25 febrero, 2008

Marruecos. Pescadores en Essaouira.

En ocasiones ocurre que la parte más significativa de una foto resulta ser la que menos nos esperábamos. Esta imagen es un buen ejemplo. Todas las tardes, en el puerto de Essaouira, los pescadores subastan la captura del día. Sobre las rocas del espigón destripan los peces y venden la mercancía mientras un enjambre de gaviotas picotea, chilla y hace vuelos rasantes. La impresión general, con la luz del atardecer, el sonido del mar, el olor del pescado y el ajetreo de las subastas es tan intensa que cualquier fotografía siempre quedará coja. Cuando yo hice ésta, además, la mayor parte del pescado estaba ya vendida: sólo quedaban tres o cuatro chicos agachados sobre las vísceras y otro grupo que descansaba bajo los últimos rayos de sol. Intenté captar el ambiente relajado del conjunto y me salió esta foto. Al principio no me decía nada, pero cuando la miré un poco mejor me llamó la atención un pequeño detalle: la mano que ocupa la parte de arriba, a la izquierda. Esa mano me parece lo más interesante porque sugiere que hay más gente detrás de la cámara, que hay movimiento, que el mundo sigue. Ruido, mar, olores... Lo que a uno le apetezca imaginar.
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