22 febrero, 2010

Con un seis y un cuatro (XIV). Bert Teunissen en Fotoencuentros.

Hace millones de años me enseñaron que uno puede construir su autorretrato por adición o por sustracción. Un retrato aditivo es el que se construye a partir de la acumulación de elementos, aquí mi grupo favorito, aquí el periódico que leo, aquí la serie que me quita el sueño, aquí el libro que terminé ayer, éste soy yo. Un retrato sustractivo, por el contrario, es el que busca la esencia a partir de la depuración, eliminar lo superficial y dejar sólo lo que de verdad forma parte de mí, como salir en pelotas en la foto. Si tuviera que clasificar las fotos que Bert Teunissen ha expuesto en el Fotoencuentros de Murcia según este criterio, me inclinaría a decir que son retratos aditivos porque los detalles que rodean a los personajes son tan descriptivos como sus caras. No es lo mismo ver a una abuela tal cual, que verla en su cocina con la estampita del santo en el que cree clavada en la pared. Pero después de mirar varias fotos, qué curioso, también me da por pensar justo lo contrario, que los modelos de Bert Teunissen posan con austeridad quijotesca, desprovistos de todo, rodeados sólo de moscas y de silencio. ¿Entonces? No sé, seguiré mirando la página de Teunissen, a ver si me aclaro...

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