Es mentira que no tengamos prejuicios. Es mentira que no viajemos a los países con una idea preconcebida de lo que nos vamos a encontrar allí. O, al menos, de lo que nos gustaría encontrarnos. Yo, por lo menos, sé que siempre que voy a un sitio trato de hacer fotos conforme a los esquemas mentales que han viajado conmigo. Hay quien opina que construyo imágenes artificiales, pero yo prefiero pensar que más bien reconstruyo las imagenes que tengo en la mente. Un ejemplo claro es este retrato de Sandra. Sandra era la dueña de un bar donde entramos a tomar algo en Toulouse. "Bienvenidos a mi sitio", nos dijo con hospitalidad sincera. Y a continuación desplegó para nosotros todo un repertorio de sorpresas y excentricidades. En cierto modo, Sandra era una especie de Amelie, el último gran estereotipo de la mujer francesa. Con sus medias de colores y su mirada soñadora, se pasaba las tardes preparando bocadillos de espinacas. Y yo, al fotografiarla, no sólo me traje de Toulouse un bonito recuerdo, sino también una de esas reconstrucciones de prejuicios.
22 diciembre, 2007
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6 comentarios:
Lo curioso es constatar que esas imágenes preconcebidas se confirman en la realidad, como es el caso de Sandra-Amélie. Algunos pensarán que esa es una prueba de que los estereotipos tienen razón y que se corresponden con la realidad, pero yo pienso que más bien es la realidad la que a veces lo hace todo por adaptarse a ellos.
Estrella de Diego, historiadora del arte que dice cosas muy interesantes, habla precisamente de esa idea: "el disfraz largamente vestido acaba por convertirse en esencia".
Sandra es adorable, mucho más que el tapete. Decídselo de mi parte la próxima vez que paséis por Toulouse y vayáis a comer un bocadillo de espinacas.
El disfraz se nos ha quedado a todos pegado a la piel. De fuera adentro. Si nos lo quitáramos no habría nada. Sólo Rouco Varela y el Papa de Roma se muestran como son con sus vestidos de fiesta, con su esencia convertida en disfraz de puntillas y brillos. Porque lo han creado de dentro afuera.
Precisamente ellos son los que menos se creen su disfraz, los que más lo escenifican para los demás.
¿Quién se parece a quién? Parece que nadie ha presupuesto que la película se basaba en gente como Sandra, ya existentes. Los creadores están sobrevalorados a veces. La realidad nunca.
También es posible que Sandra se vuelque al turismo y haya recreado una imagen francesa que sabe que gusta.
Dios no permita, Magapola, tu segunda posibilidad.
¿Qué más da como sea Sandra realmente? Es lo bonito de los retratos, que cada uno se imagina como es esa persona, a qué dedica su vida. Y probablemente nos equivoquemos la mayoría de las veces, pero y la satisfación de imaginarte a la verdadera Amelie de Toulouse? A mí Sandra me encanta y seguro que existe, aunque no sea esta chica.
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