18 enero, 2011

No somos nadie (XXVI). Canino, mejor película de 2010.

Mi película favorita de 2010 ha sido Canino, de Giorgos Lanthimos. Una fábula sobre la fragilidad del ser, sobre lo complicado que es mantenerte fiel a ti mismo. A partir de un planteamiento tan simple como el de una familia aislada en una casa donde no entran estímulos del exterior, Lanthimos lanza una pregunta al aire: ¿qué factores influyen en que seamos como somos? O mejor: ¿cómo afectan las cosas del mundo a nuestra personalidad? La película no parece llegar a ninguna conclusión, pero yo sí que llego. Después de ver lo que pasa con estos personajes creo que nuestra permeabilidad al entorno es tan infinita y caprichosa que cualquier ilusión de ser alguien es un disparate. No somos nadie. Somos millones de cosas y en el momento menos pensado dejamos de serlo. Somos un puzzle donde la canción escuchada de refilón cuando íbamos en el metro se mezcla con el libro favorito de tu padre, o con el episodio de El ala oeste que vimos anoche. El momento más espeluznante de Canino es cuando descubres el efecto que una simple película de los ochenta puede tener sobre una persona que la ha visto. ¡Como para tomarse el zapping a broma!
OJO: El vídeo es un tremendo spoiler. Quien avisa...

1 comentario:

Alis dijo...

Espeluznante.