La primera vez que llegas a Marruecos te llaman la atención las carnicerías. Allí tienen una concepción diferente de la carne: en lugar de esconder las vísceras, las dejan a la vista para que la gente las compre. Y lo mismo ocurre con las cabezas. En general, las cámaras frigoríficas brillan por su ausencia y el género se conserva a temperatura ambiente. Por supuesto, es inevitable preguntarse cómo logran que no se pudra. Yo, la verdad, no lo tengo muy claro. Pero creo que los sacrificios rituales prescritos por el Islam están concebidos para sacar toda la sangre del animal, porque eso contribuye a que dure más. En cualquier caso, las carnicerías de ciudades como Fez o Mequínez siempre son un pintoresco espectáculo para los turistas occidentales. Miramos sus mostradores con una mezcla de fascinación y asco que ellos no deben de comprender muy bien. Y por eso, cuando les haces una foto, siempre te miran como si fueses un loco.
En Paisajes habitados hay varias imágenes de Marruecos. Para verlas, como siempre recuerdo, sólo hay que dar una vuelta por Artépolis. Hasta el 2 de julio.
6 comentarios:
Una foto así me evoca moscas y olor a carne... acabo de desayunar y se me revuelve un poco el estómago. Cosas de no comedores de carne...
Por cierto te linkeo en mi blog :)
La hipótesis de que el ritual musulmán para el sacrificio de animales tenga una finalidad práctica concreta me ha recordado a un libro de un tal Marvin Harris, un científico que se empeña en buscarle justificaciones biológicas y prácticas para todas las convenciones culturales del mundo. Cree, por ejemplo, que si en la India la vaca es sagrada es porque los hindúes son alérgicos a la leche. Curioso, ¿no?
Y foto estremecedora.
Uno de los momentos más fuertes de mi primera visita a Marruecos fue justo después de que un taxista nos soltara en una puerta de Fez y se largara. Sin hotel ni idea de a dónde dirigirnos, en una ciudad en la que lo más fácil es perderse, echamos a andar intentando dar cierta imagen de seguridad por una calle en la que no se veía ni un turista. Y esa falsa seguridad se debió esfumar cuando vieron la cara que pusimos al ver las cabezas de camello cortadas y expuestas en los puestos del mercado. Gran foto, por cierto.
Allí, en Marruecos, te acercas al puesto de pollos y gallinas, vivas, escoges una y de un tírón del pescuezo y no sé que más (doy la vuelta a la cara para privarme del escalofrío)la meten en una especie de torno para quitarle las plumas y ale, pa la bolsa y a tu casa a comértelo fresquito.
El olor a carne se vive con intensidad en la fiesta del cordero. Allí, el animal vivo se tumba en el suelo y de un cuchillazo se le rebana el cuello. Tarda en desangrarse unos minutos, eternos, mientras sacude las patas y gime algo si le quedan cuerdas vocales. Luego se le cuelga y se le quita la piel, se le abre la tripa y se le sacan todas las entrañas que se laban concienzudamente. La carne se despedaza. Esto lo hacen los hombres Las mujeres limpian el suelo encharcado de sangre y preparan la carne. La cabeaza es un manajar.
Todo esto verlo con tus propios ojos cuando eres una niña de diez años... impresiona.
Lo primero que te llama la atención es ¿una carnicería? jeje... Sin duda, me encanta tu manera de ver las cosas...
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