22 diciembre, 2007

Imágenes de Toulouse (y II). Sandra.

Es mentira que no tengamos prejuicios. Es mentira que no viajemos a los países con una idea preconcebida de lo que nos vamos a encontrar allí. O, al menos, de lo que nos gustaría encontrarnos. Yo, por lo menos, sé que siempre que voy a un sitio trato de hacer fotos conforme a los esquemas mentales que han viajado conmigo. Hay quien opina que construyo imágenes artificiales, pero yo prefiero pensar que más bien reconstruyo las imagenes que tengo en la mente. Un ejemplo claro es este retrato de Sandra. Sandra era la dueña de un bar donde entramos a tomar algo en Toulouse. "Bienvenidos a mi sitio", nos dijo con hospitalidad sincera. Y a continuación desplegó para nosotros todo un repertorio de sorpresas y excentricidades. En cierto modo, Sandra era una especie de Amelie, el último gran estereotipo de la mujer francesa. Con sus medias de colores y su mirada soñadora, se pasaba las tardes preparando bocadillos de espinacas. Y yo, al fotografiarla, no sólo me traje de Toulouse un bonito recuerdo, sino también una de esas reconstrucciones de prejuicios.

Leer Más

18 diciembre, 2007

Imágenes de Toulouse (I). Gilbert Garcin.

Uno de los lugares más interesantes de Toulouse es el Château d'eau, la antigua torre de aguas que ahora funciona como centro de fotografía. Allí tienen una asombrosa biblioteca llena de libros de fotos, y cada cierto tiempo organizan exposiciones. Este invierno, el autor cuya obra han recopilado es un entrañable ancianito llamado Gilbert Garcin. Un señor que, cuando se jubiló hace quince años, decidió convertirse en fotógrafo. Y menudo fotógrafo. En principio, sus imágenes tienen todos los ingredientes para aburrir: Monsieur Garcin sólo hace fotos de sí mismo, y encima les pone títulos tan chungos como La ambición, La promesa de Dios o Mirada a la pintura contemporánea (véase ejemplo). No obstante, cuando uno contempla su obra atentamente, se da cuenta de que éste no es un fotógrafo pretencioso. Sus imágenes no aspiran a explicar el sentido de la vida, sino que se conforman con ilustrar los habituales conflictos del alma. Son pequeños poemas de una simplicidad fascinante, construidos a partir de microcosmos inventados y autorretratos recortados (con tijera). Alis me contó que ella ya había leído sobre Garcin en El País, pero a mí me pilló por sorpresa y me dejó encantadísimo. Fue, sin duda, una gran lección de fotografía. Quien quiera ver más fotos, puede visitar su página.

Leer Más

17 diciembre, 2007

La soledad de los astronautas.

Este fin de semana fui al cine a ver una película sobre astronautas. Se titulaba Interkosmos y era un falso documental sobre los planes de la RDA para colonizar otros planetas. Reconozco que me aburrí un poco, pero aun así me gustó mucho cómo reflejaba la soledad del astronauta. Había dos protagonistas, una mujer y un hombre, que viajaban en cohetes diferentes. Estaban enamorados el uno del otro y mantenían conversaciones larguísimas, a través de la radio, en mitad del espacio. En la película estas conversaciones se escuchaban sobre un plano de la Tierra grabado desde la nave, y era desolador. Los astronautas siempre me han parecido una figura trágica, tan solos y abandonados ahí arriba. A raíz de Interkosmos he estado pensando y he descubierto que muchas las aventuras espaciales que más me gustan son historias de astronautas tristes. Algunas de esas historias están aquí ahora, en estos vídeos. Empezando por la que vi este fin de semana, claro.

Artículo relacionado: La soledad de los profesores.

Leer Más

13 diciembre, 2007

Un hombre que mira ciudades.

Estos días ando completamente obsesionado con el trabajo de un italiano llamado Francesco Jodice. En el Reina Sofía vimos un documental suyo sobre la ciudad de Sao Paulo, y desde entonces no consigo sacármelo de la cabeza. El documental se titulaba Sao Paulo City Tellers y contaba cómo la propia dinámica urbana había creado nuevas profesiones. Francesco Jodice no es exactamente un director de cine, pero había conseguido dibujar un panoraba fascinante y aterrador de la megalópolis brasileña. Jodice se ha especializado en ciudades y se pasea por el mundo con una doble mirada, de antropólogo y de artista. Unas veces hace vídeos y otras veces se limita a tirar fotos, pero en el fondo da lo mismo: lo que más me gusta de su trabajo es que siempre consigue captar la atmósfera de los sitios (y, sobre todo, de la gente que vive en los sitios) a partir de planos estáticos. En su página no hay ni rastro de Sao Paolo City Tellers, pero sí que hay un documental sobre jóvenes japoneses titulado Hikikomori, que ilustra bastante bien esto que trato de explicar. Si alguien tiene media hora, recomiendo encarecidamente que lo busque. Sólo hay que tirar del hilo a partir de aquí.

Leer Más

12 diciembre, 2007

Arte, amor y escaparates.

Me encantan las grandes ciudades porque a veces, si tienes suerte, pueden brindarte inesperados momentos de poesía. Esta misma tarde, por ejemplo, me ha sucedido a mí. En las callejuelas de detrás de Gran Vía, donde se amontonan las putas y los sex-shops, me he topado con una tienda que se llamaba Boutique Solo Amor. A pesar de tener un nombre como ése y de estar en un barrio tan erótico, la boutique Sólo Amor es sólo una tienda de ropa vintage. Pero cuando uno se fija mejor, descubre que en el escaparate han encerrado a dos enamorados, un chico y una chica, para que se desenamoren a la vista de putas, modernetes y curiosos como yo. Se trata de una performance importada de Holanda, y durará hasta el domingo que viene. Cada día que pase, el chico y la chica ensayarán una manera diferente de romper la magia de su amor. El título no podía ser más sugerente: 7 intentos de perderse el uno al otro. Quien no pueda (o no quiera) darse un paseo, puede echar un ojo a este vídeo o a la web. Pero ojo, no hay nada como verlo allí mismo, en el número 38 de la calle Barco. De 11 a 14.30, y de 15.30 a 20.00.

Leer Más

11 diciembre, 2007

Objetos Fascinantes

-“Perdona, ¿tienes hora?”- Por toda referencia horaria, el chaval me mostró este particular reloj. Cuando lo vi, supe que tenía que ser mío.
Este objeto activa mecanismos de memoria infantil que hacen salivar a mis papilas gustativas. ¿Quién de nosotros no ha disfrutado alguna vez locamente comiéndose cada una de estas pequeñas bombas de azúcar hasta acabar con la pulsera entera? A los/las más afortunados/as, les compraban un collar.

No creo que sea su sabor lo que atrae tanto, pues ocurre con ellas como con el carbón de reyes; que sólo sabe a azúcar y que aunque pocos niños se resisten a pedirlo, a muy pocos les gusta de verdad. También se puede pensar que lo que atrae de estos dulces es el hecho de que son varias golosinas en una y que prometen, por tanto, un placer prolongado. Pero lo que realmente las hace irresistibles es que poseen la magia de lo efímero, pues su belleza exterior (se presentan en forma de joyas o complementos) desaparece cuando desempeñan la función de golosinas a la que están avocadas.
Aunque las tradicionales pulseras y collares de azúcar ya eran suficientemente retorcidas en lo que a elaboración conceptual se refiere, esta evolución moderna alcanza extremos de sofisticación con los que mi infancia ni siquiera soñó. Si a los niños de antes se les llamaba la atención por medio de la atracción de lo efímero, ¿qué tipo de estrategia se sigue con los niños actuales? Se me ocurre que el hecho de invitarles a “comerse” un reloj parece incitarles a “comerse” su tiempo. El mensaje subliminal, entonces, sería que la vida no tiene sentido y que no tienen por qué prolongarla cuidando de su salud, sino que pueden comer cuantas golosinas quieran. Aunque también se me ocurre que tras este objeto puede esconderse una justa venganza por parte de los niños contra el bárbaro Cronos, que según creo fagocitaba a sus hijos según éstos iban naciendo.

Y a vosotros, ¿qué os sugiere este objeto fascinante?

Leer Más

Música sin palabras (y II). Cash. I see a darkness.

Vaya por delante que me pirra Johnny Cash, y que la sola mención de su nombre basta para que se me desabrochen solos los cordones de los zapatos. Una vez dicho esto, todo lo que venga a continuación estará libre de juicios incondicionales. A fin de cuentas, de lo que se trata aquí no es de hablar de un cantante, sino de un tebeo: Cash. I see a darkness. Una biografía en viñetas que me ha impresionado, sobre todo, porque dibuja la música. El tipo que la firma, Richard Kleist, parte de un planteamiento muy sencillo: Johnny Cash era un contador de historias. Y a partir de aquí, el paso siguiente es de una lógica aplastante: para transmitir la fuerza de sus canciones, lo más fácil es dibujar estas historias. Parece un razonamiento de Perogrullo, pero a mí se me antoja como uno de los hallazgos más felices de los últimos tiempos. Cash. I see a darkness, es una caja china que, además, incorpora rodillos de música; un mecanismo de espejos donde una historia contiene a otra y cada canción sirve como excusa para experimentar formas de contar. Gracias mil, por tanto, a todos los que me lo regalaron.

Leer Más

10 diciembre, 2007

Música sin palabras (I). Solletico.

Una vez alguien me preguntó por qué me gustaba una canción y yo fui incapaz de explicarlo. Mi gran frustración desde entonces es no saber describir los sonidos. Estoy convencido de que se trata de un don, no de algo que se pueda aprender. Y como yo no tengo ese don, me conformo con encontrar formas alternativas de contar a los demás cómo suenan las cosas. Un ejemplo es este vídeo de un concierto de Solletico. Yo estuve en aquel concierto y me gustó tanto que quería contarlo aquí, en mitte, pero me sentía incapaz de hacerlo. Y mira tú por donde, un día me topo con este vídeo en youtube. Bienaventurados los que tienen acceso a la tecnología, porque ellos trabajarán menos. Gracias a este vídeo me voy a ahorrar un buen puñado de adjetivos que sólo sonarían a tópico. ¿Cómo es el sonido de Solletico? Pues, tal y como yo lo veo, sofisticado y cosmopolita, bastante elegantón y muy, muy contagioso. Solletico es uno de esos grupos que escuchas moviendo primero la cabeza, luego los pies y luego las caderas. Pero vamos, ya digo que las descripciones de sonidos se me dan fatal. Lo mejor es ver el vídeo. Tiene un sonido pobre, pero creo que refleja bastante bien la atmósfera de un concierto de esta gente. Muy recomendable.
Artículos relacionados:

Leer Más

04 diciembre, 2007

Banksy.

Siempre he sentido una enorme debilidad por el arte callejero que va más allá del típico graffiti, porque me inspira y porque me hace sentir a gusto en la ciudad. El más famoso de los artistas urbanos es, probablemente, Banksy. Este señor se pasea por la vida con los modales de un superhéroe, alimentando el mito de su persona mientras los policías de medio mundo se vuelven locos para desenmascararle. Sus diseños suelen ser combativos e imaginativos a partes iguales, con mensajes anti-sistema y un divertido sentido del pop. De todos, los que más me han impresionado siempre son los que pintó sobre el muro de Palestina. Y no sólo porque sean originales y potentísimos, sino porque uno no se espera ver a un graffitero pintando en aquellas tierras.
Si cuento todo esto es porque el otro día una amiga me regaló un estupendo libro sobre Banksy, y entre sus páginas encontré una historia que me impactó. Según cuenta el propio artista, cuando estaba en plena faena se le acercó un viejo palestino y le dijo: “al pintar el muro haces que sea más bonito”. Bansky, halagado, le dio las gracias. Y entonces el viejo continuó: “no queremos que sea más bonito. Odiamos este muro. Vete a casa”.

Leer Más

[REC]

Las pelis de terror me crean un pequeño conflicto porque nunca tengo muy claro con qué criterios valorarlas. En teoría, la calidad de estas cintas debería ser directamente proporcional al nivel de pánico que experimentes cuando las ves. Pero no nos engañemos, que ése es un supuesto falso: se puede provocar mucho, mucho miedo y aun así hacer una película de mierda. Lo he estado pensando un ratito, y al final he llegado a la conclusión de que las mejores pelis de terror son las que te dejan el susto dentro, para que te lo lleves a casa y te dé miedito por las noches. Es lo que me sucedió con [REC], esa siniestrísima versión de 13 Rue del Percebe que Jaume Balagueró se ha sacado de la manga para recogijo de los espectadores masocas. Dos días después de ir al cine me despertó la sed en mitad de la noche, y me levanté a beber agua. Estaba sólo en casa. En cuanto abrí la puerta de la habitación me acordé de una secuencia especialmente escalofriante de la película, una secuencia donde el miedo no procede tanto de lo que has visto, sino de lo que crees haber visto. Mientras trataba de controlar el tembleque de las rodillas, tuve que reconocer que secuencias así son las que hacen de [REC] una buena peli de miedo. Podría volverme loco tratando de explicar en qué consiste exactamente eso de "asustar sin mostrar", pero he preferido colgar este clasicazo de youtube. No sólo ilustra lo que quiero decir, sino que, según dicen, el propio Balagueró lo ha tomado como fuente de inspiración. Si alguien quiere leer un poco más sobre el cine de terror, que visite Sindrogámico.

Leer Más