En la mitología clásica Marsias era el típico payasete que siempre iba por ahí dando la brasa con sus gracias. Pero, cosas de la vida, en lugar de pasar a la historia por su mejor chiste lo ha hecho por su último chiste. Resulta que Marsias se encontró una flauta. La cogió, la tocó, le gustó cómo sonaba y (en ese momento exacto) se le ocurrió una gracia: le tomaría el pelo a Apolo con ella. Apolo, por si alguien no lo sabe, era un guapín engreído; un sosainas que se pasaba el día tocando la lira con cara de lángido."Oye, Apolo, mira qué flauta tan maja tengo", le dijo Marsias. "¿Qué te apuestas a que soy capaz de hacer sonar una melodía mejor que las tuyas?". Apolo, soberbio como nadie, le contestó: "me apuesto hacer contigo lo que me dé la gana". Y el pobre Marsias, ingenuo, no supo frenar el chiste: aceptó, perdió y fue castigado a ser despellejado vivo. Los especialistas en mitos ven en esta historia una metáfora más sobre el eterno y sugerente conflicto entre el orden y el caos, pero yo no la he colgado aquí por eso. Prefiero pensar que es la historia trágica de un payaso incapaz de contener su sentido del humor. A veces, cuando te pasas de gracioso, te pueden arrancar la piel.
26 mayo, 2008
Payasos (V). Marsias.
(Por cierto, el cuadro es de Luca Giordano. La versión de Ribera es mucho más famosa, pero le tengo mucha manía).
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4 comentarios:
Pues si me llego a fijar sólo en el cuadro, lo último que se me habría ocurrido es que la cosa iba de payasos. Pone los pelos de punta!
Hay que ver qué poco sentido del humor que gastaba Apolo! Vaya un sieso!
Los especialistas suelen resultar graciosos, porque tienen que dar a su visión una enjundia de mucho peso.
Apolo nunca mostró mucho sentido del humor y Marsias era un pobre bromista que se lo debió pensar dos veces. Como dice el refrán, "se dejó la piel en el empeño".
Apolo es un pesado. Con razón, se ha quedado su fuente olvidada, en medio del Paseo del Prado. Donde por cierto también está esa versión de Ribera, que a mí me encanta.
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