Cuando estuvimos en Estambul nos aventuramos por los barrios más pobres de la ciudad. Las guías decían que allí encontraríamos auténticos sefardíes que todavía hablasen el castellano antiguo, y la posibilidad de escuchar a nuestros antepasados nos entusiasmó. Pero, por desgracia, no pudimos dar con ellos. En lugar de eso nos encontramos a estos críos que nadaban en una fuente. A ninguno le importaba que el agua fuese de color verde y que apenas cubriese un par de palmos. Les bastaba con esos dos miserables palmos para quedarse en pelotas y echarse unas risas. Estaban tan a gusto que cuando les hice la foto, yo también me contagié de su buen humor. Y lo mismo unos viejecillos que tomaban el sol mientras nos miraban. Durante un rato todos fuimos cómplices de la misma gamberrada, solidarizados ante el calor sofocante que compartíamos. En la foto no sale casi nada de esta historia, pero que nadie se preocupe que yo lo cuento. Y con un poco de suerte, conseguiré que los que lean esto sientan también que han entrampado al verano.Si alguien quiere seguir descubriendo Estambul, todavía puede visitar la exposición de Paisajes habitados en Artépolis. Eso sí: sólo hasta el 2 de julio.
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26 junio, 2007
Paisajes habitados. Estambul.
Publicado por Rfa. a las 23:08
Etiquetas: fotografía, Paisajes habitados
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8 comentarios:
Qué bien, otro mensaje de esperanza. Estoy de suerte. Además los retratos son sin duda los que más me atraen. Un paisaje o un objeto difícilmente pueden expresar más que la belleza, la pureza y la alegría de esos niños.
Wenas. Tienes la respuesta al misterio de los huevos en mi blog.
Es ocurrente la foto...cuanto más pobre es la gente más disfrutan de lo poco que tienen. Cuanto más tenemos, más queremos y más infelices somos. Un aludo
Me encantan esos espíritus que se divierte a pesar del frío y el agua sucia.
Manden ese calor aquí, del otro lado del océano, en esta pequeña ciudad montevideana que estos días cortos de invierno, el cielo oscuro y las nieblas que empañan, nos modórrese.
June: no te equivoques, que los paisajes también pueden contar cosas. Si no fuese así, no tendría sentido la serie de Paisajes habitados. Me alegro de que te alegren estas fotos. En el fondo, es de lo que se trata.
itsaso: El misterio de los seis huevos, aquí.
manuel: Tú lo has dicho. Una vez escuché una estadística que me llamó mucho la atención. Hablaba sobre la gente a la que se ha dado por muerta y que luego, de repente, ha vuelto a aparecer. Según parece, cuando eso ocurre en los países ricos, los familiares que se encuentran de nuevo con el tipo al que daban por muerto se desmayan nada más verlo. Y en los países pobres, por el contrario, hacen una fiesta. O sea, que la vida se celebra más donde no hay pasta.
el otro yo: toma todo el calor que quieras, que tenemos de sobra y encima es gratis. ¡Pero no vayas a confiarte, que con esos fríos uno se pilla un catarro antes de darse cuenta.
La cara del niño dice mucho...
Por cierto, habéis viajado por todo el mundo por lo que veo...
Aquí con suerte si te metes en una fuente viene un policia i te arresta por incívico ;)
Lo más bonito fue, en el fondo, ver la felicidad que les daba a esos niños el mero hecho de ser el centro de atención (del fotógrafo, en este caso). Cada vez que Rfa. enfocaba para sacarles otra foto, ellos chapoteaban como locos.
En una cultura donde los chavales pueden bañarse en las fuentes sin sin que ningún "mayor" les dedique siquiera una mirada, debe de ser una novedad para ellos que se les haga tanto caso.
Igualito que aquí. ¿A nadie le aburren terriblemente las reuniones familiares que se basan en reírle las monerías al niño?
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