09 febrero, 2010

Con un seis y un cuatro (V). Pierre Gonnord.

Hubo un tiempo en que a los fotógrafos les daba vergüenza ser fotógrafos y se hacían pasar por pintores. Eso de dar al botón y punto les retorcía la conciencia artística, era un procedimiento que no reportaba prestigio ni credibilidad. Había que forzar poses rebuscadas, iluminar con teatralidad, retocar aquí y allá con un pincel, con un truco de revelado o con un poco de colorines, cualquier cosa para que el trabajo pareciese más digno. Esta tendencia se conoce como pictorialismo, y en mayor o menos medida todavía hay quien la practica. Pierre Gonnord, por ejemplo. Cuando uno ve las imágenes de este señor no sabe si son fotos de anteayer o retratos de hace cuatrocientos años. Los tipos físicos de los modelos, la pose en escorzo, el culto a la sombra y a los fondos negros, las arrugas en el rostro o la intensidad de la mirada remiten, todos juntos, a pintores como José de Ribera o el mismísimo Velázquez. ¿Nostalgia? ¿Complejo de pintor? Yo prefiero pensar que se trata de un ejercicio de atavismo. Pierre Gonnord recorre la península en busca de gente que tenga cara de haber vivido hace cuatro siglos y, contra todo pronóstico, la encuentra. Por eso lo que más me impacta de sus retratos no son las fotos en sí, sino descubrir que no hemos cambiado tanto, que todavía podríamos llamarnos Lope, Urraca, Garcilaso o Cipriano, y que si nos quitamos la camiseta de H&M podríamos plantar una pica en Flandes. Si alguien quiere comprobarlo puede ver la exposición de la sala Alcalá 31 de Madrid hasta fin de mes. Pero los atavismos que Pierre Gonnord colecciona también están aquí, en su web.

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