20 noviembre, 2009

Ich bin ein Berliner. Bañista.

Strasse, Weg, Allee, Damm, Chaussee... Todo son palabras alemanas para poner nombre a la calle, a ese espacio que te encuentras cuando no estás en tu casa, ni en la de tu amigo, ni en el bar ni en el supermercado. Cinco palabras distintas para una misma idea, calle: es evidente que esta gente se toma el asunto en serio. La calle, para un berlinés, es un espacio fundamental de desarrollo y socialización. Mucho más que para nosotros, por mucho que nos jactemos de ser un pueblo callejero. En Berlín son tan chulos que reservan enormes descampados para montar un Biergarten que sólo está abierto desde junio hasta septiembre. Cuando empieza el frío, en lugar de cerrar las terrazas colocan mantas en las sillas, para que la gente se quede fuera y pueda abrigarse. Y en verano, con el calor, todo el mundo al parque. Allí hacen barbacoas, toman el sol medio en pelotas y se bañan en las fuentes públicas, como este señor. Sin que nadie levante la ceja de asombro o diga Dios, este agua está verde, qué asco. Menuda lección.
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1 comentario:

Alis dijo...

Es verdad. La forma en que esta gente supuestamente fría y hogareña vive la calle no puede dejar de sorprender a cualquier español supuestamente cálido y alegre que la visite por un par de días.