Holden Caulfield, narrador y protagonista de El guardián entre el centeno, es un misántropo.
Está convencido de que la humanidad es despreciable, desprecio que proyecta incluso sobre sí mismo. Él es un cobarde, su compañero del internado es un presumido arrogante, su hermano es un traidor por haber sustituido su profesión de escritor de cuentos infantiles por la más jugosa de guionista en Hollywood, su profesor es un pederasta alcohólico, su madre una histérica, su novia una niña pija.
"Holden," -le reprocha su hermana, única persona a la que respeta por mantener su inocencia infantil- "a tí no te gusta nada". En efecto, la misantropía lleva a este chaval de 18 años al hastío total, a una especie de spleen adolescente del que no podrá salir y que le acabará encerrando en el psiquiátrico desde el que nos cuenta su historia.
Cuando vi Repulsión, de Polanski, no pude dejar de pensar en Holden.
Su personaje es sustituido aquí por Carol Ledoux, manicura de profesión, hija huérfana de emigrantes noruegos, de carácter frágil y dependiente de su hermana, interpretada por cierto por una bellísima Catherine Deneuve. En el caso de Carol, su patológica misantropía se vierte sobre el sexo masculino, al que su educación puritana le ha enseñado a temer y al que la relación de su hermana con un desagradable hombre casado le inclina a odiar. Poco a poco su rechazo se va tornando auténtica repulsión física, lo cual también la lleva al hastío y a aislarse por completo del contacto humano. El trágico final, obvio.
Los relatos del camino hacia la locura de Carol Ledoux y de Holden Caulfield me resultan especialmente escalofriantes: Ambos tienen su punto de partida en la misantropía, altivo delito del que en última instancia todos, y corregidme si me equivoco, alguna vez habremos sido culpables. Brrr... qué siniestro...
10 septiembre, 2007
El guardián entre el centeno I: Repulsión
Publicado por Alis a las 17:00
Etiquetas: cine, literatura
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2 comentarios:
Cuando leí El Guardián entre el Centeno tendría unos 15 años y me encantó. Supongo que esa edad no entendí el significado del libro. Más adelante leí sobre Sallinger , un personaje controvertido. Sobre la polémica que su única novela había creado, sobre el lbro de los asesinos y sobre las cosas que tú cuentas. Creo que es hora de volver a leerlo. Seguro que ya no es el mismo libro.
A mi Carol Ledoux me impresiona por loca, más que por misántropa. La cordura es como los invitados de una fiesta, que se marchan siempre de formas diferentes. Hay quien se vuelve loco sin que se note, gente que pasa de ser una persona normal a ser un psicópata. Luego están las locuras lentas pero inofensivas: te vuelves bebé, y punto. Y las locuras cuerdas, como la de Holden, que está loco pero sigue entendiendo el mundo, sigue siendo un agudo observador, y a lo mejor hasta te convence de que tú también deberías enloquecer. A mí, los locos que más me sobrecogen son esos a los que el cerebro les juega malas pasadas. De pronto ven una mano que sale de la pared. O una grieta que se abre en el techo. Y son incapaces de saber si es verdad o no. En Repulsión, las imágenes del delirio doméstico de la protagonista son estremecedoras. Me dan un miedo atroz.
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