Los entretenimientos para turistas que uno puede encontrarse en las ciudades polacas llaman la atención por su inocencia. Ni pizca de la artificiosa sofisticación de las Ramblas de Barcelona o la Plaza Mayor de Madrid. En una calle principal polaca, atestada de guiris, es posible encontrar a payasos que sólo llevan una nariz roja y unos pantalones chillones. O a alguien disfrazado con un traje viejo de oso. O a un muchacho como éste, que vende sus dibujos del infierno como si fueran postales de playas caribeñas. Yo no hice fotos de los payasos tristes ni de los osos remendados, pero sí que me llevé un retrato de este chaval. Me impresionó esa seguridad casi desafiante que tiene en la mirada. Hace falta mucho valor para salir a la calle a defender dibujos tan personales, que nadie querría colgar en su casa. Por si alguien tiene dudas, yo no compré ninguno: me dan miedo los monstruos.
22 octubre, 2007
El jinete polaco. Un dibujante.
Publicado por Rfa. a las 21:46
Etiquetas: El jinete polaco, fotografía
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3 comentarios:
La inocencia, como tú la llamas, de esos payasos u ositos con disfraces de hace 30 años, me suena a huella del comunismo, no sé por qué. En las sociedades capitalistas el consumismo ha obligado incluso a los mendigos a renovarse, elaborando técnicas mucho más elaboradas y sofisticadas.
El retrato es genial. Me gustaría ir a polonia, antes no me atraía nada, pero ahora un compañero está de erasmus, y nos enseña cosas preciosas, bosques y lagos de cuento...no sé. Seguro que si me quedo más por tu blog, me entrarán más ganas de visitarla.
Saludos! :)
A mí la mirada de este chico me parece más bien melancólica, como si supiera de antemano que le va a resultar difícil vender esos hermosos dibujos fantasmales.
Buena foto. ;-)
Un saludo
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