11 diciembre, 2007

Objetos Fascinantes

-“Perdona, ¿tienes hora?”- Por toda referencia horaria, el chaval me mostró este particular reloj. Cuando lo vi, supe que tenía que ser mío.
Este objeto activa mecanismos de memoria infantil que hacen salivar a mis papilas gustativas. ¿Quién de nosotros no ha disfrutado alguna vez locamente comiéndose cada una de estas pequeñas bombas de azúcar hasta acabar con la pulsera entera? A los/las más afortunados/as, les compraban un collar.

No creo que sea su sabor lo que atrae tanto, pues ocurre con ellas como con el carbón de reyes; que sólo sabe a azúcar y que aunque pocos niños se resisten a pedirlo, a muy pocos les gusta de verdad. También se puede pensar que lo que atrae de estos dulces es el hecho de que son varias golosinas en una y que prometen, por tanto, un placer prolongado. Pero lo que realmente las hace irresistibles es que poseen la magia de lo efímero, pues su belleza exterior (se presentan en forma de joyas o complementos) desaparece cuando desempeñan la función de golosinas a la que están avocadas.
Aunque las tradicionales pulseras y collares de azúcar ya eran suficientemente retorcidas en lo que a elaboración conceptual se refiere, esta evolución moderna alcanza extremos de sofisticación con los que mi infancia ni siquiera soñó. Si a los niños de antes se les llamaba la atención por medio de la atracción de lo efímero, ¿qué tipo de estrategia se sigue con los niños actuales? Se me ocurre que el hecho de invitarles a “comerse” un reloj parece incitarles a “comerse” su tiempo. El mensaje subliminal, entonces, sería que la vida no tiene sentido y que no tienen por qué prolongarla cuidando de su salud, sino que pueden comer cuantas golosinas quieran. Aunque también se me ocurre que tras este objeto puede esconderse una justa venganza por parte de los niños contra el bárbaro Cronos, que según creo fagocitaba a sus hijos según éstos iban naciendo.

Y a vosotros, ¿qué os sugiere este objeto fascinante?

5 comentarios:

Rfa. dijo...

En principio, todo depende del momento del día en que lo vea. Si es por la noche y me enseñas un reloj donde pone que son las 11:20, ni papilas gustativas ni nada: me voy corriendo a la cama porque siempre madrugo mucho. Ahora bien, si es por la mañana cuando me lo enseñas, ten por seguro que te voy a pegar un mordisco voraz.
Me gustan mucho esas ideas que tienes sobre Cronos y la metafísica de las golosinas, Alis. Habría que hacer una versión del cuadro de Goya con gominolas y venderlo en la súper tienda del nuevo Prado. Con el irresistible afán de posesión que tengo y lo mucho que me gustan las reinterpretaciones kitch del arte, seguro que me compraba una caja entera.

NáN dijo...

En la zona de la montaña de León. cerca de Asturias, existe la costumbre de "la cuelga". Es un colar enorme de golosinas que "le cuelgan" al niño (o jovenzuelo) que cumple años. La lleva todo el día y no invita: se la va comiendo él o ella solo durante todo el día y todo el mundo le felcita porque sabe que es su cumpleaños.

Alis dijo...

Ni que decir tiene que el afortunado niño se va a dormir con dolor de barriga...

NáN dijo...

pero más contento que unas pascuas. Le aguardan 364 días de olvido.

marta en parís dijo...

Nunca habéis visto los sujetadores, tangas y taparrabos de caramelos de colores? Son de lo más ordinario que he visto nunca, pero siempre que los miro quiero uno. Comí demsiados de pequeña... http://www.marijuana.com.es/images/candy_bra.jpg