17 enero, 2008

Fiestas de San Antón. El perro punki.

Cada vez que en Madrid llega la hora de acordarse de San Antón, la gente saca a sus perros para que el cura los bendiga. En realidad, San Antón prefería a los cerdos, pero hoy sólo tiene cerdo George Clooney, y dudo que él sepa de esta juerga animal. Entre los perros que vienen hay de dos tipos: vestidos y desnudos. Los que van en pelotas, a pesar de estar en presencia del santo, no escandalizan a nadie. Y los que van vestidos, como Chueca y Malasaña pillan al volver la esquina, pueden llevar hasta camisetas de punkis. Pobres, los pobres, tan anarquistas y de misa en misa. Vida de perros...
(Para más fiestas de San Antón, Sindrogámico).

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15 enero, 2008

Viaje a Darjeeling.

En Sindrogámico he contado que Wes Anderson me gusta, pero que casi nunca me satisface del todo. Cuando fui a ver Viaje a Darjeeling, por ejemplo, tuve la sensación de que a la historia le faltaba consistencia, que le sobraba una pizca de onanismo y que se echaban de menos unas cuantas semanas más de escritura de guión. Eso sí, me encantó cómo estaba filmada. Wes Anderson tiene una especial habilidad para construir espacios con la cámara, y eso es tan infrecuente que hay que celebrarlo. A mi entender, casi todos los directores utilizan el encuadre y los travellings para enfatizar movimientos o sensaciones, y al final su planificación pierde fuerza, se vuelve invisible. En el cine de Anderson no ocurre eso, sino que los movimientos de cámara localizan a los personajes en un espacio concreto, perfectamente delimitado y (lo más importante) dramático. No es casualidad que Life Aquatic transcurra en un submarino y que Viaje a Darjeeling lo haga en un tren. Con sus característicos travellings paralelos y sus panorámicas en ángulo de noventa grados, este hombre logra que el espectador se meta físicamente dentro de la película. Podría seguir explicándolo, pero creo que el mejor modo de ilustrar lo que trato de decir es ver un ejemplo. Y por eso he colgado aquí el famoso corto Hotel Chevalier, que todo el mundo busca en Internet para verle el culo a la Reina Amidala. Le faltan 2 minutos al principio, pero no son importantes. Para echarle un ojo, sólo hay que pinchar en “leer más” (¡y rezar por que funcione, que a mí a veces me falla!).

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09 enero, 2008

La curiosidad mató al gato.

Uno de los fenómenos más curiosos de internet en 2007 ha sido un vídeo que, paradójicamente, nadie es capaz de ver. Se titula 2 girls, 1 cup, y si uno lo busca en youtube sólo encuentra reacciones de gente que lo está mirando. A juzgar por la cara que ponen, lo que ven no les gusta absolutamente nada. Del vídeo original, ni rastro; uno tiene que imaginárselo a partir de la música que se escucha y de las caras de repugnancia o sorpresa del personal. Por supuesto, enseguida se siente curiosidad: "¿cómo será el vídeo, que provoca reacciones tan extremas? ¿Lo busco o no lo busco?". Yo soy demasiado curioso como para resistirme, y al final lo busqué. Sólo aguanté tres o cuatro segundos delante de la pantalla antes de levantarme y dejar de mirar. Grité, se me revolvió el estómago y sentí un asco profundo. Sabía que me iba a pasar eso porque había visto a un montón de gente sintiendo lo mismo que yo, pero la curiosidad fue más fuerte que el miedo. Y eso es precisamente lo que me llama la atención de este fenómeno: el poder de sugestión que tiene. Por eso, en lugar de colgar aquí un link a la página donde está el vídeo original, he preferido colgar sólo algunas reacciones. Si alguien quiere seguir tirando de la hebra y está dispuesto a teclear "2 girls 1 cup" en Google, eso es cosa suya. Pero que conste que yo no lo recomiendo...

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07 enero, 2008

Deseo, peligro y la duración de las películas.

Una amiga mía dice que Deseo, peligro es una versión china de El club de los Cinco. Según ella, la profundidad de la trama no va mucho más allá de las novelas de Enyd Blyton. Y yo, en parte, estoy un poco de acuerdo: el bueno de Ang Lee siempre se las apaña para colarnos historias bastante simplonas como si tuviesen una enjundia sin precedentes. El ejemplo más claro está en la sobrevaloradísima Brokeback mountain, pero con Deseo, peligro ha vuelto a hacerlo. Lo curioso del asunto es que Ang Lee utiliza cada vez un truco diferente para parecer un director serio. Brokeback mountain, por ejemplo, nunca habría pasado de mero telefilm romanticón si no hubiera sido porque los protagonistas eran dos pastorcillos traviesos que ruborizaban a los espectadores con sus juegos de pradera. Y Deseo, peligro, no habría pasado de excelente thriller erótico si no hubiera sido porque dura casi tres horas. Y claro, como todo el mundo sabe, la trascendencia de una película es directamente proporcional a su metraje. A mí Deseo, peligro me gustó bastante, pero creo que no hace falta estirar las cosas para que parezcan más profundas. Siempre he admirado más a los directores que saben condensar que a los que se dejan llevar por sus diarreas creativas. Y aunque Deseo, peligro es ya una estupenda película, sería mucho mejor si durase una hora menos. Si alguien quiere saber lo que opino sobre las escenas guarras, que lea Sindrogámico.

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