Berlín es una de las pocas ciudades del mundo donde puedes escoger a tus vecinos. Los pisos están tan baratos que si no te gusta el tuyo, te vas a otro. La gente se pasa tardes enteras en la penumbra de los cafés discutiendo sobre qué barrio mola más para vivir. El barrio es como el equipo de fútbol, inspira una suerte de abstracta lealtad que marca tu personalidad. Neuköln es turco, Prenzlauer Berg es bio y burgués, Charlottenburg está lejos y Lichtemberg es territorio skin. Nosotros hemos vivido en dos barrios distintos: Kreuzberg, multicultural, y Friedrichshain, okupa. En cierto modo, estos dos barrios son las dos caras del Berlín alternativo. Nuestra calle de Friedrichshain estaba llena obreros abotargados, prostíbulos, máquinas expendedoras de jeringuillas, suciedad, punkis y gritos en mitad de la noche. Y la casa de Alis en Kreuzberg estaba en un edificio tan limpio y bien gestionado que te hacía creer en el futuro de la raza humana. Lo maravilloso del asunto es que tanto en un sitio como en el otro, la gente está tan orgullosa de dónde vive que lucharía para defenderlo. Y por eso, cada año se juntan en el puente que separa los dos barrios y libran una Wassershlacht, una "batalla de agua". He colgado un documental buenísimo sobre ello en la segunda parte del post. Para verlo hay que pinchar en "leer más". La única pena es que está en alemán.
17 diciembre, 2009
Ich bin ein Berliner. Vecino.
Publicado por Rfa. a las 7:00
Etiquetas: fotografía, Ich bin ein Berliner, vídeo
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