Las imágenes tópicas de postal, ésas que retratan una ciudad en base a lo que todo el mundo espera de ella, me provocan sentimientos encontrados. A veces las amo, a veces las odio. Si un policía de Nueva York hubiese revisado mi cámara para ver qué fotos tenía, jamás habría encontrado vistas de Central Park ni perfiles de rascacielos como los que se ven desde la azotea del Empire State. Pero sí que habría encontrado escenas tan típicamente neoyorquinas como ésta. Niños negros que juegan con una fuente. ¿Cuántas veces se habrá visto en películas, videoclips, postales, o libros de fotografía americana? Millones. Y, sin embargo, me seduce tanto como me aburren las pulcras imágenes "de mirador". Como ya he explicado en otras ocasiones, yo creo que la clave está en las personas: me gustan los tipos humanos archiconocidos, no me gustan los paisajes trillados. En este caso concreto, la foto también me emociona porque, si uno se fija, puede ver cómo se había empapado la cámara. ¡Eso es estar cerca de la imagen!
- La fuente de Jaume Plensa. En Sindrogámico.
- El jinete polaco. Kazimierz.
5 comentarios:
Puedo coincidir contigo en que retratar a la gente es mejor que retratar paisajes. Y me está gustando mucho tu fotorreportaje. Sin embargo, los paisajes no tienen que ser necesariamente de postal, y cuando dicen, a veces dicen mucho más que un rostro. Mirate cosicas de Robert Smithson, que no es fotógrafo pero vale para la reflexión. Y mira tu propia foto del monte Rushmore
A mí esta escena, y mira que se ha visto en tantos y tantos sitios, siempre me lleva a las historias de Nueva York de Will Eisner.
Llego a casa, abro el periódico y lo primero que me encuentro es esta instantánea de Leonard Freed. Mucho mejor que la mía, pero casi igual. El pie de foto no deja lugar a dudas: "escena de Harlem". Por algo hablaba yo de paisajes (humanos) típicos de Nueva York, Miguel...
¡Pero esto es muy mítico!
Yo coincido con Miguel, y creo que es el ojo, tu ojo en este caso, el que marca la diferencia entre una foto tópica y otra que no lo es, con independencia del motivo retratado.
Muchos de nosotros sólo somos capaces de hacer fotospostal, y si se nos aparece un hippie como el de tu anterior foto, seguro que le hacemos parecer un japonés o el cuñao de vacaciones.
Y al revés, estoy segura de que si tú haces una foto en lo alto del Empire State, te queda acojonante.
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