Quien más, quien menos, todos hemos sentido una pizca de emoción con el nuevo acelerador de partículas. Por primera vez en mucho tiempo la ciencia ha logrado calar en el imaginario popular. A mí, que soy bastante pedante, me gusta pensar que todo se debe a que ha regresado un concepto manejado por los estetas del siglo XIX: lo sublime. ¿Y qué es lo sublime? Básicamente, lo que no se puede controlar: las tormentas, la oscuridad, el infinito. A los pintores y a los escritores románticos se les caía la baba con este asunto. Luego, con el tiempo, lo sublime pasó de moda. El abrumador poder de sugestión que una vez había tenido quedó reducido a fórmulas tópicas de tanatorio, como decir que "no somos nadie". Pero con el acelerador de partículas, que puede significar el fin del mundo, otra vez volvemos a sentir que la naturaleza nos desborda. Y el escalofrío de placer que produce el hecho de estar haciéndose caquita ha recorrido el universo. Hace cien años algún poeta exaltado habría compuesto un poema best seller que rimase con "abismo" o con "destino incierto"; ahora tenemos un logo de Google y un rap cutrón que ya lleva casi tres millones de visitas en youtube. Tal y como yo lo veo, las dos cosas son lo mismo.
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14 septiembre, 2008
El acelerador de partículas.
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5 comentarios:
Me ha encantado esa comparación de un poema decimonónico sobre lo sublime con el logo de google y un rap.
Está claro que Google sabe recoger en su pantalla inicial los grandes acontecimientos.
Entonces, no hemos explotado, ¿no?
Los logos de Google acabarán siendo un testimonio (ñoño) de los tiempos que nos ha tocado vivir. Entre mis favoritos, el que dedicaron al 125 aniversario de Walter Gropious.
Yo creo que es más sencillo que todo esto. Se trata, simple y llanamente, de la combinación gente imbécil + medios de comunicación repugnantes.
Los medios, especialmente los televisivos -y el 20 minutos-, viven única y exclusivamente de generar alarma social. Han conseguido inflar la crisis económica, han conseguido esparcir grandes cantidades de mierda sobre el asunto Antonio Puerta y han conseguido demostrar que España es un pueblo de paletos que está dispuesto a creerse cualquier fin del mundo que venga avalado por Antena 3 o Telecinco. Lo peor es que en el fondo casi nadie ha tenido miedo, sólo querían un titular con el que hablar con los compañeros de oficina.
Pues mira, una pena. ¡Para una buena noticia de futuro que dan!
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