Estábamos en Valladolid y fuimos a ver la iglesia de San Pablo. Habían colocado un andamio que estropeaba la fachada, pero te dejaban subir y mirar las esculturas de cerca. Nos congregamos un buen montón de curiosos, todos con casco de obra. Supongo que nos lo hicieron poner porque tenían miedo de que nos cayese encima algún pedazo de santo. La chica del andamio nos habló de contaminación y de Felipe II, y luego nos dejó ir. Sólo en el último momento se nos ocurrió que también podíamos ver cómo era la iglesia por dentro. Y allí, en una capilla oscura, encontramos la urna.
16 octubre, 2006
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