20 marzo, 2010

Zoo Station. Strandkörbe.

Terminar esta serie es como hacer las maletas después de vacaciones y cerrar el chiringuito. Por última vez repaso los textos publicados sobre Berlín para comprobar que todo está cerrado y listo para el silencio, y que quien venga después, mañana o dentro de un año, sepa cómo moverse por estos cuarenta y tantos posts olvidados. Obsesionado por cerrar el círculo y someterme a las leyes de la simetría, es inevitable que recupere la historia de los Strandkörbe, las "cestas de playa". Artilugios de una sofisticación pasada de moda que me fascinan por su absurda complejidad y por el olor que desprenden a otra época. Creo que es un objeto de gran envergadura poética, capaz de soportar metáforas insospechadas o, simplemente, de evocar sensaciones poco frecuentes. A partir de los Strandkörbe yo he tratado de contar la extrañeza de vivir en otro país, las pequeñas satisfacciones de un fotógrafo aficionado y, ahora, el desamparo de la despedida. ¿Qué escribiré aquí el lunes? No lo sé, no tengo ni idea. Por suerte, todavía hay algo que me ilusiona: la exposición de fotos que inauguramos el jueves. Y fíjate tú qué cosas, en el segundo tráiler que hemos editado para promocionarla... ¡también hay un Strandkörbe! Si alguien quiere verlo, sólo tiene que pinchar en "leer más".

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