"Life's a bitch and then you die, that's why we get high". Así de cortarrollos termina Fish Tank: con esta frasecita rapeada en el estribillo de una canción de Nas mientran suben los créditos en la pantalla y tú no puedes ni moverte. Acabas de aprender que, en algunas regiones de Inglaterra, una cría de 16 años ya es demasiado vieja. Que a partir de este momento empezará a chuzarse con ginebra barata y a buscar hombres que dejen olor a macho en su sofá mugriento. La película, dirigida por una protegida de Lars Von Trier, Andrea Arnold, me ha impresionado porque encuentra un equilibrio insospechado entre lirismo y crudeza, entre cine documental y delicadísimos trazos de poesía. La parte realista viene dada por detalles como que está protagonizada por una choni de verdad, Katie Jarvis, una chavala a la que encontraron de chiripa en una estación de tren cuando estaba teniendo una bronca con su novio; un pedazo de rabia adolescente en estado puro (y chándal) que ni siquiera era actriz antes de salir en el 97% de los planos de la película. El toque sensible lo da haber rodado con luces rasantes y, sobre todo, no tener miedo a la metáfora. Con una yegua anciana y un California Dreaming ya se puede contar qué siente una chavala cuando comprende que no es nadie. Cuando descubre que si al pez lo sacan del estanque... se muere.
15 mayo, 2010
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