Durante mis primeros años en Madrid me encantaba pasar el rato en la tienda del VIPS. En parte, porque siento debilidad por las revistas y los best sellers baratos, pero sobre todo porque era uno de los pocos sitios donde podías ver los libros de Taschen. Así descubrí a Wolfgang Tillsmans, un fotógrafo alemán. Su libro estaba lleno de fotos de colegas en casas okupa, todas en un estilo documental crudísimo, sin coartadas formales ni manierismos pedantorros. Eran fotos de escrotos, gente de fiesta, amantes desnudos o moderniquis con piercings durmiendo la mona en el salón de su casa, y a mí me impresionaban porque, de tan directas como eran, transmitían una intensa sensación de vida. Yo no soy capaz de fotografiar el mundo así, tan casualmente, pero Wolfgang Tillsmans me dejó una profunda huella. Probablemente, la foto que más me marcó era la que salía en la portada del libro: una pareja de chavales que se retorcían los brazos. Desde entonces he pensado que la relación entre el contorsionismo y la calidad de un retrato es directamente proporcional, y por eso hice esta foto. Para ver el libro de Tillsmans y comparar, sólo hay que pinchar en "leer más".
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18 diciembre, 2009
Ich bin ein Berliner. Contorsionista.
Publicado por Rfa. a las 7:00
Etiquetas: fotografía, Ich bin ein Berliner
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