30 septiembre, 2008

Anuncios que molan (I). Anti-plasta murciano.

El invento más portentoso que he manejado jamás es la cinta americana. O cinta guiri, que es como yo la llamo. Si viajas con un rollo en la mochila puedes estar más tranquilo que cuando te dormías con los cuatro ángeles de la guarda sentados en las esquinas de la cama. Gracias a su extraordinaria dureza y a su insólito poder de adherencia, está demostrado que la cinta guiri vale lo mismo para un roto, un descosido o hasta una fractura de fémur. Sólo hay que ponerle empeño y una fe tan ciega como la que yo tengo; al final siempre funciona. En el otoño murciano, que es la estación más propicia a las letras, lo han usado para fomentar la lectura. Con un poco de cinta guiri y una funda de condón, los creativos de una agencia llamada Fundación 33 se han currado el Anti-plastas, un artilugio de eficacia inapelable. Tan fácil de usar que apenas necesita instrucciones, sólo cuatro dibujos. El único efecto secundario es que te quedas sin amigos. Pero… ¿quién quiere amigos, cuando tienes un libro? Para ver aplicaciones del Anti-pasta, sólo hay que pinchar en "leer más".



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29 septiembre, 2008

Aire amarillo (y II). Los Coppola por Leibovitz.

Durante años mi bibliotecario pensó que yo era idiota porque en la foto del carnet de la biblioteca salía con la boca abierta. Habría sido fácil explicarle que todo era culpa de un chicle que estaba masticando en el fotomatón, pero ni siquiera me tomé la molestia de hacerlo. En el fondo, yo sospechaba que aquella foto ridícula me hacía parecer más interesante que si hubiese posado con cara de leer muchos libros. Justo lo contrario de lo que pasa con la familia Coppola: ellos posan con cara de gente lista y, sin embargo, parecen idiotas. La responsable de tal despropósito es Annie Leibovitz, que trabaja a cuenta de los pijazos de Louis Vuitton. Ojo a la situación que ha fotografiado para promocionar bolsos: un Francis Ford Coppola más gordo que nunca aleccionando a su hija sobre los secretos del séptimo arte. El director lleva unos papeles en la mano, pero Sofía no toma nota; simplemente se deleita con el torrente de ideas (y probablemente también de saliva) de su padre. La delirante escena, que parece estar ocurriendo en la sabana africana, está bañada en una luz amarilla. Y el eslogan es: “Dentro de cada historia hay un precioso viaje”. ¿No habría sido mejor que saliesen con la boca abierta, querida Annie?
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26 septiembre, 2008

Aire amarillo (I). Vicky Cristina Barcelona

Woody Allen es un hombre viejo y sabio. Hace tiempo que aprendió que si quieres que la gente hable sobre la fotografía de tu película, puedes hacer una de estas dos cosas: o grabar sitios bonitos o tintar los planos de amarillo para darles una estética más pictoricista. Si aplicas las dos reglas, entonces el éxito está garantizado; la gente se queda tan encantada que ni siquiera hace falta que tu película sea buena. Es bonita, y punto. ¿Quién va a fijarse en lo demás? Escribo todo esto después de haber visto Vicky Cristina Barcelona. Para filmar este sentido homenaje a España, el director judío ha cogido al Javier Aguirresarobe de Mar Adentro y a un guía turístico, se los ha llevado de cañas por Les Corts y les ha dicho lo siguiente: "Mira, Javier, tú sólo tienes que hacer que la película parezca un cuadro de atmósfera amarilla. Y tú, guía turístico, tienes que decirle a Javier dónde están los sitios más bonitos de la ciudad, para que él coloque allí su cámara. Si los dos lo hacéis así, ya veréis qué bien nos sale la jugada". Dicen que todo el cine de los años sesenta en España se filmó con una cámara robada a los americanos. Yo, por mi parte, espero que el cine español del siglo XXI no se haga con los consejos robados a Woody Allen.
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24 septiembre, 2008

Ana Locking y la pedantería.

El tópico era mentira: la gente que sólo se dedica a ir guapa puede ser interesante. Lo descubrí en la Pasarela Cibeles de este año, pomposamente rebautizada como Madrid Fashion Week. Allí, la diseñadora Ana Locking presentó una colección donde lo de menos era la ropa y lo de más el profundo trasfondo cultural. Según cuenta en la nota de prensa, toda su inspiración venía de un tal Alexander Stepabonner Marcus, físico ruso que murió en París hace ahora 50 años. El artículo de la Wikipedia en español sobre este señor explica que Marcus "fue una de las mentes científicas más preclaras de su tiempo, y muchos historiadores lo consideran el científico del siglo XX que más influencia ha tenido sobre la física actual". Y menciona comentarios halagüeños de colegas como el mismísimo Einstein. ¿Por qué? Básicamente, porque Marcus inventó una máquina que utiliza vapor de agua para decirte cuánto éxito vas a tener en la vida: el Arco del Triunfo. Lo llamativo es que si buscas "Alexander Stepabonner Marcus" y "arco" en Google, apenas te salen cinco entradas. Esa "mente preclara" que ha inspirado a la cultísima Ana Locking ni siquiera aparece en la Wikipedia anglosajona. Pero bueno, da igual. Lo importante es que gracias a los experimentos de científicos tan relevantes, la moda española se reviste de cultura y prestigio intelectual. Y luego salen textos tan cargados de literatura como el que ha escrito la propia Ana Locking para describir su colección. Si alguien quiere echarle un ojo, que pinche en leer más. No garantizo que se entienda lo que quiere decir, pero la musicalidad de su prosa es tan embriagadora que da exactamente igual.
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Según aparece en la página web de Madrid Fashion Week, la colección de Ana Locking se podría describir de la siguiente manera: "Un comienzo en seda gris mercurio con el chiffon, crepe satin y el mikado en evolución ascendente hacia los azules tinta y verdes lima, a través de la taffeta, el dupion, y la falla imperial. Alcanzando la cima del arco con el negro del duchesse satin, la rafia y el lino, todo salpicado de bordados de pedrería de cristal de swarovski, para finalmente ir descendiendo a través del arco con la mezcla del visón y marfil en organza, chiffon, pailette y crepe satin". Para ver el texto completo, con las referencias al Arco del Triunfo de Alexander Stepabonner Marcus, hay que pinchar aquí.


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14 septiembre, 2008

El acelerador de partículas.

Quien más, quien menos, todos hemos sentido una pizca de emoción con el nuevo acelerador de partículas. Por primera vez en mucho tiempo la ciencia ha logrado calar en el imaginario popular. A mí, que soy bastante pedante, me gusta pensar que todo se debe a que ha regresado un concepto manejado por los estetas del siglo XIX: lo sublime. ¿Y qué es lo sublime? Básicamente, lo que no se puede controlar: las tormentas, la oscuridad, el infinito. A los pintores y a los escritores románticos se les caía la baba con este asunto. Luego, con el tiempo, lo sublime pasó de moda. El abrumador poder de sugestión que una vez había tenido quedó reducido a fórmulas tópicas de tanatorio, como decir que "no somos nadie". Pero con el acelerador de partículas, que puede significar el fin del mundo, otra vez volvemos a sentir que la naturaleza nos desborda. Y el escalofrío de placer que produce el hecho de estar haciéndose caquita ha recorrido el universo. Hace cien años algún poeta exaltado habría compuesto un poema best seller que rimase con "abismo" o con "destino incierto"; ahora tenemos un logo de Google y un rap cutrón que ya lleva casi tres millones de visitas en youtube. Tal y como yo lo veo, las dos cosas son lo mismo.





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09 septiembre, 2008

Somos débiles. Emilia Pardo Bazán.

Somos débiles. Por dentro estamos hechos de un oscuro plasma que se estremece de empatía con el dolor ajeno, y no podemos evitarlo. A mí, por lo menos, me seducen el horror y la truculencia de la España más negra. Me he dado cuenta después de pasar estos últimos días leyendo cuentos de Emilia Pardo Bazán. La escritora gallega, probablemente la más prolífica cuentista de nuestra literatura, tenía una obsesión casi enfermiza por sacar a relucir los trapos sucios de su terruño. Los cuentos que publicaba en los periódicos están trufados de asesinatos, venganzas y aldeanos salvajes que apaleaban a sus hijos. Ni rastro de sofisticación urbana ni de estampas bucólicas como las de Mar Adentro. Soy consciente de que esta España asesina y salvaje, sacada de las páginas de sucesos, no encaja en los estereotipos socialmente aceptados. Pero también sé que experimento un placer morboso con lecturas así, una especie de patriotismo enfermo, como si me sintiese más a gusto en un país de locos. Si alguien quiere hacerse una idea de cómo son los cuentos de la Pardo Bazán, que pinche en "leer más". He colgado un extracto.

La Mayorazga de Bouzas se publicó originariamente en 1886, en La Revista de España. Es la historia de una mujer, la Mayorazga, a la que su marido pone los cuernos con una modistilla. Cuando lo descubre, comprende que la única persona en la que puede confiar es su hermano de leche, Amaro. Yo sólo voy a copiar el final, cuando se encuentra frente a frente con la modistilla a la que se está tirando el marido:

Al caer sobre ella la mirada de la ofendida esposa, los nervios de la muchacha se crisparon y sus pupilas destellaron una chispa de odio triunfante, como si dijesesn: "Puedes matarme; pero hace media hora tu marido descansaba en mis brazos". Con aquella chispa sombría se confundió un reflejo de oro, un fulgor que el sol naciente arrancó de la oreja menudita y nacarada: eran los pendientes, obsequio de Camilo Balboa. La Mayorazga preguntó con voz ronca y grave:
- ¿Fue mi marido quien te regaló esos aretes?
- Sí - respondieron los ojos de víbora.
- Pues yo te corto las orejas - sentenció la Mayorazga, extendiendo la mano.
Y Amaro, que no era manco ni sordo, sacó su navajilla corta, la abrió con los dientes, la esgrimió... Oyóse un aullido largo, pavoroso, de agonía; luego, otro y sordos gemidos.
- ¿La tiro al Sil? - preguntó el hermano de leche, levantando en brazos a la víctima, desmayada y cubierta de sangre.
- No. Déjala ahí ya. Vamos pronto a donde quedaron las caballerías.
- Si mi potro acierta a soltarse y se arrima a la yegua..., la hicimos, señora ama.
Y bajaron por el monte sin volver la vista atrás.

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05 septiembre, 2008

Máquinas&Almas.

He aquí el típico ejemplo de exposición que parece moderna pero no lo es. Por muchos robots, lucecitas y ordenadores que tenga, la muestra del Reina Sofía sobre arte digital y nuevos medios es intrínsecamente reaccionaria. No hay más que fijarse en el título: maquinas&almas. ¿Almas? ¡Por dios! A estas alturas de la película, el alma es hortera. Hace mucho tiempo que el arte sentimental, el de los artistas cursis que crean para expresar sus emociones, dejó de estar de moda. Una de las grandes conquistas del siglo XX fue la intrascendencia artística. ¿Por qué retroceder? Me da la sensación de que el Reina Sofía ha montado esta exposición con un cierto sentimiento de vergüenza, como si la única forma de legitimar el arte digital fuese dándole un toque de trascendencia ñoña. Desde mi punto de vista, lo verdaderamente vanguardista habría sido montar una sala con juegos de ordenador o con acceso gratis a tu cuenta de correo electrónico. Si quiero objetos y máquinas con alma no me hace falta darme la caminata hasta el museo. Me pongo el vídeo que acompaña este post, y listo.



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03 septiembre, 2008

Cine de justicieros (y II). Tropa de élite.

He descubierto cuál es el talón de Aquiles del cinéfilo progre: Brasil. Todo lo que huela a Brasil hace que la coherencia intelectual del gafapasta se vaya a tomar viento. Por algún extraño motivo, la combinación en la pantalla de samba y fabela provoca un cortocircuito neuronal, una confusión de valores, un "no me he enterado de nada". Lo noté por primera vez hace algún tiempo, en 2002. Aquel año todos los que fueron a ver Ciudad de Dios creyeron que habían visto una crónica documental de la miseria en Río de Janeiro, cuando lo que en realidad les habían proyectado era un videoclip de tiros. El progre, cuya tendencia natural es la intolerancia hacia la estética de la violencia, manifestó una insólita condescendencia con los disparos y las persecuciones de la cinta de Meirelles. ¿Por qué? Por el factor Brasil, que le nubla la mente. Ocurrió entonces y ha vuelto a ocurrir con Tropa de élite. Esta película no sólo se ha estrenado en todos los cines favoritos de la progresía, sino que además llega con el espaldarazo intelectualoide de la Berlinale. Si a eso le sumas que es una historia de fabelas... ¿cómo va a ser capaz el pobre gafapasta de distinguir la cruda realidad? Allí donde este sesudo cinéfilo cree ver una nueva denuncia de la injusticia social, lo que en realidad hay es un escalofriante panfleto fascista. Menos mal que estoy yo para traer la luz. Básicamente, el verdadero mensaje de Tropa de Élite es que frente a la corrupción policial y la delincuencia en las fabelas sólo hay una opción: hostias, hostias y más hostias. Ni abogados, ni políticos, ni nada: hostias. Hostias repartidas por el justiciero más chungo de Brasil, el capitán Nascimiento.

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01 septiembre, 2008

Cine de justicieros (I). El Caballero Oscuro.

Construir un buen personaje es difícil, y si encima es un tipo que se pasea por ahí con capa y antifaz, mucho más. Pero Christopher Nolan y su hermano Jonathan lo han conseguido. El último Batman, el que ellos han escrito, es de lejos el más complejo e interesante de todos los que se han filmado hasta ahora: un pobre desgraciado marcado por un destino trágico de resonancias casi shakesperianas. ¿Y cómo lo han logrado? Ahí está la gracia. Lo han conseguido con un personaje básico y elemental, escandalosamente primitivo. Si Bruce Wayne, el alter ego del murciélago, no pasa de ser un putero con veleidades sociales, cuando se coloca la máscara de superhéroe viene a convertirse en un gruñón bruto y visceral. El mérito de estos dos hermanos guionistas está en haber tejido alrededor de su bestia una maraña de relaciones comprometedoras. El hombre murciélago podrá ser un soso, pero los conflictos y dilemas a los que le arrastran su amiguita de la infancia, el fiscal de Gotham y (sobre todo) el genial Joker, acaban por hacer de él toda una víctima incomprendida. Un Caballero Oscuro que, acorralado por las circunstancias, se verá obligado a hundirse en las sombras para regocijo de espectadores como yo.

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