31 enero, 2010

Segunda de las cinco razones por las que amo MAD MEN.

Porque es una serie sobre mujeres.
Las mujeres de Mad Men lloran desconsoladas cuando muere Marilyn Monroe y cuchichean cuando una vecina se divorcia. Fuman, montan a caballo, cuidan de los niños y no trabajan. O, si trabajan, están ahí sólo "para lubricar las relaciones entre los machos". La sensibilidad femenina (¿feminista?) que ya se intuía en Los Soprano con el personaje de Carmela alcanza en Mad Men cotas perturbadoras. Sí, la auténtica provocación de estos guionistas es haber sabido construir un variado -y velado- repertorio de psicologías femeninas a la sombra del gran falo que es Sterling Cooper. La mujer es víctima, objeto de deseo y espectadora del mundo masculino, pero también protagonista silenciosa de su liberación personal. Yo cuento tres grandes mujeres y a cada una la describo con una letra, por eso de ser breve. A la izquierda está Betty Draper, la esposa F (de Florero, de Frustrada, de Fidelidad). En el centro Joan Holloway, la secretaria C (de Cínica, de Competente, de Caza-maridos). Y a la derecha Peggy Olson, la redactora A (de Ambiciosa, de Atormentada, de Ambigua). Por mucho que Mad Men pase por ser la serie del macho Alfa, creo que no hay en ella tantos y tan complejos registros masculinos. Punto para las chicas.

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30 enero, 2010

Primera de las cinco razones por las que amo MAD MEN.

Porque es una serie de machos.
Por fin podemos dejar de ver documentales sobre la berrea del ciervo, ha llegado Donald Draper. Este señor de flequillo esculpido y camisas almidonadas es el único personaje de toda la historia catódica que no sólo se comporta como un macho, sino que de hecho huele a macho. Tratándose de un medio tan aséptico como la televisión, no deja de ser un prodigio. Cuando vemos dos, tres, cuatro o cinco episodios seguidos de Mad Men, en el salón de nuestra casa se queda flotando un ligero aroma a cigarrillos y a colonia Brummel, fresco pero tenuemente penetrante, con la dosis exacta de sudor y de alcoholazo. Así huele Don Draper. Así huele cuando sale del ascensor con el sombrero en la mano, cuando atraviesa el campo de batalla de las oficinas de Sterling Cooper, acechado por las hienas y por los demás machos, todos olisqueándose entre sí para ver cómo pueden arañarse un centímetro más de territorio, orinándose en los despachos, delante de un cuadro de Rothko. Así, así huele Donald Draper cuando hace el amor en una buhardilla, cuando se cuela en el tocador de señoras y le mete la mano por debajo de la falda a la millonaria con la que va a firmar un trato, cuando llega a casa, saluda a los niños y le da un beso casto a su mujercita. Olor a macho. Dolor de macho.

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29 enero, 2010

Fotos geniales que algún día plagiaré. Autorretrato de Umbo.

En las últimas páginas de cualquier enciclopedia de fotografía se puede leer la trágica historia de Umbo, el fotógrafo que se quedó sin fotos. Umbo, de nombre real Otto Maximilian Umbehr, fue uno de esos jóvenes modernos y estilosos que pululaban por la Alemania de los años 20, uno de esos que siempre iba con chicas de faldas por la rodilla y flequillos rectos, de los que se sentaba en una mesa del cabaret y escuchaba cantar aquello de Willkommen, Bienvenue, Welcome. Fue también uno de esos estudiantes de la Bauhaus que se corrían juergas pavorosas, pupilo del místico vegetariano Johannes Itten (sobre quien, por cierto, alguna vez publicaré algo) y fabricante de fotomontajes dadaístas. Umbo se hizo especialmente famoso por los primeros planos que sacaba de sus amigas -tan cerca que casi les tocaba la nariz- y por las fotos cenitales que hacía de la calle. Pero durante la Segunda Guerra Mundial un bombardeo destruyó todos sus negativos y el pobre Otto pasó de ser un genio a no ser nada, se convirtió en el fotógrafo que se quedó sin fotos. Menuda putada, no poder demostrarle a nadie lo bueno que has sido y tener que vivir a la sombra de glorias que sólo tú recuerdas. Finalmente, en los años setenta, con una copia rescatado de aquí y otra rescatada de allá, el ya anciano Umbo logró reconstruir su archivo y reivindicar su talento para la historia de la fotografía. No sabemos cuánto se perdería irremediablemente, pero gracias a Dios tenemos este autorretrato genial. Me gusta tanto que algún día copiaré la idea y me haré uno igual a mí mismo, para mi colección privada.
Otros plagios confesos:

Para ver algunas fotos de Umbo hay que pinchar en "Leer más".


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28 enero, 2010

Mi familia es rara (y VII). Epiléptico. La Ascensión del Gran Mal.

Si he publicado una serie tan larga sobre padres e hijos, supongo que está claro que soy de los que creen en la influencia de los lazos familiares y de las tardes en el coche con papá y mamá. Por eso cuando leí Epiléptico (la impresionante crónica que David B. dibujó sobre la enfermedad de su hermano) no pude evitar juzgar a los padres del protagonista. Sí, lo sé, una enfermedad es el triunfo macabro del azar, es la lotería de la naturaleza en su versión más siniestra y nadie tiene la culpa de que un niño se ponga malo. Pero en las 366 páginas de este tebeo hay mucho más que ataques epilépticos y juegos sucios del destino. Hay también peregrinaciones a comunas de locos, ejercicios espirituales de escalofriante rigor ascético, fanatismos vegetarianos y médiums que aseguran estar de cháchara con los muertos. Mil y un planes disparatados para conjurar la mala pasada de los genes. Y uno, al leer la educación sentimental de David B, se pregunta con angustia qué fue más determinante en realidad, la enfermedad del hermano, la desesperación por encontrar una cura o la tendencia de los padres a creer en fantasmas; si habría sido todo igual en caso de que estos señores hubiesen tirado por el camino más racional en vez de buscar una solución en los milagros y llenar la cabeza de pájaros a sus hijos. El hermano enfermo no se curó, pero David B. acabó dibujando monstruos. Y leyendo Epiléptico no sabe uno de quién fue la razón que, al soñar, los provocó.

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27 enero, 2010

Mi familia es rara (VI). Bauhaus.

Lo mejor de la Bauhaus era la vidorra que se pegaban todos los que la hicieron posible. Ahora, cuando vemos las exposiciones de sillas, compramos los diseños robados por Ikea o escuchamos las canciones de Peter Murphy, casi nunca pensamos que detrás de la marca Bauhaus había una gran familia de artistas pasándoselo pipa donde el papá se llamaba (digamos) Kandinsky y la mamá se llamaba (por ejemplo) Moholy-Nagy. Yo estudié en un colegio mayor y sé cómo es eso de la vida comunitaria. Pero si alguien no me cree, que pinche en "leer más" y vea las fotografías que he colgado. Estas instantáneas muestran a los estudiantes de juerga, amontonados en las habitaciones, jugando al fútbol o vestidos con disfraces imposibles. Precisamente Muñoz Molina escribió el otro día sobre el tema: "Podían estar participando en una fiesta con música de jazz y licor clandestino en una novela de Scott Fitzgerald. Vienen de muchos lugares de Europa pero a ninguno lo distingue un rasgo nacional". Bauhaus (sigo yo) era una hermandad artística que tenía menos de gremio que de familia, y que estaba unida por un mismo sentido lúdico de la creación. Para demostrar esto que pienso he colgado un vídeo de los ballets de Oskar Schlemmer. Aunque a primera vista parecen coreografías inaccesibles, creo que en el fondo transmiten un saludable sentido del humor, el mismo que se respiraba en la escuela y que casi nunca se menciona.



Artículo relacionado: Payasos (y V). Joker.


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26 enero, 2010

Mi familia es rara (V). Rufus Wainwright.

Para la quinta entrega de esta serie sobre familias raras he querido recuperar un viejo asunto de debate: ADN y talento. La reproducción genética de la genialidad forma parte del imaginario colectivo, nos gusta pensar que si metes en la cama a un genio con otro genio, a los nueve meses tendrás un tercer genio. Podría haber explicado este sencillo principio de aritmética determinista con la historia de los Flores, pero he preferido a Rufus Wainwright porque el otro día me compré su disco y lo escucho bastante. Rufus es hijo de cantantes y hermano de cantantes, así que si no fuese porque es abiertamente gay, probablemente también acabaría siendo padre de cantante. Hay dos anécdotas que ilustran de manera tan rotunda como inconsistente el peso de la herencia en la trayectoria vital de este señor. La primera tiene que ver con su padre, que se llamaba Loudon III porque su padre (o sea, el abuelo de Rufus) también se había llamado Loudon, y porque el padre de su padre (es decir, el bisabuelo de Rufus) había hecho lo mismo. Si un nombre tan absurdo como Loudon es capaz de sobrevivir a tres saltos generacionales, qué no hará el talento. La segunda anécdota es todavía mejor: según he leído por ahí hubo un tiempo en que la mejor amiga de Rufus era la hija de George Bush, cuya familia aparece en Wikipedia como la más importante saga de políticos de Estados Unidos. Si la mala hierba de los Bush nunca muere... ¿por qué iba a hacerlo el talento de los Wainwright? Lamentablemente, hace una semana falleció Kate McGarrigle, mamá de Rufus, pero como se puede ver en este vídeo su talento perdura en youtube. La canción que los dos interpretan es una de mis favoritas de todos los tiempos.

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25 enero, 2010

Mi familia es rara (IV). Adalbert Trillhaase y Otto Dix.

Cuenta la leyenda que cuando Gertrude Stein vio el retrato que Picasso acababa de pintarle, protestó porque no se parecía a ella. "No se preocupe", contestó Picasso, "acabará siendo usted la que se parezca al retrato". Siempre me acuerdo de esta anécdota al ver este cuadro de Otto Dix. El señor del centro era pintor y se llamaba Adalbert Trillhaase, los otros dos eran sus padres, y ninguno de los tres sería conocido hoy de no ser por el cuadro. Estamos ante una versión más radical de la anécdota de Picasso: no es que ellos hayan acabado pareciéndose a su retrato, sino que han acabado siendo su retrato. ¿Qué les parecería esta inmortalidad monstruosa? Me imagino la escena: "mamá, papá, mi colega Otto nos va a hacer un retrato estupendo". Y los padres, babeando de orgullo, se ponen sus mejores galas para posar. Corrían los primerísimos años veinte y Otto Dix acababa de regresar de la Primera Guerra Mundial, de pasar cuatro años viendo cómo los obuses le reventaban el estómago y le arrancaban los brazos a sus compañeros de trinchera. Tenía treinta años. Desde el punto de vista de la Historia del Arte, retratos como éste permiten hacerse una idea de cómo se veía el mundo después de haber pasado unas vacaciones en el infierno. Pero yo no puedo evitar preguntarme hasta qué punto sabría esta familia, cuando posaba, que acabaría representando la degradación absoluta de la burguesía. Si alguien quiere ver cómo pintó Dix a su propia familia unos años después, sólo tiene que pinchar en "leer más".
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23 enero, 2010

Mi familia es rara (III). Diane Arbus.

En la mitología popular del arte es frecuente asociar infancias traumáticas, carencias emocionales o tormentos psicológicos varios con el desarrollo del genio. La ecuación "sufrimiento igual a creatividad" ha dado carta de legitimidad a grupos emo, pintores más o menos expresionistas, escritores de verbo inflamado y, sobre todo, entusiastas defensores del artista como ser excéntrico. Yo reniego de esta tendencia porque siempre he pensado que el trabajo es más importante que el talento, pero hay casos en los que me abandono a la tentación novelesca del mito. Me ocurre, por ejemplo, con Diane Arbus. ¿Habría sido esta mujer la fotógrafa que fue si no hubiera crecido en una casa de locos? Su padre era millonario putero, sus criados eran legión, su madre se pasaba el día fumando en la cama y a ella no le caía un abrazo ni por navidad. De tan rica que era, la pobre no se enteró de lo que era la vida, no sintió nada: ni dolor, ni amor, ni amistad, sólo los algodones entre los que se crió. Según todos sus biógrafos, ésa es la razón de que luego, cuando se hizo mayor y tuvo su cámara, le diera por irse a fotografiar deformes y marginados sociales: para meterse una sobredosis de emociones y compensar por tanta insensibilidad anterior. ¿Cuánto hay de tópico en este razonamiento? Como el debate es infinito, yo sólo aporto un dato más: su hermano Howard, que creció en el mismo ambiente, acabó siendo uno de los poetas más prestigiosos de Estados Unidos, premio Pulitzer de poesía. Pero él no se apellida Arbus, se apellida Neverov.
Para ver fotos de Diane Arbus sólo hay que pinchar en "leer más".
Artículo relacionado: Ich bin ein Berliner. Chico en un banco.




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22 enero, 2010

Mi familia es rara (II). La cinta blanca.

La cinta blanca es una de esas pelis que hay que ver cuando uno lleva mucho tiempo sin pasar por el confesionario. Después de contemplar este formidable despliegue de faltas, maldades, castigos y onanismos reprimidos, los pecadillos del espectador adquieren una insignificancia reconfortante que permite afrontar otros cuantos años de sequía confesional. ¡Qué saludable liberación! Además de eso, si nos ponemos serios, La cinta blanca también lanza una inquietante pregunta: ¿qué pasaría si una sola persona acumulase las dos facetas tradicionales del concepto "padre": la biológica y la espiritual? Para contestar, Haneke hace protagonista de su película a un súper padre, padre al cuadrado, cura y papaíto al mismo tiempo, que lo mismo te da de beber la sangre de Cristo en la iglesia que te deja sin cenar en el salón por haberte hecho una pajilla. Y todo eso con el ceño fruncido. El villano definitivo, qué miedo. Precisamente aquí reside el gran mérito de La cinta blanca, en haber logrado dibujar un Gran Mal cuyo poder y alcance son ilimitados: empiezan en el confesionario y ya no se sabe hasta dónde llegan. Según parece sugerir Haneke, esta paternidad hipertrofiada llega incluso a provocar las calamidades de la humanidad. Pero yo, como soy menos pretencioso, me conformo con que me quite las ganas de sentirme culpable. Ya lo dije al principio: pagar esta entrada equivale a años de confesión...
Artículo relacionado: Mi familia es rara (IV). Adalbert Trillhaase y Otto Dix.

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21 enero, 2010

Mi familia es rara (I). Fun Home.

Una de las canciones que más me incomoda es El Ángel Simón, de Nacho Vegas, donde el cantante asturiano ajusta cuentas con su padre muerto. Puñetazos como "desde que te fuiste tengo que decir que, la verdad, no estamos nada mal sin ti" me provocan una sensación de intrusión, como cuando escuchas una pelea de novios o te encuentras el buzón de tu colega abierto en tu ordenador. Algo parecido me pasa con Fun Home, una familia tragicómica, el tebeo de Alison Bechel. A caballo entre Six feet under y el Ulises de Joyce, Fun Home llama la atención porque, a pesar de ser la autobiografía de su autora, no cuenta la historia de ningún dibujante. Más bien se trata de un catálogo de ropa sucia, dibujada con línea clara y desasosegante frialdad, que haría las delicias de cualquier freudiano. Si Nacho Vegas ponía los puntos sobre las íes en el epitafio de su padre, Alison Bechel no se queda corta: "se suicidó porque era un maníaco depresivo, un marica que no había salido del armario". Eso es lo que hay: cloacas familiares, obsesiones freudianas y guiños a Proust. Uf... Si me lo cuentan antes no me lo habría leído nunca. Pero, sorprendentemente, el resultado de esta mezcla tan pretenciosa resulta ser uno de los tebeos más ágiles, bien construidos, ricos y complejos que han caído en mis manos. (Nota: para leer la letra completa de la canción de Nacho Vegas sólo hay que pinchar en "leer más").
Artículo relacionado: Fun Home (en Sindrogámico)

EL ÁNGEL SIMÓN
Simón, desde que te fuiste tengo que decir
que, la verdad, no estamos nada mal sin ti.
También es cierto que podríamos estar mejor
pero, ya ves, las buenas cosas mueren bajo el sol.
Y ahora es la memoria mi guía
porque, eso sí, pienso en ti cada día
desde aquella mañana de agosto
reinventada hasta la saciedad,
sin lograr encontrar nada de nada,
ni una explicación ni un porqué
al que poderme aferrar.
Y ahora no sé por qué
Viene a mi mente el colchón
que tuvimos que bajar Javi y yo a la basura,
sin poder dejar de mirar esa mancha oscura
que allí nos dejaste como herencia y recuerdo
antes de partir en tu último viaje,
probablemente al infierno.

Y me vas a disculpar
si nunca te llevo rosas.
Me vas a permitir
contar algunas cosas
sobre lo poco que sé
de tus días de vino y rosas,
con todas las bromas
como aquella en que al pasar delante de una funeraria
nos decías "agachaos, no vaya a ser
que os tomen las medidas"
Ese era tu consejo, tu sabio consejo,
y no estuvo mal, pero se te olvidó algo importante:
tú también tenías que agacharte,
sí, tú también tenías que agacharte,
pero nunca quisiste cuidarte,
no, nunca quisiste cuidarte.

Y quiero pensar que por una vez
hice algo mejor que tú.
Quiero pensar que por una vez
hice algo mejor
que tú, que ni siquiera
acabaste esa carta de despedida
que en el ordenador Santi encontró perdida.
Y ahora que perdiste tan absurdamente la partida,
ahora estoy cansado
y hasta tengo miedo de mi propia vida.
Y sé que lo tendré toda la puta vida,
decida lo que decida.

Bueno, al final tal vez tuviste suerte
porque, tal vez, dímelo tú,
mejor que ser un hombre solo y arruinado
resulte ser, como dijo el juez, "el finado",
mientras se tapaba la nariz con su pañuelo.
Y desde cualquier lugar
dondequiera que ahora te estés pudriendo
sólo quiero que sepas que ya no te tengo miedo,
que ahora estoy cansado
y sólo tengo miedo de mi propia vida,
y que sé que lo tendré toda la puta vida
decida lo que decida,
decida lo que decida.

Como tú siempre decías:
"Formalidad poca, pero que dure",
formalidad poca, pero que dure,
como tú siempre decías.

Gracias,
así es y así será,
así es y así será,
toda mi vida,
decida lo que decida,
decida lo que decida.

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20 enero, 2010

Mi vídeo para buscar trabajo.

Después de mi paréntesis berlinés y de ciertos imprevistos médicos, creo que ha llegado la hora de incorporarme al mercado laboral. Mi buzón de correo está que echa humo de la cantidad de currículums que he mandado, pero como parece que sólo con eso no basta se me ha ocurrido editar un vídeo. Así, al mismo tiempo que vuelco mis ansiedades de desempleado ocioso, tengo la conciencia tranquila porque siento que estoy haciendo algo para remediar mi tragedia. Con un poco de suerte alguien lo verá y dirá: "mira, carajo, este tipo puede ser un buen fichaje". Desde hoy, y hasta que cambie mi situación, el vídeo estará disponible en la página de inicio de mitte. En la versión de youtube me lo han censurado porque tiene una canción de The Cure, y la versión de Blogger funciona regulera. Yo los cuelgo los dos, y a ver si alguno funciona. Nunca he creído que la parroquia de este sitio sea numerosa, pero si hay alguien ahí y lo ve, quizás quiera salvarme. ¡No se arrepentirá!

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19 enero, 2010

Los cien ojos de Murcia.

Me interesa todo lo que venga de Murcia y me interesa la fotografía, así que era cuestión de tiempo que descubriese un sitio como Cienojos. Pero... ¿por qué he tenido que tardar tanto? Según los archivos de Blogger, Cienojos lleva publicándose dos años y pico, desde octubre de 2007. Dos años y pico que no he podido disfrutar de esta página de fotografía cuya visita recomiendo ya a todo el mundo que haya sido feliz alguna vez con una cámara en la mano. La autora se llama Mónica Lozano y me deja perplejo con lo bien que se ha montado el tinglado. Inquieta, atenta, concisa y generosa, Mónica ha creado un vademécum fotográfico de raíces murcianas y alcance universal. Es aquí adonde hay que venir para descubrir nombres nuevos, para hojear revistas, para buscar una beca o para sentir que Murcia mola. El 18 de noviembre del año pasado, cuando posteó para contar que había sido acreditada en el mayor evento fotográfico del mundo, el Paris Photo, Mónica escribía: "Aún no me he recuperado de la emoción de que reconozcan a Cienojos como medio de comunicación internacional". Pues bien, tal y como yo lo veo esto es sólo el principio: estamos ante un sitio imprescindible, señores. Cienojos.

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18 enero, 2010

De toda la vida (y III). O Mintireiro Verdadeiro.

Dicen los que saben de periódicos que la verdadera escuela del oficio está en las necrológicas. Por eso yo, cuando abro EL PAÍS, me voy directo a la página de las fotos azules. Allí he leído historias tan maravillosas como la de José Regadío, un cura gallego que se murió la semana pasada después de pasarse casi sesenta años autoeditando un almanaque agrícola. O Mintireiro Verdadeiro, se titulaba, qué genio. Don José adivinaba el tiempo del año entero a ojo, con una pizca de imaginación, retórica de toda la vida, un rápido vistazo a las nubes y la inestimable ayuda de su Mac. Para que una necrológica sea memorable hace falta que el personaje en cuestión sea un pez gordo o que su vida anónima reúna los ingredientes de una buena novela. En el caso de José Regadío, su necrológica apasiona por el segundo motivo: porque el cura acumulaba anécdotas estrambóticas y excentricidades. Atentos, que enumero: era del Opus, estaba mosqueado con todos sus feligreses, le encantaban los bares y vivir de noche, daba las misas en 12 minutos (con el consiguiente cabreo de los obispos), montó una imprenta en una granja de cerdos y su Mintireiro tenía tanto éxito que se vendía hasta en el top manta de las aldeas gallegas. ¿Cómo no vamos a lamentar la pérdida de un tipo así? Por fortuna para todos, he leído que ya está en marcha un documental sobre su vida. ¡Habrá que estar atentos!
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15 enero, 2010

De toda la vida (II). Me llamo Rojo.

Para algunos, el premio Nobel de Literatura que se llevó Orhan Pamuk en 2006 fue un galardón oportunista que se entregaba para limar asperezas con el Islam. Era la época de las caricaturas de Mahoma en Dinamarca, y sólo dos años antes un radical había asesinado al director Theo Van Gogh en la tolerante Holanda. Premiar a un escritor turco que rescataba la tradición oriental y la hacía tan tentadora como inofensiva era, efectivamente, una buena estrategia para que todos nos fuésemos a dormir con la conciencia tranquila. De Pamuk yo sólo he leído Me llamo Rojo, una historia de asesinatos e ilustradores que transcurre en el Estambul del siglo XVI. La novela es demasiado larga, pero merece la pena porque está plagada de reflexiones estéticas sobre el conflicto entre tradición y autoría. O lo que es lo mismo: entre hacer lo mismo de siempre o adaptarse a los tiempos que corren. A partir de una aleya del Corán ("no son iguales el ciego y el que ve"), Pamuk desarrolla una curiosa teoría. Según él, por un lado está el artista que pinta "de memoria" porque se limita a repetir esquemas tradicionales, de toda la vida (el ciego), y por el otro está su opuesto, el que introduce innovaciones para ser más fiel a la realidad, a su tiempo o a sus inquietudes personales (el que ve). ¿Es el arte de los dos igual de válido? La pregunta ha dado para siglos de debate y todavía no tiene respuesta.
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14 enero, 2010

De toda la vida (I). El americano.

Hace dos años colgué aquí la foto de Ibrahim, un niño marroquí, y crucé los dedos para que él la viese desde Rissani, su pueblo del desierto. Pero a día de hoy no me consta que así haya sido. La posibilidad de que un extraño en la otra parte del mundo vea la foto que le has hecho es casi insignificante. Pero, afortunadamente, en esa improbabilidad todavía queda sitio para historias tan extraordinarias como la de Deleitosa. Este pueblo de Cáceres es famoso porque en 1951 recibió la visita de Eugene Smith, reputado fotógrafo de la revista Life que había venido a España a dejar en evidencia a Franco. Las fotos que publicó muestran un pueblo miserable, enterrado en polvo y tradiciones religiosas, con mujeres enlutadas, guardias civiles ceñudos y burros sueltos por las calles. Todo un deleite de pintoresquismo, vamos. En aquella época Life era una de las revistas más importantes del mundo, por lo que aparecer entre sus páginas te aseguraba una proyección planetaria... aunque tú siguieses en tu olvidado agujero extremeño. Los habitantes del pueblo se hicieron mundialmente famosos y la vida les cambió de forma sorprenderte. Para saber el final de la historia, recomiendo ver este documental de TV3 que se titula El Americano. Dura media hora y está en catalán, pero se entiende porque casi todo son testimonios de viejecitos de Deleitosa. Al margen de la anécdota de Eugene Smith, quería colgarlo en mitte porque creo que invita a reflexionar sobre la identidad y la supervivencia de las tradiciones de toda la vida. Lo mejor, el testimonio de los guardias civiles de hoy cuando ven la foto de los guardias civiles de ayer: "La esencia es la misma", aseguran emocionados, "los valores morales y éticos y la disciplina es la misma. Lo bonito se conserva todavía". Minuto 16:55. Impagable.



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13 enero, 2010

Diseño y muerte en Murcia.

Curioseando por el programa de actividades de Fotoencuentros (el PHotoEspaña de Murcia, cita ineludible) he dado con esta imagen de David Frutos: un panteón vanguardistas en el cementerio de Espinardo. La foto merecía el honor de aparecer en este blog por tres motivos. El primero, porque yo soy un devoto de las tumbas y las tradiciones que se actualizan. Celebro que alguien haya tenido la elegancia de construirse un edificio así de moderno para hacer algo así de antiguo: enterrarse. Si yo fuese San Pedro, a este individuo le ahorraba el Limbo y lo pasaba directamente al Cielo, por chulo. El segundo motivo es que soy de Murcia. En Espinardo nació mi padre, estudiaron mis amigos, se ha comprado una casa mi primo y están enterrados mis abuelos. Sólo de pensar que la próxima vez que vaya a verles podré acercarme a tocar este edificio hace que se me pongan los pelos de punta. Pero el tercer motivo es el mejor. Investigando, investigando, he descubierto que el arquitecto responsable de tan memorable proyecto es amigo mío del colegio mayor, de cuando una panda de murcianos nos vinimos a Madrid a hincharnos de cosmpolitismo. Se llama Manuel Clavel y, por lo que veo, desde la última vez que hablamos ha devenido en genio. ¡Enhorabuena, Manolo! ¡Se veía venir!
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12 enero, 2010

Filmar el sonido (y V). Remi Groussin y Laurie Charles.

Todo empezó este verano, cuando Alis y yo vivíamos en Berlín. Una noche se presentaron en casa dos franceses que habían conocido a nuestro compañero de piso a través de una página web de couchsurfing. El couchsurfing, por si alguien no lo sabe, es una práctica que consiste en prestar tu sofá a una persona que está de paso en tu ciudad. Nuestro compañero de piso (y amigo íntimo) quería probar la experiencia de alojar a un extraño y les ofreció la cama del final del pasillo. Los dos franceses se llamaban Remi y Laurie, venían de Burdeos, hablaban poco inglés, fumaban mucho, usaban gafas de pasta y se presentaban a sí mismos como "vídeo creadores minimalistas". Inmediatamente sacamos el ordenador y les obligamos a buscar algún vídeo que hubiesen colgado por la red, a ver qué era eso. Y lo que nos enseñaron fue este pedazo de obra de arte de youtube: ¡música hecha con calzoncillos! ¿Quién quiere erotismo cuando puede bailar con el ero-Ritmo? Ellos han bautizado el proyecto como musique experimentale y ya tienen otras tres entregas llenas de instrumentos insospechados. Para verlas sólo hay que pinchar en "leer más". Y ya puestos, si alguien se atreve, que haga correr los cuatro vídeos a la vez. Yo lo he hecho y todavía estoy conmocionado. Nunca pensé que aquello de C'mon, feel the noise pudiese dar para tanto.



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11 enero, 2010

Filmar el sonido (IV). Grizzly Man.

Desde los tiempos de Pitágoras hasta los de Mike Olfield, todo tipo de músicos, filósofos o místicos aficionados al yoga han manejado el concepto de "música de las esferas". Según he leído por ahí, la música de las esferas viene a ser algo tan difícil de precisar como el sonido que emite el Universo, glups, una gran sinfonía cósmica. Yo no uso quimono ni practico la meditación, pero la idea me parece razonablemente poética como para expresar el poder de sugestión que, a veces, tiene sobre nosotros la naturaleza. Y sólo por eso me voy a dar el gustazo de meter en esta serie el fragmento más estremecedor de Grizzly Man, una de mis películas favoritas. En esta cinta, el director alemán Werner Herzog utilizaba la historia de un ecologista al que se comieron los osos para contarnos que, en el fondo, los humanos somos insignificantes. Gracias a mi amigo Mikto Kuai he podido colgar el fragmento que me interesa. Timothy Treadwell, el ecologista, grababa diferentes planos falsos de sí mismo atravesando el bosque y luego los insertaba en sus documentales para que pareciesen más emocionantes. Cuando Herzog revisa el material descubre algo sobrecogedor: lo mejor del plano no es Timothy dando saltitos, sino la tremenda fuerza de la naturaleza en estado puro cuando a él no se le ve. O sea, la música de las esferas. Por desgracia, Herzog cometió el error de subrayar la importancia del momento con la banda sonora, un truco retórico que sobraba. Pero aun así pone los pelos de punta igual.



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10 enero, 2010

Filmar el sonido (III). Lisbon Story.

Hay varias maneras de aproximarse a Lisbon Story. Una es considerar que la película de Win Wenders no pasa de ser un videoclip de dos horas de Madredeus. Y otra es tomar todo el proyecto como un homenaje al sonido en el cine. Ésta es mi interpretación. A partir de la historia de un Quijote que ha sustituido la lanza por una pértiga, creo que Win Wenders filma su particular Cantando bajo la lluvia. Por eso yo quemaría las secuencias en las que Madredeus interpreta su música, filmadas con una repelencia irritante, y dejaría sólo la epopeya del cazador de sonidos. Arriesgar la vida por grabar el ruido de un tranvía, qué bonito. Filmar ese compromiso me parece una conmovedora manera de decir "yo amo el cine", aunque al final el tipo acabe enamorándose de Teresa Salgueiro.



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07 enero, 2010

Filmar el sonido (II). Kuntz & Maguire.

En la clasificación mundial de filmadores de sonido que mitte está elaborando no pueden faltar Tom Kuntz y Mike Maguire. Estos dos señores, cuyo nombre probablemente no le suene a nadie, crearon en 2001 uno de los artefactos audiovisuales más poderosos que un humilde servidor recuerda: el videoclip de Frontiers Psychiatrist de los Avalanches. El vídeo (que cuenta con un cameo de Francisco Umbral) reconstruye delante de la cámara los sonidos de la canción original: si se escucha un caballo, se ve al caballo. El planteamiento parece sencillo, lo sé, pero se carga de complejidad cuando uno piensa que el tema de los Avalanches es a su vez un prodigioso collage construido a partir de retazos. La reconstrucción de una reconstrucción, el no va más del corta-pega. Y encima es divertido. No me extraña que en youtube aparezca fichado como "best video ever". ¿One hit wonder? Nada más lejos: el genio de Tom Kuntz y Mike Maguire también está detrás de otro de los pelotazos de la red, el hilarante anuncio de chocolates Cadbury donde dos críos bailan con las cejas. Si alguien quiere verlo, que pinche en "leer más". Además de ese vídeo he colgado también un clip chulísimo que hicieron con un temazo de LCD Soundsystem y, lo mejor, un anuncio que rodaron para Coca-cola. Quien adivine en qué ciudad está filmado se lleva mi simpatía.



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04 enero, 2010

Filmar el sonido (I). La blogotheque.

Hace un mes y pico, mirando cosas de Hidden Cameras en youtube para un post sobre tranvías en Berlín, vi un vídeo que me llamó la atención. Alguien había cogido la cámara y había filmado al grupo en la calle, sin luz ni foco ni aspavientos, como quien saca el móvil para grabar a sus colegas. La idea me pareció curiosa, pero tampoco le di más importancia. Otro vídeo casero, pensé, lo habrá grabado su madre. Y ni se me pasó por la cabeza que detrás de esa estética amateur hubiese un proyecto internacional donde también han participado grupos como Arcade Fire, Lambchop, Yo la tengo, REM o Vampire Weekend. Eso lo he descubierto con el número de enero de Rockdelux, que trae una entrevista con Vincent Moon, el hombre detrás de la cámara. Al parecer Moon se dedica a viajar por el mundo filmando a sus grupos favoritos en la calle. Además de confraternizar de tú a tú con ellos, el tío pretende hacer algo tan peliagudo como filmar la música. Y de paso revolucionar el mundo de los videoclips. "Quería capturar imágenes y sonido y hacerlos interaccionar, y me di cuenta de que sólo había intercambio posible si los trataba exactamente al mismo nivel, de igual a igual". Yo llevo unos días enganchado a su página, La Blogotheque, y no dejo de flipar. Para los que no quieran visitarla he seleccionado un par de concert a emporter: Arcade Fire en un ascensor, Vampire Weekend colándose en un restaurante y los Hidden Cameras rollo flautista de Hammelin. Quien quiera verlos sólo tiene que pinchar en "leer más".



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02 enero, 2010

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