Todos los que me conocen saben que soy muy poco dado a mitificar actores. En el mejor de los casos, la capacidad de interpretación me parece una habilidad como cualquier otra. El único mérito real de cualquier película es del director, y punto. Precisamente uno de mis directores fetiche, Carlos Reygadas, dice siempre que las películas con actores famosos son "películas de disfraces", donde un tipo famosete se pone el disfraz que le manda guión. A través de Reygadas conocí a Robert Bresson, un francés que jamás rodaba con actores profesionales. En películas como Pickpocket (1959), por ejemplo, el señor que hacía de protagonista sólo tenía que poner cara de palo; el resto era el trabajo de Bresson con la cámara y el montaje. He escogido dos secuencias magistrales para ilustrar esto que cuento. La primera es muy interesante porque refleja la angustia y la soledad de cualquier ladrón. La segunda, simplemente, es un prodigio de narración cinematográfica.
30 abril, 2008
Pickpocket y mi aversión a los actores.
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2 comentarios:
Pero no nos negarás que una buena interpretación puede hacer brillar una peli... Como una mala puede dar al traste con el mejor de los montajes.
Dos grandes escenas, sin duda. Sobre todo la segunda! Pero estoy con Alis. Se pueden hacer escenas excelentes sin necesitar a los actores, pero cuántos momentos grandiosas nos han dando!
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