La medina de Fez –o sea, la parte antigua– es un laberinto de callejuelas y puertas traseras que abruma por su tamaño y sus tentaciones. Vas paseando tan tranquilo y de pronto alguien te llama para ofrecerte el oro y el moro. “Ven, que te voy a enseñar lo que es bueno”, te dicen con cara de genios de la lámpara de Aladino. Y tú, como has venido en plan Indiana Jones, les haces caso. Cuando nosotros estuvimos allí nos dejamos embaucar por un tipo que nos aseguró saber dónde estaban las auténticas curtidurías. Pagamos dos duros a dos guardianes que vivían en la misma habitación, durmiendo en colchones viejos y mirando pósters de Zidane, y llegamos al lugar de la imagen. Un sitio donde hombres embotados arrancaban lana de la piel muerta de las ovejas. Donde olía a sudor y a caca de paloma. Y donde los pellejos colgaban, como mil y un fantasmas, para que yo les hiciese fotos como ésta.
29 junio, 2007
Paisajes habitados. Curtidurías.
Publicado por Rfa. a las 10:26
Etiquetas: fotografía, Paisajes habitados
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2 comentarios:
Como siempre, magníficos.
Lo de "ven que yo te voy a enseñar lo que es bueno", pues... Eso, que no sé yo si esa frase puede tener otras connotaciones...jeje
Me recuerda vagamente a la típica imagen de un cráneo de vaca rodando por el desierto, no sé porqué. Los bichos muertos y yo no nos llevamos bien. Si algo me atrae de Marruecos son los mercados, pese al agobio de que todos los vendedores te asalten. Seguro que de ahí también has sacado bellas fotos. ¿Me equivoco?
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