01 marzo, 2008

Marruecos. El vendedor.

Los marroquíes tienen una habilidad prodigiosa para personalizar los locales comerciales que ocupan. Todos son iguales, pero todos son diferentes. En una sociedad eminentemente callejera y de servicios como es ésta, hasta el pueblucho más olvidado tiene dos, tres o cinco tiendas. Y el número se dispara si estás en una ciudad. El esquema de este tipo de espacios es muy sencillo: habitaciones cuadradas, y punto. El mérito del dueño, por tanto, está en saber dotar a su local de una identidad personal. Los negocios más frecuentes son tres: cafés, talleres grasientos y tiendas de productos cotidianos. El de la imagen pertenece a esta última categoría. Es, para que nos entendamos, el primo lejano de nuestros supermercados. La foto la hice en un pueblecito del Atlas, así que apenas tenían género que ofrecer. Lo que más me gusta es que tanto la habitación como la cara del vendedor proporcionan la misma sensación de angostura y de estrechez, igual de afiladas las dos.
Para ver esta foto (y algunas otras) a un tamaño más digno, recomiendo una visita a mi fotolog.

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