07 octubre, 2008

El teleobjetivo y el tiro en la cabeza.

La única pregunta de examen que nunca olvidaré me la hicieron en primero de carrera. El profesor proyectó un fragmento de Lawrence de Arabia y había que adivinar qué tipo de óptica se había utilizado. La respuesta correcta era "teleobjetivo". A mí me pareció descabellado que nos exigiesen tanta destreza visual, pero luego he aprendido que el uso de un teleobjetivo no sólo es fácil de distinguir, sino que además mola mogollón. Los planos filmados desde muy lejos potencian la sensación de subjetividad y es fácil pensar que se están viendo las cosas a través de los ojos de otra persona. El ejemplo perfecto es Tiro en la cabeza, rodada íntegramente desde lejos. No sé si será porque es una historia de terroristas, pero el caso es que durante toda la proyección yo tuve la sensación de que estaba mirando con ojos de policía. Y más allá de posibles interpretaciones políticas, creo que la película de Rosales debería ser reconocida por efectos narrativos como éste. Estoy casi seguro de que en aquel primer examen de carrera, nuestro examinador nos estaba dando una pista fundamental para comprender de qué iba realmente el cine: ahora que casi todas las historias ya están contadas, el verdadero mérito está en construir una nueva forma de mirar a lo mismo de siempre.
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