30 diciembre, 2010

No somos nadie (XXIV). Homenaje a Anagrama.

El gruñón Javier Marías dice que nunca leería libros de Anagrama. Y mucho menos los compraría. Decidió volverse así de radical cuando se peleó con Jorge Herralde, fundador y dueño de la editorial, allá por 1995. Yo admiro y leo mucho a Marías, pero no siempre estoy de acuerdo con sus pataletas. Por mucho que vaya por ahí diciendo que "todos los editores son proxenetas dedicados a traficar con putas de postín", sigo comprando los títulos que publica Jorge Herralde. Gracias a Anagrama he pasado ratos estupendísimos con las novelas de Patricia Highsmith, de Julian Barnes o de Houllebecq. La conjura de los necios es uno de los libros que más me ha divertido jamás, y Lolita es una debilidad personal. ¿Cómo voy a renegar de una editorial que ha hecho tanto por mi pedantería? Al contrario: doy gracias por tener algo así en España. Y por eso me da pena que hayan acabado vendiendo Anagrama a una empresa italiana. Aunque esa empresa sea una editorial tan novelesca como Feltrinelli, fundada por un tipo que murió intentando colocar una bomba. Creo que la pérdida de los inconfundibles libros amarillos nos deja un poco huérfanos, impotentes, más cerca de no ser nadie. Como dice un amigo mío, son asuntos como éste los que de verdad deberían preocupar a la ministra de cultura. Pero bueno, qué se le va a hacer. Por mi parte, lo único que se me ocurre es publicar este pequeño homenaje a modo de agradecimiento. Ojalá lo acabe leyendo Marías.

1 comentario:

NáN dijo...

Ya sabes, Mitte, a los viejitos no hay que hacernos mucho caso cuando rebuznamos.

Y lo de Feltrinelli, prefiero no leerlo (ahora) porque es uno de mis personajes favoritos. Eran los tiempos de plomo, no siempre fáciles de entender desde hoy.

Y no ponía una bomba contra personas, sino contra rpetidores de televisión. Me parece una actividad digna. Quizá sacar adelante Sálvame, La Noria o Gran hermano sean actividades mucho más dañinas y aterrorizantes.

La lista de libros de Anagrama que he leído es muy larga. Lo que no quita que prácticamente esté de acuerdo en que los grandes editores, hoy, juntan pelas para follarse a putas caras. Tampoco me importa porque soy una persona de mucha ética pero poca moral.