24 enero, 2011

No somos nadie (XXVII). Val del Omar y el empeño de filmar a Dios.

La religión mola, no entiendo por qué no está considerada algo cool. En mi universo plástico personal siempre ha habido lugar para Dios, el clero o el tremendo filón estético que supone el catolicismo. Y siempre he lamentado que las revistas de tendencias no reserven un hueco para el santoral o la moda vaticana. Por fortuna, no todo está perdido. Este 2011 ha comenzado para mí con el hallazgo de un espíritu afín, un hermano, un compañero de inquietudes: José Val del Omar. Un señor que hace cincuenta años tuvo el sentido común de conciliar tecnología y cristianismo. Lo cual, si lo piensas, es como si ahora alguien te dice que la manzana de Apple no está tan lejos de la manzana del Antiguo Testamento. En la gris España del franquismo, José Val del Omar vivía obsesionado con inventar los mecanismos adecuados para filmar a Dios. ¡Sin renunciar a la vanguardia! Desde el punto de vista técnico, sus cinegrafías eran cortometrajes experimentales, rodados con los cachivaches que él mismo diseñaba y concebidos como experiencias sensoriales absolutas. Una especie de 3D avant la lettre. Pero desde el punto de vista antropológico funcionan también como testimonio del lugar que Dios (y el miedo a Dios) ocupa en nuestro ADN cultural. Más o menos, lo que viene a decir es que en este país no somos nadie sin catolicismo. Para suscribirlo me he apropiado de Fuego en Castilla, la segunda parte de su Tríptico Elemental de España, "una tactilvisión del páramo del espanto". ¡Que Dios nos pille confesados!

2 comentarios:

Alis dijo...

No estoy del todo de acuerdo en que Val del Omar tenga tan presente la idea de lo divino.
Yo lo relaciono más bien con las preocupaciones del surrealismo, cercano a la escuela buñuelesca pero mucho más experimental.

Lo que le interesa es desdoblar los pliegues del subconsciente, sacar lo monstruoso a la luz. Para ello utiliza las imágenes religiosas como material de trabajo, no porque quiera reflexionar sobre dios, sino por lo que éstas tienen de tétrico e inquietante, y por lo que suponen para el subconsciente colectivo.

Rfa. dijo...

Pues yo creo que sí, que lo divino es fundamental para Val del Omar. O más concretamente, la manifestación secular de lo divino y la huella que esta manifestación ha dejado en nuestra personalidad. No se trata de que Val del Omar crea en Dios, eso no es lo importante. Lo importante es analizar el impacto de la fe de aquellos que sí han creído. A partir de aquí, pienso que Val del Omar refleja una concepción de Dios basada en el miedo y el sufrimiento. Muestra el lado oscuro de la religión. Y por ahí, apelando al siniestro que llevo dentro, también me seduce.