Buenos Aires con anhelos religiosos, aunque seguramente atraiga más a los devotos de los kitsch y camp, pues, más que devoción, lo que desprende es un impresionante mal gusto. Situado a sólo 10 minutos del centro, este parque temático religioso, considerado “el primero del mundo”, está estrictamente basado en Jerusalén. (…) En 30 segundos se llega hasta una estatua de Jesús de 12 metros de alto y animada electrónicamente: aparece desde el monte del Calvario, abre sus ojos y finalmente extiende las palmas de las manos hacia los emocionados devotos que hay debajo. (…) Independientemente de las creencias religiosas del viajero, pasar una tarde en este lugar puede resultar una experiencia interesante o deprimente; al menos uno se hará una idea de hasta dónde puede llegar la decadencia de la cultura occidental. (Para ver más fotos, el Señor recomienda una visita a mi fotolog. ¡Hagámosle caso al Señor!).

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25 julio, 2008

Buenos Aires. Señora sobre fondo azul.

Siempre me ha dado envidia la gente que vive en casas de colores. En España, por desgracia, somos devotos de la cal blanca y la maceta de claveles rojos, una combinación que no está nada mal pero que no tiene personalidad. Y yo, encima, tengo una falta de imaginación cromática absoluta. Por eso me arrodillo ante la gente que se desliza con soltura por el tobogán del arco iris, desde la abeja Maya hasta esta noble señora. Ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo por ventanas naranjas y rendijas azules. Nunca podré ser como ella, así que tendré que conformarme con hacerle una foto. (Y no pasarla a blanco y negro, como tantas otras que he subido a mi fotolog).
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23 julio, 2008

Buenos Aires. Pasea-perros.

El tópico dice que tener un perro encerrado en un piso de 30 metros cuadrados es una salvajada. ¿Y qué contesta el porteño? Que si le pagas a un tipo para que lo saque de paseo, la cosa cambia. Sobre todo si también saca al perro de tu vecino del quinto, y al labrador del edificio de la esquina, y a Bobby, y al pastor alemán de ese ejecutivo tan elegante que aparca el coche justo en el mismo parking que tú, y a Danko. Los pasea-perros de Buenos Aires son tan típicos que hasta aparecen en las guías. Pero como en España no los tenemos, yo me dedicaba a perseguirles con la cámara para sacarles fotos con sus rebaños caninos. Para ver otra imagen, hay que pinchar en “leer más”. Y para ver ésta a un tamaño mucho más atractivo, hay que pinchar aquí y saltar a mi fotolog.


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22 julio, 2008

Payasos (I). Soir Blue.



Todo el mundo conoce los cuadros que Hopper pintó sobre gente sin amigos y edificios en el campo. Esta pintura, sin embargo, es bastante menos popular. En ella vemos a un trasunto del propio Hopper caracterizado como payaso. El mensaje es simple e ingenuo: los pintores, pobrecitos, son víctimas de su propia condición de entertainers. Hopper lo pintó cuando era joven e inseguro, y luego se arrepintió durante toda su vida porque sospechó que se había puesto en evidencia. A mí el cuadro me gusta por dos cosas. En primer lugar porque el payaso da muy mal rollo, parece sacado de una pesadilla, y yo tengo una insaciable vena siniestra. Y en segundo lugar, mucho más importante, porque supone la actualización de una iconografía tradicional, la del payaso-artista, que siempre ha estado presente en la historia del arte.
Para terminar, un dato: Hopper tardó cincuenta años en volver a pintar otro payaso. Lo hizo cuando estaba ya a punto de palmar, y el payaso que pintó aparecía despidiéndose. Murió sintiéndose todavía ridículo, pero por lo menos estaba orgulloso de ello. Para ver este último cuadro hay que pinchar en "leer más".

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21 julio, 2008

Buenos Aires. Pimpi.

Este señor trabaja limpiando las tumbas de las familias ricas de Buenos Aires. Se pasa el día metido en nichos de cinco o diez metros de profundidad, persiguiendo cucarachas y sacando lustre a fotos de adolescentes que ahora, si no se hubiesen matado en un accidente de coche, serían viejos desdentados. Su brazo es del tamaño de mi cabeza, y en el bícep tiene grandes cicatrices. Con este currículum, cualquiera diría que se llama Pimpi. La voz de Pimpi, el de las cicatrices y el pelo cubierto de ceniza de crematorio, se desliza desde las profundidades de los mausoleos para hacer filosofía cotidiana sobre la vida y la muerte. De vez en cuando asoma la cabeza al mundo de los vivos y sonríe para la foto, pero el momento no dura mucho. Inmediatamente baja de nuevo las angostas escaleras del infierno y se vuelve a disfrazar de fantasma.
Ésta y otras fotos están colgadas también en mi fotolog.

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18 julio, 2008

Buenos Aires. Autobús.

En Buenos Aires los autobuses no se llaman autobuses: se llaman colectivos. Y más que parecer autobuses, lo que parecen es taxis porque todos están personalizados por sus conductores. De hecho, el arte de decorar carrocerías de colectivo con pintura de colores alegres está tan arraigado que incluso se editan libros para turistas. Esta foto me gusta precisamente porque transmite la sensación de que hay una relación estrecha entre conductor y pasajera, como si fuese un taxi. De hecho, cada vez que la veo me da por pensar que ella está llorando, y que él escucha su historia.
Hay otras fotos de Buenos Aires aquí, en mi fotolog.
Artículo relacionado: Ich bin ein Berliner. Conductor de tranvía.

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16 julio, 2008

Buenos Aires. San Telmo.

El sueño de cualquier fotógrafo es bajar las escaleras de casa y encontrar escenas interesantes. En Buenos Aires yo tuve la suerte de contar con un amigo que vivía justo en el corazón de San Telmo, el barrio más bohemio. Abrías la puerta de casa, dabas cuatro pasos y ahí te estaba esperando la foto. En este caso, la imagen me gusta porque creo que transmite bastante bien la esencia del barrio: calles empedradas de edificios bajos, donde todo está siempre tranquilo y da gusto matar el tiempo. El niño, si no me equivoco, lleva la camiseta de Boca, lo cual es muy argentino y hace que todo sea más perfecto. Pese a todo, creo que la foto respira una atmósfera casi tropical, como si estuviese hecha en Cuba. Y si sólo te fijas en los edificios, me parecen sacados de una película del Oeste. O sea, que si tuviese que describirla con una sola frase, diría que es mi foto cubana de San Telmo cuando parecía el Far West.
(Las demás fotos, sin descripciones tan retorcidas, se pueden ver también aquí, en mi fotolog).

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14 julio, 2008

Buenos Aires. Parrilla.

Yo crecí viendo Tocatta en Televisión Española, así que siento una especial debilidad por las imágenes con humo. Aquellos grupos que hacían playback sobre un escenario brumoso, que movían las nubes a patadas, me dejaron marcado de por vida. Por eso, cada vez que veo una escena donde hay humo, allí que me lanzo con la cámara. El humo denso y algodonado es uno de los mejores aliados del fotógrafo amateur porque siempre otorga a la imagen un componente espectacular, que no es poco. Así, algo tan típico y vulgar (pero también delicioso) como una parrilla argentina parece poco menos que la entrada al infierno.
Si la foto no se ve bien, recomiendo una visita a mi fotolog. Allí está colgada a muchísima más calidad.

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10 julio, 2008

Buenos Aires. Pantalán en el Río de la Plata.

Cuando voy de viaje no suelo hacer fotos desde el autobús. Ni desde el avión, por supuesto. Reconozco que hay veces en que el paisaje resulta tentador, pero creo que este tipo de imágenes casi siempre acaban siendo aburridas e insípidas. Si puedo escoger prefiero acercarme a lo que estoy fotografiando. Cuando estuve en Buenos Aires, sin embargo, me salté la regla. Esta foto está tomada desde uno de los barcos rápidos que cruzan el Río de la Plata para llegar a Uruguay. Me gusta el contraste entre la estructura fragilísima del pantalán y los grandes rascacielos del fondo.
Para ver la foto mucho mejor, sólo hay que pinchar aquí. Automáticamente se abrirá la página de mi fotolog donde está colgada a mayor calidad. Y para saber algunas cosas más sobre esta serie de Buenos Aires, se puede visitar tanto Sindrogámico como eleganTe chaflán.

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07 julio, 2008

Escultura española.

Los ingleses me dan una envidia tremenda porque cada vez que levantan una estatua se monta la de Trafalgar. Justo debajo de la columna de Nelson, sin ir más lejos, en el centro mismo de Londres, hay un pedestal vacío sobre el que cada cierto tiempo se instala una escultura nueva. Y todo el país se pelea por decidir cuál. ¡Igualito que nosotros, que sólo ponemos estatuas en las rotondas de los polígonos industriales! Menos mal que de vez en cuando salta a la prensa la feliz noticia de la inauguración de un nuevo monumento y podemos frotarnos las manos con el ingenio y la inventiva de nuestros escultores. Hace cosa de quince días, por ejemplo, presentaron en Fuengirola un maravilloso monumento al Seat Seiscientos. Yo habría preferido un dos caballos por eso de mantenerme fiel a la tradición de la escultura ecuestre, pero me conformo con esto aunque sólo sea porque es de deliciosamente realista. Pero mi estatua favorita de todas es la que han puesto delante de la Maestranza de Sevilla. Nada menos que Doña María de las Mercedes, mucho más conocida por el apelativo cariñoso que le colocó el populacho: "la madre del Rey". Aunque Doña María no ha sido inmortalizada en la incómoda postura que tan célebre la hizo, me encantan las redondeces del caballo que monta con gracejo. Ya puestos, yo habría rizado el rizo de la blandura y habría puesto directamente un pequeño pony, pero supongo que a más de uno le habría dado un patatús. Hay que conformarse con lo que tenemos, que no es poco, y rezar por que la cosa siga así. ¡Más esculturas, caramba!


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