27 enero, 2010

Mi familia es rara (VI). Bauhaus.

Lo mejor de la Bauhaus era la vidorra que se pegaban todos los que la hicieron posible. Ahora, cuando vemos las exposiciones de sillas, compramos los diseños robados por Ikea o escuchamos las canciones de Peter Murphy, casi nunca pensamos que detrás de la marca Bauhaus había una gran familia de artistas pasándoselo pipa donde el papá se llamaba (digamos) Kandinsky y la mamá se llamaba (por ejemplo) Moholy-Nagy. Yo estudié en un colegio mayor y sé cómo es eso de la vida comunitaria. Pero si alguien no me cree, que pinche en "leer más" y vea las fotografías que he colgado. Estas instantáneas muestran a los estudiantes de juerga, amontonados en las habitaciones, jugando al fútbol o vestidos con disfraces imposibles. Precisamente Muñoz Molina escribió el otro día sobre el tema: "Podían estar participando en una fiesta con música de jazz y licor clandestino en una novela de Scott Fitzgerald. Vienen de muchos lugares de Europa pero a ninguno lo distingue un rasgo nacional". Bauhaus (sigo yo) era una hermandad artística que tenía menos de gremio que de familia, y que estaba unida por un mismo sentido lúdico de la creación. Para demostrar esto que pienso he colgado un vídeo de los ballets de Oskar Schlemmer. Aunque a primera vista parecen coreografías inaccesibles, creo que en el fondo transmiten un saludable sentido del humor, el mismo que se respiraba en la escuela y que casi nunca se menciona.



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