Estoy fascinado con el retrato al óleo de Tony Blair que acaba de presentarse. En teoría es el único oficial, y será el que cuelgue en el Palacio de Westminster dentro de unos años. El autor se llama Phil Hale. Por un lado, me gusta muchísimo que un género tradicional de la pintura, como es el retrato, siga siendo noticia en esta sociedad hiperfotografiada. Y por otro, me llama la atención que uno de los hombres más poderosos del mundo haya accedido a inmortalizarse con pinta de estar hecho polvo. Lo más interesante de cualquier retrato (entendido a la manera antigua, con posado incluido) es que el modelo dé el visto bueno al resultado final. En el caso de Tony Blair, tan significativo es que esté abatido como que haya dejado que los demás le vean así. Y a partir de aquí sólo caben las especulaciones. ¿Qué pretendías decirle a la Historia, viejo Blair? ¿Que fuiste honesto? ¿Que debería compadecerse de ti? Sólo el hecho de que nos hagamos esta pregunta convierte la pintura en un trabajo memorable, al margen de cualquier consideración política. Por si alguien necesita comparar, he decidido colgar también el retrato que le hizo Wolfgang Tillmans, uno de mis fotógrafos favoritos. Tillmans es famoso por hacer fotos de okupas en pelotas, pero un día se coló en Downing Street y salió de allí con esta imagen del primer ministro: sin chaqueta y con una taza de té en la mano.
27 abril, 2008
El retrato de Tony Blair.
Publicado por Rfa. a las 14:48
Etiquetas: Arte, fotografía
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2 comentarios:
No me extraña que haya elegido ese cuadro. Es un senador romano que ha hecho con moralidad e inteligencia todo el bien por su patria. El cuadro "contestará" las críticas que le van a llover en cuanto tenga los dos pies fuera del poder. Con el paso del tiempo, nadie se acordará de él, pero el cuadro explicará que fue verdadero y honesto. Un cuadro para la Historia. Dan ganas de defenderle.
Siempre me ha parecido un tipo listo (que no es lo mismo que inteligente).
Cuando leí esta noticia me llamó poderosamente la atención el cuadro de Mr. Blair, un político tan apuesto y atractivo retratado de manera tan decadente y envejecido. ¡Y con su consentimiento! No sé, quizá sea el fino humor inglés.
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