24 diciembre, 2009

Ich bin ein Berliner. Mecánico.

La niña turca estaba llorando junto al parque. No tenía más de diez años, quizás once, morena y chorreando lágrimas. Me conmoví y le pregunté si podía hacer algo por ella. "He perdido mi Schlüssel", me dijo. Pero yo estaba recién llegado y mi vocabulario dejaba mucho que desear. "¿Schlüssel?", dije, "lo siento, pero no sé lo que es un Schlüssel". Ella dejó de moquear, me miró como quien mira a un oso panda que se ha escapado del zoo, y siguió llorando. Schlüssel, Schlüssel... ¿Qué sería? Me rasqué la cabeza, fruncí el ceño y traté de acordarme. Schlüssel... Entonces me vino a la mente. ¡Una Schlüssel es una llave! ¡La niña había perdido sus llaves! Me explicó, entrecortada por una pena inconsolable, que las llevaba colgadas de un llavero largo, que iba tan contenta por la calle, balanceándolas, cuando salieron despedidas y se perdieron en un seto. "No te preocupes", dijo el oso panda, "yo las encontraré por ti". Y busqué y busqué, metiendo los brazos entre ramas afiladas, rasgando mi piel, soportando el dolor y esforzándome por no perder la esperanza. ¿Aquí? No. ¿Aquí? No. ¿Aquí? Tampoco. Al final, a punto de rendirme, vi un objeto metálico que brillaba. ¡La llave! Metí el brazo hasta el hombro y la arranqué de aquel agujero boscoso. Y a la niña turca, que había llorado el Cuerno de Oro entero, se le encendió la cara de alegría.
PREGUNTA: ¿Y el mecánico? ¿Qué tiene que ver con esta anécdota?
RESPUESTA: Poco. Cuando me encontré a la niña acababa de hacer la foto. Y las dos historias se quedaron unidas para siempre.
PREGUNTA: ¿Y ya está?
RESPUESTA: Sí, ya está. Con esta foto y esta historia se acaba Ich bin ein Berliner. Para ver las fotos grandes y hermosas hay que pinchar aquí. Espero que, si ha habido lectores, hayan disfrutado. ¡Feliz Nochebuena!

1 comentario:

Jorge dijo...

Los ha habido, los ha habido, enhorabuena por el trabajo!