21 noviembre, 2009

Ich bin ein Berliner. Cartero.

La bici de un cartero puede llegar a ser muy molona. Yo he visto gente guapa en Berlín, lo juro, que iba por la vida montada en una bici de cartero. La compras en un mercadillo, la pintas y eres el tío más original de toda la ciudad. La diferencia, ya se sabe, es un valor añadido. Una bici de cartero se reconoce porque no lleva barra en el centro, porque tiene una enorme cesta delante y, sobre todo, porque lleva ruedines. Para ser un buen cartero hay que ser capaz de bajar los ruedines cuando todavía estás en marcha, para que cuando la bici se detenga ya estés tú contando cartas. Parece fácil, pero exige destreza y elegancia para no acabar estampado contra una farola. Yo nunca he montado en la bici de un cartero, pero una vez entré en una oficina de correos con bici cargada de paquetes, así que supongo que he estado bastante cerca. Ah, otra cosa: en Berlín el cartero nunca llama dos veces porque tiene llaves de todos los edificios. Como los antiguos serenos, pero con ruedines. Este, el de la foto, me mola porque se parece a Jack Bauer.
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