03 mayo, 2007

Haruki Murakami y las alegorías.

Cada vez estoy más convencido de que las alegorías en el arte son una cosa pasada de moda. Hace tres siglos estaban bien, pero hoy son una horterada. Y es que hace tres siglos los pintores tenían que vérselas con temas tan peliagudos como el de la Inmaculada Concepción o el misterio de la Santísima Trinidad. Con retos así, ¿cómo no iban a recurrir a las alegorías? Pero los artistas de hoy ya no tienen que complicarse tanto la vida: les basta con ser observadores, ingeniosos y un poco hábiles para contar cosas interesantes. ¿Por qué enfangarse en metáforas rebuscadas?
Aun así, todavía queda algún flipao que pretende ser moderno disfrazando la realidad de alegoría. Como, por ejemplo, Haruki Murakami. El escritor japonés me había entretenido tanto con Tokio Blues que cometí el error de leerme Kafka on the Shore. Y me encontré con una historia de gente que construye flautas con almas de gatos, tipos que provocan tormentas de peces o individuos que discuten sobre el azar, los ejes del tiempo y el sentido de la vida. Una soberana empanada mental de 584 páginas donde se sugieren muchas metáforas pero no se explica absolutamente nada. ¿Por qué es tan fácil confundir profundidad y trascendencia con aburrimiento y complejidad? Tenía que haberlo supuesto: una novela que se autoproclama kafkiana debería estar prohibida.

Para continuar la mofa de artistas ridículamente pretenciosos, recomiendo visitar Sindrogámico.

6 comentarios:

Pol dijo...

La verdad que antaño las alegorías eran mucho más cool...que se lo pregunten a Bergman y su Séptimo Sello...La verdad es que yo soy de narrativa mucho más realista...Ahora mismo estoy saboreando las últimas páginas de Brooklyn Follies de Auster.

Saludos!

n. dijo...

A mí me fascinó Tokio Blues, así que un tiempo después me hice con Crónica del pájaro etc... que, pese a parecerme un pelín alargada, también me gustó. Por lo que he oído de Kafka... creo que me la voy a ahorrar, y eso que ya sabes que yo soy fan de La espuma de los días y sus ratones que comen pasta de dientes de piña y sus nenúfares alegóricos (cosa de la adolescencia, la leí hace un porrón de años y no me atrevo a volver a intentarlo). Es curioso que mencioneis a Auster, no sé porqué encuentro ciertos paralelismos entre Auster y Murakami, tanto en sus virtudes como en sus defectos...

Lord Derfel Cadarn dijo...

Bueno, es cuestión de gustos. A mí 'Kafka en la orilla' me parece infinitamente mejor que Tokio Blues. Una obra realmente fascinante, alegórica, metafórica y alucinada. Yo la recomiendo encarecidamente. ¿Que Murakami no inventa nada nuevo? ¿Y eso qué más dará? ¿Quién inventa algo nuevo en la literatura en estos días?

Quizás el libro se pusiera tanto de moda las navidades pasadas que ya había que cogerlo con tirria por obligación, que si vemos a la mujer del conserje leyendo a Murakami ya no mola tanto...

Lord Derfel Cadarn dijo...

Por cierto ¿De dónde te has sacado que esta novela se autoproclama Kafkiana? ¿De verdad la has leido? o al menos ¿estamos hablando del mismo libro? Yo diría que no ¿Sabes lo que es Kafka en la orilla del mar?

En cualquier caso ¿Tiena Franz Kafka el monopolio del existencialismo literario?

A menudo el que intenta ridiculizar algo sin acierto es quien acaba quedando ridiculizado. Lo siento.

Rfa. dijo...

Si, entre todos los nombres del mundo, alguien escoge el de Kafka para su personaje, uno tiende a suponer que ha sido como homenaje al escritor, ¿no crees? A veces, misterioso aristócrata que llegas tardísimo a este post, las cosas son mucho más obvias de lo que parecen. Y eso que en esta novela nada es obvio, sino más bien retorcido hasta la nausea.
Ah, por cierto, me ha encantado ese gesto de sencillez de tu sentencia final. Eres muy humilde.

Lord Derfel Cadarn dijo...

¿Misterioso aristócrata que llegas tardísimo a este post?

Me gusta.

Creo que estamos limitando mucho la libertad artística de los autores si creemos que deberían prohibir una novela sólo porque el protagonista se hace llamar Kafka Tamura o porque la novela misma se llame Kafka en la Orilla. Otra cosa es que, además, te repugne lo retorcido de su prosa; eso ya es cuestión de gustos y, dicho sea de paso, algo totalmente respetable.

Llego tarde a este post porque he conocido tarde este blog. Pido perdón una vez más.

Saludos, misterioso acrónimo de chaqueta popera color crema.