30 abril, 2008

Pickpocket y mi aversión a los actores.

Todos los que me conocen saben que soy muy poco dado a mitificar actores. En el mejor de los casos, la capacidad de interpretación me parece una habilidad como cualquier otra. El único mérito real de cualquier película es del director, y punto. Precisamente uno de mis directores fetiche, Carlos Reygadas, dice siempre que las películas con actores famosos son "películas de disfraces", donde un tipo famosete se pone el disfraz que le manda guión. A través de Reygadas conocí a Robert Bresson, un francés que jamás rodaba con actores profesionales. En películas como Pickpocket (1959), por ejemplo, el señor que hacía de protagonista sólo tenía que poner cara de palo; el resto era el trabajo de Bresson con la cámara y el montaje. He escogido dos secuencias magistrales para ilustrar esto que cuento. La primera es muy interesante porque refleja la angustia y la soledad de cualquier ladrón. La segunda, simplemente, es un prodigio de narración cinematográfica.

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27 abril, 2008

El retrato de Tony Blair.

Estoy fascinado con el retrato al óleo de Tony Blair que acaba de presentarse. En teoría es el único oficial, y será el que cuelgue en el Palacio de Westminster dentro de unos años. El autor se llama Phil Hale. Por un lado, me gusta muchísimo que un género tradicional de la pintura, como es el retrato, siga siendo noticia en esta sociedad hiperfotografiada. Y por otro, me llama la atención que uno de los hombres más poderosos del mundo haya accedido a inmortalizarse con pinta de estar hecho polvo. Lo más interesante de cualquier retrato (entendido a la manera antigua, con posado incluido) es que el modelo dé el visto bueno al resultado final. En el caso de Tony Blair, tan significativo es que esté abatido como que haya dejado que los demás le vean así. Y a partir de aquí sólo caben las especulaciones. ¿Qué pretendías decirle a la Historia, viejo Blair? ¿Que fuiste honesto? ¿Que debería compadecerse de ti? Sólo el hecho de que nos hagamos esta pregunta convierte la pintura en un trabajo memorable, al margen de cualquier consideración política. Por si alguien necesita comparar, he decidido colgar también el retrato que le hizo Wolfgang Tillmans, uno de mis fotógrafos favoritos. Tillmans es famoso por hacer fotos de okupas en pelotas, pero un día se coló en Downing Street y salió de allí con esta imagen del primer ministro: sin chaqueta y con una taza de té en la mano.

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24 abril, 2008

El efecto Paint.

Cuando la gente aburrida habla de lo perniciosos que son los juegos de ordenador, casi nunca menciona el efecto Tetris. Este curioso fenómeno es una consecuencia de prolongadas exposiciones al famoso juego ruso. Al parecer, si dedicas el suficiente tiempo a colocar las dichosas piezas, al final tu cerebro se vuelve un poco loco y empieza a distorsionar la realidad. O lo que es lo mismo: empiezas a ver el mundo a tu alrededor como si todo fuesen formas geométricas sometidas a la ley de la gravedad. Yo nunca he padecido el efecto Tetris, pero sí el efecto Paint. El Paint, por si alguien no lo sabe, es el programa de diseño grafico más antiguo y rudimentario que existe. El tataratatarabuelo del Photoshop, para que nos entendamos. Cuando yo era niño me regalaron un Amstrad CPC6128 y me pasaba las horas muertas con este programa, haciendo dibujos de líneas rectas y colores planos que me parecían obras maestras. Llegué a obsesionarme tanto con el tema que iba por la vida manejando el paint en mi cabeza, simplificando y aplanando las cosas que veía hasta convertirlas en angulosas formas bidimensionales. De aquellos tormentos mentales guardo un maravilloso recuerdo, y por eso he decidido colgar estos vídeos aquí. Los hace un tipo que se llama Emil Ernerfeldt con un programa que se ha inventado él mismo. ¿Qué pasaría si el Paint se sometiese a la misma ley de la gravedad que afecta al Tetris? He aquí un par de hipótesis (con una música regular).

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22 abril, 2008

El nuevo Michel Gondry.

Hace cinco o seis años los modernetes avispadillos nos frotábamos las manos al escuchar el nombre de Michel Gondry. Este Peter Pan francés había irrumpido en nuestras vidas con un torrente de ideas y un exquisito gusto musical, y todos pensábamos que era el advenimiento de un nuevo cine. Si con sus videoclips se nos caía la baba, con Olvídate de mí llegamos a creernos que estábamos ante una cumbre creativa del nuevo milenio. Pero luego llegó la flojísima Ciencia del sueño y se nos derrumbó el mito: lo que en algún momento nos había parecido el triunfo de la imaginación artesanal, se nos reveló como un ejercicio de retórica acartonada (en el doble sentido de la palabra). El último delirio gondrinesco (titulado en España Rebobine, por favor) no es tan lamentable, pero todos sospechamos ya que el pobre Michel ha tocado fondo. ¿Entonces? Muy fácil: como somos monstruos fagocitadores de talentos frescos, hay que buscar un nuevo genio. Y mi amiga, la Petitte Echalotte, me presentó hace algún tiempo a Lasse Gjertsen. Aquí dejo un par de vídeos suyos, para que todo el mundo pueda formarse una opinión. Y me despido con una cita extraída de su página de youtube: "No veo ninguna diferencia entre hacer publicidad y chuparle la polla a un viejo gordo, blanco y rico que lleva traje". ¿Queríamos punk? Tomemos punk.

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02 abril, 2008

Entre la vida y la muerte.

La señora que sale en estas dos fotos es la misma. La diferencia entre una imagen y la otra es que en la primera está viva, y en la segunda está muerta. Ambas fueron realizadas por un fotógrafo alemán que se llama Walter Schels para una serie que se titula Vida antes de la muerte. Walter convenció a un puñado de enfermos terminales para que le dejaran fotografiarles antes de morir y después de muertos. En teoría, el objetivo es naturalizar la muerte, quitarle dramatismo. Pero a mí, sinceramente, me parece un poco escalofriante. Se pueden ver más juegos de vida y muerte si se pincha en "leer más", pero para visitar la nueva exposición de Walter Schels, hay que pinchar aquí.



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01 abril, 2008

Emigrantes.

Este libro no tendría que haberme gustado. No me gustan los dibujos recargados que se inspiran en los cuadros de El Bosco, como éstos. Ni siquiera me gusta El Bosco. Siento un recelo de hombre pobre hacia los libros ilustrados, que casi siempre me parecen desproporcionadamente caros. Y, además, estoy un poco aburrido de leer historias sobre inmigrantes. ¿Entonces? ¿Por qué resulta que Emigrantes me gusta? Porque detrás de esa apariencia de caos y barroquismo hay, en realidad, un esquema perfectamente meditado y ordenado, lleno de simetrías, ritmos y coherencias varias. O porque los bonitos dibujos que suben el precio de la edición están secuenciados magistralmente para contar una historia sin palabras, como si fuese cine, y no se quedan en un preciosismo vacío. O, sobre todo, porque logra plasmar las sensaciones de cualquier recién llegado sin caer en la reivindicación localista, política o panfletaria. Y encima lo hace con un admirable entendimiento entre fondo y forma, entre lo que se cuenta y la forma que tiene de contarlo.
Si alguien tiene ganas de probar cosas nuevas, que lea Emigrantes. Y si simplemente se tienen ganas de conocer a Shaun Tan, que pinche aquí para ver su página o en "leer más" para ver una de esas secuencias narrativas que tanto me gustan en su libro.

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