23 febrero, 2010

Con un seis y un cuatro (XV). Robbiet Augspurger.

En Estados Unidos tienen unas tiendas de segunda mano buenísimas que se llama Salvation Army, Ejército de Salvación. Contrariamente a lo que suele pasar con este tipo de sitios, en el Ejército de Salvación siempre se da una fructífera relación moda-precio, uno entra con cinco euros y sale con ropa chachi para toda la semana. Hace falta un poco de imaginación y sobra vergüenza, claro, pero si rebuscas entre las chaquetas de chándal que la gente ha donado, acabarás escuchando aquella dulce melodía que dice así: "anda, cómo molas, dónde te has comprado eso que llevas". Cuando yo viví en la América profunda me compré unos tirantes en el ejército de Salvación tan baratos que a día de hoy todavía siguen siendo la prenda por la que menos dinero he pagado en mi vida. Pero nada comparado con lo que hace Robbie Augspurger, fotógrafo al que he conocido gracias a mi querida, admirada y muy añorada amiga Echalotte. El tal Augspurger es la versión guay de los típicos mineros del Gold Rush, porque cada vez que se mete al Ejército de Salvación encuentra oro. Estampados imposibles, corbatas de tu padre o gafas de franquista, todo eso y mucho más resulta que mola, que queda bien. En su serie Glamour & Headshots, Augspurger recupera con ironía las maneras del retrato de anuario de instituto, o de foto corporativa, o de pose de cantante. Es un moderniqui y desprende un leve tufillo a revista de tendencias, pero aun así me ha parecido que su historia no queda mal aquí, en esta serie sobre retratos que vengo publicando en mitte. Aunque sólo sea porque me encantaría tener unas gafas tan molonas como las que llevan estos tipos.

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