Lo mejor de la Bauhaus era la vidorra que se pegaban todos los que la hicieron posible. Ahora, cuando vemos las exposiciones de sillas, compramos los diseños robados por Ikea o escuchamos las canciones de Peter Murphy, casi nunca pensamos que detrás de la marca Bauhaus había una gran familia de artistas pasándoselo pipa donde el papá se llamaba (digamos) Kandinsky y la mamá se llamaba (por ejemplo) Moholy-Nagy. Yo estudié en un colegio mayor y sé cómo es eso de la vida comunitaria. Pero si alguien no me cree, que pinche en "leer más" y vea las fotografías que he colgado. Estas instantáneas muestran a los estudiantes de juerga, amontonados en las habitaciones, jugando al fútbol o vestidos con disfraces imposibles. Precisamente Muñoz Molina escribió el otro día sobre el tema: "Podían estar participando en una fiesta con música de jazz y licor clandestino en una novela de Scott Fitzgerald. Vienen de muchos lugares de Europa pero a ninguno lo distingue un rasgo nacional". Bauhaus (sigo yo) era una hermandad artística que tenía menos de gremio que de familia, y que estaba unida por un mismo sentido lúdico de la creación. Para demostrar esto que pienso he colgado un vídeo de los ballets de Oskar Schlemmer. Aunque a primera vista parecen coreografías inaccesibles, creo que en el fondo transmiten un saludable sentido del humor, el mismo que se respiraba en la escuela y que casi nunca se menciona.
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27 enero, 2010
Mi familia es rara (VI). Bauhaus.
Publicado por Rfa. a las 7:00
Etiquetas: Arte, fotografía, vídeo
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