Una de las canciones que más me incomoda es El Ángel Simón, de Nacho Vegas, donde el cantante asturiano ajusta cuentas con su padre muerto. Puñetazos como "desde que te fuiste tengo que decir que, la verdad, no estamos nada mal sin ti" me provocan una sensación de intrusión, como cuando escuchas una pelea de novios o te encuentras el buzón de tu colega abierto en tu ordenador. Algo parecido me pasa con Fun Home, una familia tragicómica, el tebeo de Alison Bechel. A caballo entre Six feet under y el Ulises de Joyce, Fun Home llama la atención porque, a pesar de ser la autobiografía de su autora, no cuenta la historia de ningún dibujante. Más bien se trata de un catálogo de ropa sucia, dibujada con línea clara y desasosegante frialdad, que haría las delicias de cualquier freudiano. Si Nacho Vegas ponía los puntos sobre las íes en el epitafio de su padre, Alison Bechel no se queda corta: "se suicidó porque era un maníaco depresivo, un marica que no había salido del armario". Eso es lo que hay: cloacas familiares, obsesiones freudianas y guiños a Proust. Uf... Si me lo cuentan antes no me lo habría leído nunca. Pero, sorprendentemente, el resultado de esta mezcla tan pretenciosa resulta ser uno de los tebeos más ágiles, bien construidos, ricos y complejos que han caído en mis manos. (Nota: para leer la letra completa de la canción de Nacho Vegas sólo hay que pinchar en "leer más").
Artículo relacionado: Fun Home (en Sindrogámico)
EL ÁNGEL SIMÓN
Simón, desde que te fuiste tengo que decir
que, la verdad, no estamos nada mal sin ti.
También es cierto que podríamos estar mejor
pero, ya ves, las buenas cosas mueren bajo el sol.
Y ahora es la memoria mi guía
porque, eso sí, pienso en ti cada día
desde aquella mañana de agosto
reinventada hasta la saciedad,
sin lograr encontrar nada de nada,
ni una explicación ni un porqué
al que poderme aferrar.
Y ahora no sé por qué
Viene a mi mente el colchón
que tuvimos que bajar Javi y yo a la basura,
sin poder dejar de mirar esa mancha oscura
que allí nos dejaste como herencia y recuerdo
antes de partir en tu último viaje,
probablemente al infierno.
Y me vas a disculpar
si nunca te llevo rosas.
Me vas a permitir
contar algunas cosas
sobre lo poco que sé
de tus días de vino y rosas,
con todas las bromas
como aquella en que al pasar delante de una funeraria
nos decías "agachaos, no vaya a ser
que os tomen las medidas"
Ese era tu consejo, tu sabio consejo,
y no estuvo mal, pero se te olvidó algo importante:
tú también tenías que agacharte,
sí, tú también tenías que agacharte,
pero nunca quisiste cuidarte,
no, nunca quisiste cuidarte.
Y quiero pensar que por una vez
hice algo mejor que tú.
Quiero pensar que por una vez
hice algo mejor
que tú, que ni siquiera
acabaste esa carta de despedida
que en el ordenador Santi encontró perdida.
Y ahora que perdiste tan absurdamente la partida,
ahora estoy cansado
y hasta tengo miedo de mi propia vida.
Y sé que lo tendré toda la puta vida,
decida lo que decida.
Bueno, al final tal vez tuviste suerte
porque, tal vez, dímelo tú,
mejor que ser un hombre solo y arruinado
resulte ser, como dijo el juez, "el finado",
mientras se tapaba la nariz con su pañuelo.
Y desde cualquier lugar
dondequiera que ahora te estés pudriendo
sólo quiero que sepas que ya no te tengo miedo,
que ahora estoy cansado
y sólo tengo miedo de mi propia vida,
y que sé que lo tendré toda la puta vida
decida lo que decida,
decida lo que decida.
Como tú siempre decías:
"Formalidad poca, pero que dure",
formalidad poca, pero que dure,
como tú siempre decías.
Gracias,
así es y así será,
así es y así será,
toda mi vida,
decida lo que decida,
decida lo que decida.
21 enero, 2010
Mi familia es rara (I). Fun Home.
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