28 septiembre, 2011

El arte y el mundo real (II). La revolución artística de La Muela

Que La Muela era un lugar pop es algo que descubrimos cuando mi admirado Jordi Bernadó inmortalizó sus campos de girasoles. Pero la aproximación al arte que este pueblo propone va mucho más allá, es mucho más sugerente. En una de las rotondas del polígono industrial, justo enfrente del Mercadona, el Ayuntamiento ha colocado tres esculturas de caballos encabritados. Y, contra todo pronóstico, las ha comprado en una tienda de paisajismo. ¿Cutre? No, radicalmente moderno. Las implicaciones de esta operación son tan fascinantes que merecen ser analizadas con cuidado. Para empezar, el ayuntamiento ha invertido los mecanismos tradicionales del kitch: en lugar de banalizar una obra de arte -como suelen hacer los cursis- ha elevado a la categoría de obra de arte lo que antes era banal. Es decir: sólo por estar en un no-lugar privilegiado como la rotonda, esos caballos rampantes dejan de ser escultura de jardin y se convierten en piezas únicas. Pero es que, además, se ha democratizado el concepto de obra como no ocurría desde que Warhol pintó sus latas de Campbell. Al legitimar artísticamente una institución las esculturas seriadas de la tienda de interiorismo, cualquiera que las compre ahora (yo mismo, por ejemplo) se convertirá automáticamente en coleccionista. ¡Tiembla, ARCO, que viene La Muela a robarte clientes!


1 comentario:

Alis dijo...

También podría interpretarse como un intento del ayuntamiento de promoionar la artesanía local... ¿O los caballos de la tienda de muebles son made in China?