25 marzo, 2008

Vanitas de chocolate.

Una de mis iconografías favoritas de la historia del arte es la de la vanitas. Durante siglos, pero especialmente en el Barroco, los artistas se afanaron por aguarle la fiesta a la gente. La idea que intentaban transmitir era simple y de Perogrullo: "por muy bien que te lo pases ahora, al final vas a acabar palmando". Las vanitas solían ser aglomeraciones de objetos que simbolizaban juerga y diversión, como instrumentos musicales, unidos a otros que daban mal rollo, como calaveras. Siempre igual, año tras año, pintor tras pintor. Incluso Picasso, tan moderno él, pintó alguna. Si hay alguien que lee este blog de vez en cuando, supongo que ya sabrá que me gustan mucho las actualizaciones de este tipo de iconografías tradicionales. Y mira tú por donde, el otro día encontré este vídeo de Pascua, sobrecogedor y maravilloso al mismo tiempo. Tal y como yo lo veo, la idea es la misma que en las vanitas: detrás del placer, siempre hay podredumbre y muerte. Da para meditar, ¿no?


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(en eleganTe chaflán).

3 comentarios:

Alis dijo...

¡Buenísimo!
Tu comentario me ha hecho pensar en unas fotos que creo recordar hacía Cindy Sherman de los restos que quedaban tras las fiestas de sus colegas. Auténticas vánitas.

Walter Kung Fu dijo...

A mi me ha recordado a aquellas tiras cómicas de los conejos suicidas. ¿Por qué siempre se escogen conejos?

NáN dijo...

para meditar y para maldecir. ¿En qué parte del proceso de calentamiento individual estamos?