En Polonia descubrí que Hitler se había pasado más de la mitad de la guerra escondido en un búnker. El lugar se conoce hoy como “la guarida del lobo” y está oculto en un frondoso bosque del norte del país. Cuando los nazis salieron por patas pusieron cargas de dinamita para no dejar rastros, y cuando los rusos llegaron no se molestaron en recoger los escombros. Desde entonces, nada ha cambiado. Actualmente hay autobuses de turistas que recorren la zona como quien se da un paseo por un jardín encantado. Los antiguos edificios todavía están como si acabasen de reventar, sólo falta el olor a quemado. Son enormes estructuras de hormigón, con paredes que miden más de 10 metros de grosor. Por todas partes se leen carteles que advierten del peligro de que te caiga un cascote en la cabeza, y está prohibido entrar a husmear. Desde fuera, uno se asoma a las tinieblas del interior a través de las grietas. Si te acercas mucho, los edificios desprenden silencio y frío, mucho frío. Como las cuevas. A mí me llamó la atención la maraña de hierros del encofrado. Hoy, lo que me impresiona es la empalagosa oscuridad del fondo, que ni siquiera se ilumina con la luz del flash. ¿Qué hay ahí dentro?
20 octubre, 2007
El jinete polaco. La guarida del lobo.
Publicado por Rfa. a las 15:27
Etiquetas: El jinete polaco, fotografía
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3 comentarios:
Lo más impresionante, además de esa sensación de frío, es que esas moles esparcidas por el suelo y cubiertas de musgo dan la impresión de ser los restos de una remota sociedad pasada. Algo similar a las ruinas de civilizaciones que, tras un lento proceso de degeneración, desaparecieron. ¿Nazis-aztecas?
Yo no he estado. Pero como si hubiera estado porque no se puede contar de forma más realista...
Esta no me entusiasma si se toma casi como foto de prensa, que hay que explicar con un pie de foto. Sin él, queda deseamparada.
Hay otra manera de verla, claro. Pero después de que has dicho que era el búnker de H. resulta ya difícil perder ese ancla.
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