21 marzo, 2007

Arte conceptual y frigoríficos.

El arte conceptual es divertido. En el fondo, sólo se trata de mezclar ideas y ver lo que sale. Como cuando resuelves jeroglíficos. Con tal de que tengas un buen punto de partida, el entretenimiento está garantizado. O sea, que tienes que partir de un objeto que ofrezca muchas connotaciones posibles. Como, por ejemplo, un frigorífico. Sí, sí, un frigorífico. ¿Qué puede representar un frigorífico? Se me ocurren dos conceptos: frío y comida. ¿Y qué connotaciones tienen estos conceptos? Frío representa muerte, ¿no? Y comida representa vida. Pues bien: ¿qué saldría de combinar las ideas de comida y frío? ¿Algo bueno o algo malo? La cosa se pone todavía más jugosa si los frigoríficos son los que había en Cuba antes de la Revolución. Fabricados por la General Motors, además. En la Casa de América, cincuenta cubanos se han puesto a probar combinaciones de estos elementos y les ha quedado una exposición muy maja. Conceptual, pero muy maja.

2 comentarios:

Alis dijo...

¿Qué quieres decir con eso de "conceptual, PERO maja"? Uyuyuy... aver si Rfa. va a tener algo en contra del arte conceptual...

A mí, sin embargo, me parece la opción más interesante y divertida. El propio nombre lo indica: es un arte que propone conceptos.
Desde el momento en que, en 1965, al bueno de Joseph Kosuth se le ocurrió exponer juntas una silla, una foto de una silla y la definición de silla del diccionario, estábamos salvados: por fin, el espectador tenía algo que hacer al ponerse delante de una obra de arte; ¡pensar!
El arte conceptual implica, qué duda cabe, mucho más al espectador, y eso quiere decir que nos considera más listos.
Y eso gusta, ¿no?

Rfa. dijo...

El día en que al espectador de una obra de arte se le concedió el derecho a pensar, también se le condenó a tener miedo de ser idiota. Y eso fue una putada.