Cuando vas a hacerle una foto a alguien puedes escoger entre dos opciones: que diga güisqui o que diga patata. Si dice güisqui tendrás un retrato sonriente y aburrido, pero si dice patata a lo mejor te sale algo parecido a lo que ha hecho Jack Radcliffe. Este señor es un fotógrafo que lleva toda la vida retratando a su hija, desde que era una cría hasta que se ha hecho adulta. "Más o menos como todos los padres", dirán algunos, y yo contesto que más bien menos, porque lo original de este seguimiento, lo que marca la diferencia con el típico papaíto embobado, es que no busca la complacencia sino la honestidad. Y si la honestidad implica que en las fotos salga el fracaso personal de tu propia hija, pues te aguantas. Alison, que así se llama este proyecto, es uno de los reportajes más impresionantes que he visto en los últimos meses; una manifestación insólita de amor, respeto e intimidad fotográfica. "La cámara se convirtió en parte de nuestra relación", dice el padre Jack Radcliffe para explicarlo. Y a la vista del conjunto de las fotos creo que no podía ser una descripción más exacta. El asunto me despierta una admiración tan sincera que ni siquiera me voy a molestar en pegar las imágenes aquí, en mitte. Quien quiera verlas, que visite directamente la página de Alison.
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16 octubre, 2008
Yo y mi cámara (II). Alison.
Publicado por Rfa. a las 18:01
Etiquetas: fotografía
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2 comentarios:
Me ha impresionado mucho.
Y yo que pensé al ver la foto que era uno de los sobris.
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