28 noviembre, 2007

La peor banda del mundo. La eliminación de los recuerdos.

Para saber de qué va esto, sólo hay que pinchar aquí.

Leer Más

La peor banda del mundo. El inextricable laberinto del destino.

Para saber de qué va esto, sólo hay que pinchar aquí.

Leer Más

La peor banda del mundo. El insostenible peso de las palabras.

Para saber de qué va esto, sólo hay que pinchar aquí.

Leer Más

27 noviembre, 2007

La peor banda del mundo. El paso de las estaciones.

Para saber de qué va esto, sólo hay que pinchar aquí.

Leer Más

26 noviembre, 2007

La peor banda del mundo. La persistencia de los sueños.

Para saber de qué va esto, sólo hay que pinchar aquí.

Leer Más

22 noviembre, 2007

Garrick.

La nueva obra de Tricicle se basa en dos ironías curiosísimas. La primera es que el humor, si lo piensas, consiste en una serie de fórmulas sencillas que cualquiera podría aplicar. O sea, que la gente paga una pasta por ver algo que, si se empollase el manual de instrucciones, sería capaz de hacer gratis en casa. Habrá quien piense que esto es una burla, pero yo creo que es genial. Garrick, que así se llama el montaje, es como un espectáculo de magia donde un señor te explica cómo se hacen los trucos. Y aquí, señores, me voy a permitir la chulería de usar mi prefijo favorito, “-meta”: Garrick es metahumor, humor a partir del propio humor, chistes sobre cómo contar chistes. ¿Y la segunda ironía? Je, je, ésta es la mejor. La segunda ironía es que, a pesar de que los señores de Tricicle juegan con las cartas descubiertas, sus trucos siguen funcionando. Manda huevos, ¿eh?
(Si alguien quiere buscarnos entre el público, que pinche en "leer más").

Leer Más

21 noviembre, 2007

Christopher Lee y el corta-pega conceptual.

El otro día discutía con un amigo sobre la portada del último disco de Christopher Lee, Revelation. En ella, el intérprete de Drácula aparece recortado y pegado sobre la imagen de una plaza de toros, probablemente la de Ronda. Y detrás de él, también recortadas y pegadas, las figuras de unos bailarines y unos músicos flamencos. Tanto mi amigo como yo nos quedamos flipados ante la simplicidad del concepto, pero no nos poníamos de acuerdo a la hora de encontrar una explicación. Mi colega opinaba que la portada de Revelation, más que simple, es cutre. Y es cutre porque a estas alturas de la película, con 86 años, es muy probable que Christopher Lee haya perdido el rumbo. Yo, por el contrario, pensaba que la simplicidad de la portada era perfectamente coherente con el concepto kitch del disco. Después de todo, estamos hablando de un álbum donde el actor siente la revelación del flamenco y se atreve con temas de El hombre de la Mancha (sí, el musical de Paloma San Basilio) o el inmortal My Way. ¿Por qué no completar la jugada con una portada igual de atrevida? A veces tengo la sensación de que hemos caído en la dictadura del photoshop y del virtuosismo, y que con ello nos hemos olvidado de lo maravilloso que puede ser a veces un collage artesanal, aunque quede cutre. Por tanto, exclamo con orgullo: "¡viva el corta-pega conceptual!".
(Para ver la imagen más grande, sólo hay que pinchar en ella).
Artículos relacionados:

Leer Más

20 noviembre, 2007

José Ramón Sánchez.

Estos últimos días ha aparecido en Madrid una campaña de publicidad sobre la ciudad de Nueva York. Son dibujos alegres que promocionan las compras, los espectáculos y no sé cuántas cosas más de la Gran Manzana. En teoría, cuando uno los ve debería sentir ganas de viajar, pero yo he sentido una enorme nostalgia. ¿Por qué? Porque me han recordado a José Ramón Sánchez. En caso de que alguien no se acuerde, este señor fue el dibujante oficial de la España de los primeros ochenta. Aunque los modernos de mi generación siempre presumen de haber tenido una infancia marcada por La bola de Cristal, en realidad José Ramón Sánchez fue mucho más importante. Al menos para mí. Recuerdo que le veía dibujar en la tele, rodeado de niños, y se me caía la baba. El programa que más grabado tengo es El Kiosco, pero al ver esta cabecera de Sabadabadá he sentido que se activaban recuerdos de los que no era consciente. Actualmente José Ramón hace unos cuadros bastante chungos y padece una pretenciosidad galopante, ya que su próximo proyecto es dibujar la Divina Comedia. Pero yo se lo perdono todo, porque gracias a él, de niño quise ser dibujante.
Para ver la imagen de la campaña de Nueva York que ha provocado este ataque de nostalgia, sólo hay que pinchar en "leer más".




Leer Más

19 noviembre, 2007

EXIT. Flores.

La revista EXIT es una publicación trimestral que me gusta por dos motivos y me irrita por uno sólo. Me gusta porque siempre trae fotos interesantes y porque siempre es monotemática, y me irrita porque suele acompañar las fotos con textos insoportablemente pedantes. El número 28, que acaba de salir, es un monográfico sobre flores. Yo siempre había pensado que las fotos de flores eran un poco rollo, pero gracias a esta revista he descubierto que pueden ser fascinantes. Básicamente, lo que he aprendido es que las flores siempre han funcionado como metáfora sórdida y perturbadora de la vida. “Las flores crecen debajo de los ahorcados, alimentadas por el semen póstumo, por el último hálito de vida, de pasión”, dice Rosa Olivares, la directora, en el editorial. Y a continuación despliega un abrumador repertorio de imágenes de podredumbre, exhuberancia, sensualidad y decadencia floral que viene a reforzar la idea. A quien le guste el otoño húmedo de los charcos y del dulzón olor a muerte, que no se pierda esta revista. Y a quien le apetezca echar un ojo a los contenidos, que visite la web.

Leer Más

15 noviembre, 2007

La infancia, o saber jugar

El pasado fin de semana tuve dos experiencias que me han hecho replantearme este fin de semana que hoy empieza: una fue mi visita al Parque del Capricho en la madrileña Alameda de Osuna, y la otra el visionado del documental de los Hermanos Oligor.
Si tenéis curiosidad por cualquiera de las dos, o por saber qué es lo que va a ser diferente en este fin de semana, leed más.
El Parque del Capricho, gracias a dios todavía no muy conocido, es la joya de los parques madrileños. Se trata de uno de los pocos parques románticos que se conservan en este país (“romántico” en cuanto a perteneciente al Romanticismo, no del género romántico-petardo, claro), y perteneció a la duquesa de Osuna, ésa que retrató Goya y que se dice rivalizaba con la de Alba, “la maja”, la favorita del pintor. Pues bien, la señora duquesa se trajo a arquitectos y escenógrafos franceses para construirse una finca de recreo con la que epataría hasta al más cosmopolita de sus invitados y en la que, ante todo, se divertiría. De esto último me di cuenta al ver una foto de la época en la que unas engalanadas señoronas y unos caballeros con chistera están subidos a unos elegantes columpios de madera, con una inscripción: “los Señores de tal y los Condes de cual se divierten en el columpio de la duquesa”. Parece ser que en este parque jugar no era cosa de niños, sino de adultos; eso sí, ricos. Porque si algo queda claro al visitar el sofisticado Parque del Capricho, además de la perversión implícita en los impúdicos alardes de riqueza de la nobleza, es que esta gente se sabía divertir, y cómo: ¿Hay algo más caprichoso que cavar un pozo profundísimo sólo para crear una ría artificial por la que los invitados navegasen en falúas hasta un lago (con isla y todo), en el que la anfitriona les recibía con un estupendo banquete a la sombra de un quiosco chinés? Sí, probablemente sea mucho más caprichoso el construirse un fortín en miniatura sin privarse de unos elegantes soldados que lo guarden día y noche, o una “casa rural” con huertecito y agricultores incluidos. ¡Dios mío! ¡La buena señora incluso se hizo unas ruinas de ermita “románica” en las que puso, como quien pone un jarrón, a un eremita barbudo! Piadoso, además de pintoresco. Una vida dedicada al placer y al capricho, dirán algunos. Yo diría más; una vida que es eterna infancia, eterna diversión.
En cuanto al documental sobre los Hermanos Oligor y su peculiar obra de teatro Las tribulaciones de Virginia, volví a tener la misma sensación que ante la foto del columpio de la duquesa de Osuna: pese a lo que se dice en la película, la historia que cuentan no es una historia de amor. A mí me parece que el verdadero tema no era otro que la infancia, y la ruptura interior que supone el abandono de la misma. “¿Alguna vez tuvisteis una experiencia tras la que dijisteis -ya está, ya no soy un niño-?” – pregunta a los espectadores un Oligor con cara alucinada. Ése es el drama de los Oligor, llámeselo complejo de Peter Pan si se quiere. El drama del que sabe que la auténtica felicidad (y el auténtico amor) está en la infancia, en el juego. Por eso, y para no dejar de ser nunca niños del todo, se empeñan en seguir jugando, y por eso fabrican esos muñequitos preciosos con materiales de deshecho y los mueven con motores por cuerdas como si fueran funambulistas. Juego, arte.

Mi propuesta es la siguiente: Una vez superados los 5 días de la semana en que estamos obligados a ser adultos responsables, este fin de semana intentemos ser un poco niños. ¿Jugamos?

Leer Más

14 noviembre, 2007

María Zarazúa. Ausencias.

María Zarazúa es una fotógrafa de mirada atenta, gusto por la composición y gran sensibilidad. Si alguien no me cree, que vaya a ver su serie Ausencias al Café Manuela de Malasaña, donde se expone hasta el 12 de diciembre. En esta serie, breve y silenciosa (sólo ocho fotos, todas sin modelo), María trata de rescatar la huella de las personas que habitaron una casa. Son imágenes de una cocina vacía, de una mesa polvorienta o de los objetos acumulados en las estanterías, tomadas con estricta frontalidad y aparente distancia. Pero cuando uno las mira con atención, descubre que hay en ellas un rastro humano, un poso de vida casi apagado que, sin embargo, todavía emociona. Está en la marca que las sillas hicieron al rozar con la pared, en las fotografías amontonadas o en las huellas que los tenedores han dejado, durante meses, sobre el polvo. Contemplando estas imágenes he descubierto una curiosa paradoja: que toda ausencia es, al mismo tiempo, una forma de presencia. Y me parece que es una bonita lección, ¿no?
Para saber un poco más sobre la exposición del Café Manuela, recomiendo leer Sindrogámico.

Leer Más

10 noviembre, 2007

La Zona.

En general soy un espectador bastante prosaico y poco dotado para la trascendencia. Las películas concebidas para hacer pensar me inspiran un rechazo casi inmediato, algunas por pretenciosas y otras por moralistas. Pero de vez en cuando me encuentro con cintas como La Zona, y entonces tengo que reconocer que no todo el monte es mala hierba. La primera película de Rodrigo Plá es la típica historia que parte de un planteamiento sencillo y, sin embargo, crece hasta convertirse en una fábula llena de posibles lecturas. La Zona vine a ser, para que nos entendamos, un felicísimo cruce entre Acorralado y El show de Truman donde el espectador no sabe si lo que está viendo es un thriller, una parábola social o una sátira sin gracia del totalitarismo. Y todo ello, encima, filmado con una elegancia invisible y un sentido natural de la intriga, nada forzado pero de una eficacia pasmosa. Sólo hay una cosa que no me gusta de esta película; para saber qué es, recomiendo leer Sindrogámico.

Leer Más

06 noviembre, 2007

eleganTe chaflán.

Siempre he sentido una pasión absolutamente irracional por Madrid. Vine a vivir a esta ciudad hace cosa de doce años, y desde entonces casi no ha dejado de entusiasmarme. Me gustan las callejuelas, la gente, los agobios, las tiendas, los bares, las historias, los balcones y el metro. O sea, todo. Y por eso me hace muy feliz formar parte de un proyecto como eleganTe chaflán. eleganTe chaflán es un blog sobre ciudades, escrito a cuatro manos, en cuatro ciudades diferentes: Berlín, Liverpool, Buenos Aires y Madrid. Lo de “chaflán” viene de esquina, que es una cosa muy urbana; y lo de “eleganTe” es el punto de distinción que nos hace diferentes. Nuestro objetivo no es contar cómo son las ciudades para alguien que viene de fuera, sino cómo las vive alguien que se despierta todos los días en ellas. Mi esquina, claro, es la de Madrid. Así que a partir de ahora, todo el mundo está invitado a ver cómo hago públicas mis debilidades madrileñas. O cómo mis compañeros hacen públicas las de Berlín, Liverpool o Buenos Aires. En cualquier caso, lo único que hay que hacer es darse una vuelta por eleganTe chaflán.

Leer Más

05 noviembre, 2007

Somos débiles. El siglo XIX en el Prado.

Somos débiles. Todos nosotros. El nuevo Museo del Prado, por ejemplo, es débil porque ha sacado a la luz una colección de pintura del Siglo XIX de la que está profundamente avergonzado. Y yo, por mi parte, soy débil porque me encantan esos cuadros tan horteras. La pintura que se hizo en España entre 1800 y 1900 –y especialmente la que se conserva en El Prado– representa la antítesis más escandalosa de la modernidad. No hay por donde cogerla, a la pobre. Mientras en los demás países se avanzaba hacia los cuadros sin anécdota, los pintores del Prado recreaban enormes escenas históricas. Y mientras el arte contemporáneo descubría el encanto de lo feo, aquí se pintaban retratos de ricachonas guapas. ¿Por qué, entonces, soy tan feliz con todos estos cuadros? Por tres motivos: porque soy un pedante, porque llevo a un hombre del siglo XIX en mi interior y porque es fácil impresionarme. Me encantan los cuadros gigantescos donde los personajes exageran su dolor, y me enamora la aristocracia decimonónica que pintaban Galdós o Clarín. Soy débil, lo sé. Pero no me cuesta nada reconocer que me chifla la nueva exposición del Museo del Prado. Ideal para verla con la abuelita y, encima, presumir de que ya se han visitado las nuevas salas (como yo he hecho en Sindrogámico).
Artículo relacionado: Bañista II.

Leer Más

01 noviembre, 2007

El jinete polaco. Święta Woda.

El Santuario de Święta Woda es uno de los lugares que más me impresionó de Polonia. Se trata de un santuario que lleva funcionando tres siglos, y que atrae a los peregrinos porque tiene una fuente donde brota agua bendita. Lo curioso del asunto es que hace diez años, la Iglesia tuvo la genial idea de declarar la montaña de al lado “Monumento para el Tercer Milenio”. A partir de entonces, los peregrinos que se llevaban agua empezaron también a plantar una cruz. Y después de una década, el lugar se ha convertido en un sobrecogedor cementerio sin lápidas donde uno no sabe si la gente viene a llevarse agua, a plantar una cruz o a hacer fotos, como yo.
Ésta es la última imagen de El jinete polaco que voy a colgar en mitte. Para ver la serie completa, recomiendo visitar mi fotolog. Y para saber más cosas sobre mi pasión enfermiza sobre las cruces, Sindrogámico.

Leer Más