10 agosto, 2007

Grindhouse II. Death Proof.

La última película de Quentin Tarantino es ideal para retomar uno de los grandes dilemas de todo cinéfilo razonable: ¿qué es el cine de autor? ¿Es Death Proof una película de autor? Probablemente opinarán que no, que ni de coña, todos los que piensen que el cine de autor ha de ser, por definición, denso, exclusivo y dolorosamente personal. Pero... ¿acaso no basta con que la película refleje un universo genuino, muy fácil de reconocer, para considerarla cine de autor? Yo opino que sí. Y precisamente por eso, pienso que la mejor manera de describir Death Proof es diciendo que sólo Tarantino habría sido capaz de hacerla. Los ingredientes de la cinta son los mismos de siempre: conversaciones intrascendentes dentro de un coche, repetición de elementos que ya aparecían en pelis anteriores, violencia exagerada, importancia de la música y referencias constantes a la cinefilia friki. Afortunadamente, todo ello está cocinado con tanta inteligencia y tan buen gusto que mola mucho verlo. Pero al final es inevitable seguir con el debate y hacerse una última pregunta: ¿qué diferencia hay entre el cine de autor y el cine de los directores que sólo saben repetirse una y otra vez?

1 comentario:

Alis dijo...

¿Crees que Death Proof es una mera repetición? Yo, personalmente, no me planteo la duda de si es o no cine de autor, porque está claro que la peli es tarantínea hasta la médula. Y divertidísima, por cierto.