Cuando hice esta foto no pretendía incluirla en una serie sobre paisajes, sino en una serie sobre retratos. Quería que formase parte de Ich bin ein Berliner, la galería de rostros berlineses que me traje de Alemania. Una especie de chiste, una vuelta de tuerca al planteamiento formal de la serie, a esa obsesión por buscar caras representativas y colocarlas en el centro del cuadro. ¿Puede una cometa con dos ojos y una sonrisa funcionar también como retrato de Berlín? Al final decidí que no, que era más apropiado ceñirme a señores y señoras y dejar que a las cometas se las llevase el viento. La foto se quedó arrumbada en una carpeta de descartes y no la recuperé hasta más tarde, cuando descubrí que podría resucitarla para Zoo Station. Lo curioso es que, a pesar de haber cambiado el contexto, la idea sigue siendo la misma: testimoniar la ciudad. Sitios y personas, personas y sitios, qué mas da. Dentro de un año, si este blog continúa vivo, los recién llegados descubrirán mis dos series berlinesas y las verán como sendos lados de una misma moneda. Todo será Berlín. Lo que me inquieta es saber si serán capaces de percibir una coherencia formal, algún rasgo compartido entre los paisajes y los retratos. Yo quiero creer que ambos comparten frialdad, simetría, silencio y distanciamiento, pero hay veces en que no estoy nada seguro. Y eso me quita el sueño.
11 marzo, 2010
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