Si tuviera que hacer una lista con las cinco fotos que más me han afectado, estoy seguro de que incluiría ésta. Corría el año 1971 y Helmut Newton acababa de sufrir un infarto en Nueva York. Todavía no se había convertido en el fotógrafo famoso que hoy conocemos, pero cuando se colocó desnudo delante del espejo y se hizo este autorretrato, demostró que lo suyo era auténtica vocación. Siempre que veo esta imagen trato de imaginar si yo sería capaz de actuar igual, porque creo que de ello depende que algún día llegue a hacer buenas fotos. El compromiso con la realidad (aunque sea cruda), el afán testimonial (dicen que después de esta convalecencia Newton vio la luz) y la inmediatez de la imagen me parecen requisitos imprescindibles para cualquier retrato digno. En los treinta años que todavía le quedaban por vivir, Helmut Newton se especializó en fotos de tías en pelotas que nunca me han convencido del todo. Pero sólo por esta imagen ya figura entre mis favoritos de siempre.
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17 octubre, 2008
Yo y mi cámara (y III). Helmut Newton en el hospital.
Publicado por Rfa. a las 11:32
Etiquetas: fotografía
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1 comentario:
Escalofriante, no la conocía. Me ha recordado a la de Warhol mostrando sus cicatrices.
En cuanto a sus fotos de mujeres desnudas, a mí me atrapa ese sutilísimo punto de sordidez que se cuela hasta en los retratos más elegantes y clasicistas formalmente.
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