27 octubre, 2007

El jinete polaco. Sin título.

Siempre me ha atraído la fotografía abstracta de cosas reales. Mirar un objeto con la suficiente perversidad como para que deje de ser lo que es y se convierta en cualquier otra cosa es divertidísimo. La única condición que me impongo es que la imagen mantenga un nexo con la realidad, para que el trampolín del salto poético sea más consistente. Un ejemplo sería esta foto: el objeto se reconoce perfectamente, pero sigue siendo posible que cada cual lo tome a su antojo y lo convierta en eso que, durante un segundo, creyó que era. O que no era.

2 comentarios:

Alis dijo...

Yo, durante un segundo, creí que era la trencita sobre la cabeza rapada de un monje budista, pero luego me dí cuenta de que nadie puede ser tan albino...

chicoutimi dijo...

Qué pasada de foto! Y cuando te das cuenta de lo que es, mola aún más.
Cuándo es tu nueva exposición, Rfa? No me la quiero perder!