14 febrero, 2011

No somos nadie (y XXX). Yo sufro en silencio.

El último año he venido enumerando en mitte maneras de no ser nadie. Y me han salido treinta: desde el camuflaje hasta el anonimato, pasando por el desprestigio, la falta de glamour o la caricatura. Supongo que habrá más, pero ya no me apetece seguir. Después de todo este tiempo dándole vueltas al asunto de la insignificancia he llegado a la conclusión de que no hay nada más insignificante que este empeño mismo. Era inevitable, por tanto, que la serie No somos nadie acabase en plan suicida, negándose a sí misma. Según las estadísticas de Blogger, los únicos posts de mitte que atraen lectores son los que hablan sobre tetas u orgías. A nadie le importan un carajo mis sesudas reflexiones sobre el ser y la nada. Podría quejarme, pero en realidad me parece un oportuno descubrimiento. Creo que esta indiferencia general ilustra de manera rotunda lo que tanto me está costando dejar claro: que no somos nadie. Que nuestras inquietudes o nuestros gustos dan igual, que el mundo podría seguir adelante sin que los subiésemos a la red. Pero, como digo, esto no es una queja. Más bien es una liberación. Reconozco que al asumir este desinterés me siento un poco como el señor de la foto: feo, ridículo y con un tatuaje que pone "yo sufro en silencio" (porque a nadie le importa). Pero también, por qué no, fuerte y con muchas ganas de cachondeo.

2 comentarios:

Sottoacqua dijo...

Pues a mí me encantaba esta serie, pero te seguiré escribiendo escribas lo que escribas porque lo haces muy bien :)

Sottoacqua dijo...

Te seguiré escribiendo no, leyendo, que escribo muy mal.